
El Consejo de Ministros de hoy aprobará nuevas medidas contra los ya extremos daños económicos de la crisis del coronavirus. Se trata de una oportunidad de oro para dotar de verdadero alcance al tímido plan de la semana pasada.
Se da por seguro que por fin se impulsará la simplificación normativa de los Ertes y del régimen de cese de actividad para autónomos. Sin duda, son iniciativas necesarias que se demoraron demasiado. Muchas empresas tienen ya que impulsar ajustes de plantilla ignorando las nuevas condiciones. Pero el Gobierno no debe detenerse aquí. Fue decepcionante el ínfimo alivio que se ofrece a pymes y autónomos en sus cargas crediticias y tributarias (con un mero diferimiento de un semestre en el pago de impuestos). Llegó el momento de impulsos con miras más altas, como alargar en torno a un año las amortizaciones de préstamos, de modo que se garantice la devolución del capital a los bancos sin estrangular a los deudores. Pero lo realmente fundamental en una crisis como ésta, capaz de paralizar la producción, radica en poner en marcha una masiva inyección de liquidez en la economía. El hecho de que una empresa pueda ajustar su plantilla no le alivia de otros costes fijos a los que tiene que hacer frente, como pago de alquileres y suministros, que siguen pendientes aunque se detenga su actividad.
La amenaza de quiebra para las empresas no se paliará solamente con medidas que flexibilicen el ajuste de personal
Las lecciones de la crisis de 2008 muestran cómo los impagos a proveedores se transmiten con gran rapidez y son capaces de quebrar la cadena de liquidez del conjunto de la economía. No es ocioso que las patronales Foment y CEOE, y el presidente del PP, Pablo Casado, hayan clamado por la necesidad de evitar ese problema. El mejor modo de prevenir quiebras masivas de empresas pasa por un gran plan de liquidez.