
La UE alcanzó un buen acuerdo sobre el fondo de reconstrucción económica. Buena prueba de ello es el optimismo despertado en bolsa, que devuelve al Eurostoxx a los máximos de junio y abre la puerta a ponerse en positivo en 2020, si vence la resistencia de los 3.450 puntos.
Los puntos fuertes del pacto son indudables. La Unión movilizará una cantidad inédita en su historia de recursos, recurriendo incluso a una emisión conjunta de deuda con cargo al Presupuesto comunitario. En el caso de las transferencias, la reducción de su cuantía es pequeña. España lo evidencia, ya que recibirá 72.700 millones por este concepto, sólo 5.000 millones menos de lo previsto. Es más, el sistema de control sobre los beneficiarios de las ayudas constituye una buena noticia para nuestro país. No en vano blinda la reforma laboral de 2012, impulsará cambios ya ineludibles en pensiones al igual que la inversión en áreas clave (movilidad, sanidad, agroalimentación e infraestructuras). Lo que no evitará el pacto serán las alzas fiscales. Era previsible que el documento insistiera en revisar la tributación española al consumo. Pero lo crucial es que no supone impedimento para las alzas de los impuestos directos que Hacienda persigue. El Gobierno puede acogerse a la doble interpretación que la nomenclatura comunitaria admite del término "ajustes", que puede entenderse como reducción del gasto público o como aumento de los ingresos tributarios.
La supervisión europea sobre las ayudas no impedirá al Ejecutivo elevar los impuestos directos en plena recesión
Bruselas aceptará las alzas del IRPF y Sociedades que el Ejecutivo plantea en plena recesión. Pero esa permisividad no cambia la realidad: nuestro país circula en sentido contrario a la política fiscal dominante en Europa, como muestran las rebajas fiscales alemanas, francesas e italianas.