Opinión

La inexorable levedad del 'casadismo'

Pablo Casado, presidente del Partido Popular.

Al margen de la credibilidad que nos merezcan las encuestas oníricas del CIS, lo cierto es que todos, absolutamente todos los sondeos de intención electoral que se vienen sucediendo desde el 9-N muestran con una inmutabilidad tozuda que el Partido Popular de Pablo Casado no sólo es incapaz de recoger los votos que pierde el PSOE, sino que se deteriora en idéntica o en mayor proporción que el partido en el Gobierno.

Los datos de la encuesta de Demoscopia, una de las que prácticamente calcó los resultados finales de noviembre, con fecha del 29 de febrero, muestran como los populares sólo obtendrían el 19,7% de los votos que le darían 81 diputados en el Congreso, 9 menos que los que ahora tiene, y se quedaría al borde de ser superado por VOX, que subiría hasta un 18,8% en intención de voto y 70 escaños.

Los votantes de centroderecha no perciben que el PP tenga un proyecto sólido

Y eso pese a la debacle de Ciudadanos que se quedaría únicamente con un 3,9% de los votos y sólo 4 escaños que serían insuficientes para formar grupo parlamentario. Al tiempo que el PSOE obtendría el mejor resultado desde los últimos comicios generales alcanzando un 27,8% de sufragios y 117 diputados, 3 menos de los actuales.

En la misma línea el Electopanel con datos del 25 de febrero, confirma la recuperación del PSOE al que otorga 118 escaños en el Congreso, un ascenso más moderado de VOX que llegaría a 60 escaños, y la debacle del partido de Arrimadas al que asigna los mismos cuatro diputados que Demoscopia. Y aunque es algo más generosa con los populares a los que concede 87 diputados, sigue reflejando una caída de votos y de 3 escaños en relación con los que hoy detenta.

Datos estos de los que se pueden extraer tres muy evidentes conclusiones. Primera, que Ciudadanos ha entrado en "causa de disolución" y es un partido con cargos de gobierno, pero sin votantes, como admiten hoy destacados dirigentes del PP y de la propia formación naranja.

Una segunda conclusión es que ni el PSOE ni el PP representan hoy a esos votantes de centro que no quieren los pactos de Sánchez con los populistas y los independentistas pero que tampoco comulgan con las concesiones clandestinas de Casado a VOX.

Y, en tercer lugar, que hoy el problema real del Partido Popular es ya el crecimiento de VOX y su avance hacia el reconocimiento internacional amparado por los Estados Unidos y por Donald Trump.

Todo esto se produce, además, con un Gobierno rehén de los independentistas, que se sienta en una mesa de negociación con condenados e imputados por la Justicia, que ha elaborado un escenario económico utópico y de empobrecimiento de las clases más desfavorecidas, que amenaza con unas subidas de impuestos injustas y abusivas y que está fomentado la desigualdad territorial.

Son hechos, anuncios y pronósticos que deberían hacer pensar a Pablo Casado y su cúpula de Génova que algo, o mucho, están haciendo mal. Que a lo mejor, los votantes potenciales del centro y la derecha no perciben aún en el PP una formación sólida, centrada, con proyecto y programa definido y con líder carismático y presidenciable. Pero no. En el aparato de Casado se limitan a desautorizar las encuestas y a competir con VOX, mientras entran a todos los trapos que les pone Sánchez. Pues así les va, y así o peor les puede ir si persisten en "mantenella y no enmedalla" que dirían los clásicos.

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