
Si Inés Arrimadas y sus Ciudadanos tenían alguna duda sobre la deslealtad, la falta de principios y la falsedad de Pedro Sánchez, pudieron comprobarlo en sus propias carnes durante la última sesión de control en el Congreso, en la que el mismo Presidente del Gobierno que les exige, no les pide, su apoyo a unos Presupuestos que aún no existen, les vejaba y despreciaba equiparándoles a la derecha extrema, mientras se rendía a los cantos de sirena de Rufián y se echaba una vez más en brazos de los independentistas y los enemigos de España. Todo ello después haber rendido pleitesía a Bildu lamentando el suicidio de un terrorista de ETA, cuando es incapaz de condenar las muertes y las agresiones físicas y verbales a los policías y guardias civiles en actos de servicio a los ciudadanos y al Estado.
Pero este es Sánchez en estado puro. La reencarnación de ese escorpión que, cuenta la fábula, pidió a una rana que le ayudara a cruzar el río prometiéndole no hacerle daño, puesto que si lo hacía ambos morirían ahogados. Accedió la rana subiéndole a su espalda, pero a mitad del trayecto el escorpión picó a la rana, quien incrédula le preguntó por qué lo hacía, a lo que el escorpión contestó: "No he tenido elección, es mi naturaleza". Pues eso es lo que hace Sánchez. Miente, traiciona y vende porque está en su naturaleza y para mantenerse en el poder, caiga quien caiga y cueste lo que cueste.
Puede argumentar Arrimadas que necesita tiempo para intentar resucitar un partido agonizante y para intentar recuperar la utilidad perdida en el escenario político español como fuerza de centro moderado, capaz de pactar a izquierda y derecha haciendo innecesario el auxilio de los nacionalistas para gobernar. Una misión casi imposible si se sigue el tratamiento equivocado, se eligen amistades peligrosas y se confunde la responsabilidad con el entreguismo y la renuncia.
No es responsabilidad renunciar a sus principios para humillarse a negociar con quienes públicamente te han rechazado y te aborrecen y con quienes intentan subvertir el orden constitucional
Porque no es responsabilidad sino renuncia a sus principios y a los compromisos electorales humillarse a negociar y compartir mesa y pastel presupuestario con Iglesias y sus Unidas Podemos, que públicamente te han rechazado y te aborrecen, mientras trabajan para subvertir el orden constitucional. Y tampoco es responsabilidad acostarte políticamente con un don Juan que te traiciona públicamente con los independentistas a los que regala una Mesa de Diálogo, la reforma del Código Penal para rebajar las penas por sedición a los golpistas, y se denigra personal y moralmente lamentando el suicidio de un terrorista condenado.
Responsabilidad hubiera demostrado Ciudadanos pactando un gobierno con Sánchez en abril de 2019 para impedir el abrazo posterior con los podemitas y los independentistas de la Frankestein. Pero desperdiciaron los 57 escaños conseguidos en esos comicios, como también han desperdiciado su victoria en las elecciones catalanas de 2017 hasta el punto de que las encuestas hoy en esa comunidad le relegan a cuarta fuerza política y sólo 13 escaños, frente a los 36 que entonces consiguieron.
Resucitar un partido agonizante y recuperar la utilidad perdida en el escenario político español es hoy una misión casi imposible si se sigue el tratamiento equivocado y con amistades peligrosas
Los ciudadanos de a pie perciben hoy mayoritariamente que Arrimadas ha perdido su virginidad política y está vendiendo la dignidad de su partido, la recuperación de la sanidad, la economía y el empleo, y el Estado de Derecho por las migajas de la mesa socialpopulista, cuando la responsabilidad, esa que pregona su portavoz Edmundo Bal, y su utilidad como fuerza de centro moderado deberían encaminarle a promover la unidad de los constitucionalistas, entre los que lamentablemente ya no está el PSOE, al menos este PSOE de Pedro Sánchez.