Opinión

El acoso y derribo de Madrid

El Gobierno busca tumbar el Gobierno de Díaz Ayuso

Resulta no sorprendente, que con esta tropa política aquí ya nada sorprende, pero si indignante y farisaico que mientras el ministro de Sanidad insiste en confinar Madrid alegando a razones Sanitarias que no aplica en otros territorios del Estado, el vicepresidente de ese mismo gobierno y sus mariachis saquen a sus hooligans a la calle a protestar, con violencia y agresiones a la policía incluidas, contra las restricciones de movilidad adoptadas por el ejecutivo autonómico.

Una muestra más de la hipocresía, el fariseísmo y la irresponsabilidad de quienes promueven la movilización, y el fanatismo y la inconsciencia de quienes a ella acudan, sin darse cuenta de que, como ocurriera el 8-M, les están llevando y se están llevando ellos mismo al matadero o a las UCIS de una sanidad en riesgo de saturación. Un aumento de fallecidos y contagios que, si no es lo que pretenden, si utilizarán luego torticeramente para culpar al gobierno de Díaz Ayuso de la expansión de la pandemia.

Lo que el Gobierno de Sánchez persigue con sus deslealtades, cambios de criterios y amenazas de intervenir la Comunidad de Madrid es un doble objetivo: Por un lado, acelerar su estrategia de acoso y derribo del gobierno de coalición entre PP y Ciudadanos para ganar mediante el caos callejero lo que no han podido conseguir democráticamente por las urnas, maniobra esta en la que también resulta sospechoso el silencio o poco entusiasmo de Pablo Casado y su equipo en defender a su presidenta madrileña. Y, de otra parte, extender una cortina de humo para tapar los indultos a los golpistas catalanes, la reforma del Código Penal para reducir las penas por sedición, el secuestro del Rey, el levantamiento de los jueces y su asalto a las instituciones democráticas. Eso y catapultar la figura de Salvador Illa como candidato a la presidencia de la Generalitat de Cataluña.

En contra de lo que pregonan desde Moncloa, no existen motivos sanitarios ni epidemiológicos para castigar a Madrid, sólo razones ideológicas y de poder. Porque si los hubiera el Gobierno debería aplicar el mismo criterio e idénticas restricciones de movilidad a poblaciones como Lorca, Lucena, Talavera de la Reina, Ibiza Guadalajara, Pamplona, Linares, Ciudad Real, Valladolid, Palencia o Gerona, todas ellas con tasas que superan los 500 casos por 100.000 habitantes y algunas de ellas con índices superiores a los de Madrid.

Una estrategia de inquina y de intereses bastardos en la que al final, gane quien gane, perdemos todos que asistimos anestesiados a esta guerra sucia de intereses políticos y personales, en la que se utiliza la salud y de la vida de los madrileños, y de los españoles todos, que es lo único que debería ocuparles y preocuparles, pero que es de lo único que ni les inquieta ni les interesa.

Y, si no, ahí está el resultado de esa "cumbre" entre Sánchez y Ayuso, que aparte del boato, la parafernalia y el aparato mediático, ha deparado una tregua que apenas ha durado una semana y en la que el único acto de dignidad y honestidad ha sido la dimisión de Emilio Bouza como portavoz de ese Grupo de Trabajo conjunto, "ante las circunstancias que he presenciado en los días siguientes, junto con la contemplación de las ruedas de prensa simultáneas del viernes 25".

Un Grupo de Trabajo que, fue el único acuerdo relevante de esa visita mediática de Sánchez a la Puerta del Sol, que desde el Ejecutivo nacional han dinamitado desde el mismo momento de su nacimiento, y del que lo verdaderamente grave y delirante es habernos enterado de que no existía. Como tampoco existía, ni existe, un comité de expertos, hay criterios comunes y de actuación objetivos para frenar el virus, ni una gestión seria y racional de compras de material sanitario, y tampoco existían mascarillas, cuando el ministro Illa y su vocero Simón nos mentían diciendo que no eran necesarias. ¡Vaya tropa!

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