
El comportamiento del mercado laboral español el mes pasado muestra un comportamiento aparentemente anómalo. Por un lado, el cómputo del número de parados muestra un avance récord de casi 100.000 personas con respecto a septiembre, el mayor aumento desde un año de recesión económica como fue 2012. Sin embargo, la creación de empleo mostró también un avance notable, con 106.541 afiliados más.
Es ya bien sabido que existen factores que influyen directamente en la evolución del paro registrado, sin tener relación estrecha con la creación de empleo, como es el aumento de la población activa, es decir de las personas que están en disposición de buscar un trabajo.
Temporeros en educación
Ahora bien, para explicar la disparidad de las estadísticas debe también tenerse en cuenta un fenómeno cada vez más arraigado en España, como es el hecho de que la educación se ha convertido en una actividad afectada por la estacionalidad de un modo que ya resulta comparable a los servicios de hostelería o incluso a ciertas labores agrícolas.
Así ha ocurrido por la arraigada práctica de despedir masivamente a profesores interinos en el cierre del curso escolar en junio, con objeto de no abonarles las nóminas de los meses del verano para luego contratarlos en la misma cuantía cuando vuelven a comenzar las clases en los colegios públicos. No resulta en absoluto casual que, sólo en el sector de la educación, el número de afiliados creciera en más de 150.000 personas durante el mes pesado.
Se trata de una práctica cuya continuidad resulta sorprendente, considerando que la prolongación indefinida de este tipo de interinidad choca con lo establecido por las normas laborales europeas. Pero resulta aún más llamativa considerando la nulidad a la que el Tribunal Supremo sometió estos despidos de temporada en su sentencia de junio de 2018.
Con todo, lo más llamativo es que la continuidad de esta práctica está sirviendo para someter a un dopaje a las cifras de empleo que maquilla su verdadera realidad. Si no fuera por ese efecto, se mostraría con toda claridad el preocupante modo en que se agrava el deterioro del mercado laboral español, al compás de la desaceleración del PIB, como mostró (con mucha mayor claridad, la decepcionante Encuesta de Población Activa (EPA) del pasado trimestre.