
El informe anual de la OCDE sobre los sistemas de pensiones de sus Estados miembro delata la gran vulnerabilidad de los autónomos en España. La prestación media que los trabajadores por cuenta propia españoles cobran sólo llega al 42 por ciento de la cuantía que corresponde a los asalariados.
Sólo otros tres integrantes del club de los países desarrollados (Japón, México y Holanda) muestran un desequilibrio así. En el caso español, se trata de un problema complejo. Las políticas de ayudas para emprendedores han rebajado sustancialmente las cotizaciones para las empresas de este tipo que dan sus primeros pasos mediante tarifas planas en la Seguridad Social e incentivos semejantes. Y, más adelante, cuando esos negocios logran consolidarse, entra en juego la ya muy arraigada práctica de los autónomos de cotizar según la base mínima, una costumbre que mantiene cerca del 70 por ciento de estos trabajadores.
Autónomos y asalariados deben tomar conciencia de la creciente importancia del ahorro privado complementario
Ante la dificultad, para cambiar ese hábito, una solución para el colectivo puede hallarse en fomentar el ahorro privado complementario, mediante planes de pensiones. De hecho, estos vehículos ofrecen una vía para todo tipo de trabajadores, ante las complicadas perspectivas que afronta la Seguridad Social por el fuerte aumento de su gasto, que ni siquiera el avance récord actual de las cotizaciones alcanza a compensar. Sin embargo, para ello, resulta fundamental no sólo que se mantengan los incentivos fiscales para estos vehículos, que ahora permiten un ahorro promedio de casi 2.000 euros por contribuyente. Debería, además, ampliarse su alcance de modo que no se limiten a ser un mero diferimiento de la factura fiscal que el trabajador acabará pagando por la vía del IRPF cuando se jubile.