Todos temíamos que Pedro Sánchez se iba a dejar pelos (no suyos, sino del Estado) en la gatera para conseguir sacar adelante los Presupuestos con el apoyo de separatistas y otros enemigos de la Constitución (Podemos), pero era difícil de imaginar que llegaría a vetar la presencia del Rey en Cataluña. Y es que con este Gobierno están pasando demasiadas cosas que nunca habían ocurrido y demasiados hechos que atacan a la estabilidad institucional entre los distintos poderes del Estado.
Porque el Rey, por ejemplo, ha ido a Cataluña en condiciones mucho peores que las que atravesamos ahora. Sánchez, como ha escrito Ignacio Varela, "no busca proteger al Rey de los supuestos riesgos de adentrarse en territorio comanche. Más bien pretende preservar sus propios convenios políticos con los jefes comanches. Si se quiere proteger al jefe del Estado, no hay mejor forma de hacerlo que defender su presencia en todos los territorios de España. Lo otro es asumir el discurso de los independentistas, que tratan de hacer incompatible la figura de Felipe VI con Cataluña".
Además, el Gobierno se ha negado a dar explicaciones sobre semejante disparate. Leamos lo que dijo a este propósito el Ministro de Justicia:
"Quien tenía que tomar esta decisión, la ha tomado. Esa decisión se ha tomado sopesando muchas variables. Creo que, en la ponderación de bienes, hay momentos en los que hay que sacrificar algo en pro de algo más seguro. En la mente todos están toda una serie de circunstancias y variables que podrían cuestionar cosas".
¡La gallina!, como se diría ante una adivinanza incomprensible.
Pero quien nos ha aclarado el entuerto ha sido el ínclito Iceta, al apuntar a la inhabilitación de Quim Torra:
"Quizás alguien pensó que ir a un acto de un componente judicial muy importante a una semana en que quizá se hacía pública la sentencia que puede afectar al presidente de la Generalitat no era la mejor opción".
Y es que Sánchez lleva dos años largos sin contar con el Parlamento, legislando sistemáticamente por decreto-ley. No ha dejado de intentar someter la Justicia a sus intereses personales. Y su relación con el Rey ha sido de todo menos respetuosa. Ahora ha querido hacer visible que el Rey carece de autonomía incluso para desarrollar su agenda.
Lo que en esta ocasión ha hecho Sánchez resulta dudosamente constitucional, pues la Constitución habla del refrendo del Gobierno y, que se sepa, nadie se ha ocupado de legislar para aclarar este término. Vuelvo a Ignacio Varela:
"Una cosa es que el Gobierno refrende los actos del Rey para que estos tengan validez y otra que lo convierta en un instrumento de su estrategia y de su política de alianzas. Sánchez es muy libre de buscar sus apoyos parlamentarios donde desee, pero no de poner la agenda del jefe del Estado al servicio de ese propósito".
El daño es mayor, pues en este caso hay detrás símbolos que no se deben manchar, como es este acto solemne del poder judicial, presidido por el jefe del Estado y celebrado en Cataluña. Cortocircuitar un acto para entregar una prenda a los separatistas tiene efectos perniciosos y sienta un precedente peligroso.