
El BCE da un decidido impulso a su programa de compras masivas de activos. Las adquisiciones se elevan en 750.000 millones hasta final de año, que se suman a los 120.000 millones anunciados la semana pasada. Pero más decisiva que la cuantía es la total flexibilidad con la que se aplicará.
Por un lado, el BCE incluye en su radar la deuda corporativa. Respecto a la deuda soberana, además de incorporar bonos griegos (hasta ahora excluidos), las compras no estarán sujetas a la clave de capital, la regla que exige adquirir bonos según el peso de cada país en el PIB de la eurozona. Será así posible comprar más deuda de países periféricos, si la evolución de su prima de riesgo lo exige. Con todo ello, Lagarde adopta una política a la altura de la crisis y disipa la decepción que provocó recientemente.