
La RAE define temple en su sexta acepción, como fortaleza enérgica y valentía serena para afrontar las dificultades y los riesgos. Y temple van a necesitar tanto el nuevo Gobierno en su conjunto, como los ministros de Unidas Podemos especialmente. Se cometería un error grave si se piensa que los aspavientos, las estridentes y las beocias soflamas de los dirigentes de la trinitaria derecha, son algo más que la rabieta de unos -política y socialmente- malcriados. La primera línea de la oposición de derechas la van a constituir las instituciones donde gobiernan o tienen representación notable: comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos. Desde ellas se lanzará un fuego graneado de supuestos o reales agravios comparativos territoriales. Y junto a ello, una persistente movilización ciudadana para la defensa de España y la Constitución. El Congreso de los Diputados y el Senado serán el escenario preferente de una permanente representación de la trifulca, que no tendrá otro objetivo que llevar a la calle una sensación de caos, degradación de la Política y exhibición permanente de debates anecdóticos y fuera de contexto.
Paralelamente a lo anterior, el Gobierno va a ser combatido con una labor de zapa desde los entresijos de la Administración del Estado y sus cloacas, una parte mayoritaria del poder económico, la Iglesia, sectores de la Justicia caracterizados por su afección a un franquismo travestido, la presión gremial de sectores oligárquicos de las Fuerzas Armadas y, sobre todo, por los medios de comunicación afectos y dependientes económica, ideológica y políticamente de todos ellos.
Los ministros tendrán que luchar con la supuesta racionalidad económica
Esa oposición se verá intensificada si el Gobierno intenta desarrollar los contenidos del pacto entre el PSOE y UP y ratificados en el Discurso de Investidura de Sánchez. Unos contenidos que constituyen (al menos para el que esto escribe) el único fundamento, la única justificación de la coalición gubernamental desde el punto de vista de la Izquierda. En este sentido el nuevo Ejecutivo tiene la obligación de desarrollar su trabajo teniendo permanentemente presente el principio de Derecho que subraya con énfasis que pacta sunt servanda.
Pero serán los ministros de UP los que tendrán una tarea añadida a la hora de ejercer con temple su función. Las políticas sociales que se contemplan en el pacto, no tienen solamente ante sí la dificultad inherente a la correlación de fuerzas en el Parlamento y a la oposición anteriormente descrita, sino también la llamada racionalidad de la economía de mercado, en virtud de la cual las políticas sociales más urgentes y necesarias son pospuestas aunque estén explícitamente expuestas en la Constitución y en el pacto que justifica el co-Gobierno.
Esta doble dificultad (la externa y la interna) con la que los ministros de UP van a tener que lidiar con todas las virtudes inherentes a la palabra temple, obliga a la ciudadanía más concienciada a seguir muy de cerca los avatares de esta experiencia gubernamental inédita en España desde la II República. Pero serán las fuerzas políticas y sociales que han apostado por el proyecto las que más tienen que estar vigilantes para ejercer una doble tarea: apoyar el pacto con sus contenidos y/o constituirse en albaceas del mismo si éste no se cumple. No estaría de más traer a la memoria la génesis, el desarrollo y los incumplimientos gubernamentales de los llamados Pactos de La Moncloa firmados el 25 de Octubre de 1977.
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