
Los signos de desaceleración se multiplican por todas partes. Esta semana hemos conocido que los índices de producción industrial de la mayoría de los países europeos profundizan en sus caídas por segundo mes consecutivo, al igual que el del comercio mundial. Un mal augurio al que se sumaron el viernes los servicios.
La industria, uno de los sectores más vapuleados, vuelve a sufrir por la guerrra comercial, la digitalización y el proceso de transformación ecológica al que se enfrenta. Países como Alemania, fuertemente industrializados, están al borde de la recesión.
La economía española aguantó hasta ahora mejor que la media porque está basada en el turismo y los servicios. Pero estos no son inmunes, porque el efecto dominó, acabará arrastrando el consumo.
La caída del gigante del turismo europeo Thomas Cook y los recientes aranceles a los productos agrícolas anunciados por Trump son dos elementos muy negativos para nuestra economía.
La ministra Nadia Calviño, está pensando ya en reducir las previsiones de crecimiento para este año y la mayoría de los analistas sitúa el crecimiento de este año por debajo del 2 por ciento, en línea con el recorte ya aplicado por el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.
Casado se equivoca al renunciar a tener un líder económico para plantar cara a la desaceleración
Y por si faltaba algo, el vacío de poder ante la convocatoria de elecciones, prolonga las incertidumbres, que empiezan a pesar en la compra de productos no perecederos, como los automóviles o la vivienda.
En el panorama internacional, perviven dos riesgos importantes: el Brexit y la guerra arancelaria.
España sería el gran perjudicado en la Europa continental en caso de que Boris Johnson decidiera romper a las bravas con sus socios de la Unión Europea. Y también es una de las principales víctima de los aranceles agrícolas de Estados Unidos.

Al presidente americano le faltó tiempo para incumplir la promesa que hizo a su homólogo de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, una vez que éste se marchó. Poco queda del espíritu de concordia que exhibió con el presidente Macron en la cumbre del G7, celebrada hace sólo unas semanas.
La pelota está ahora en el terreno de la UE. Si Bruselas decide contraatacar y grava a las grandes tecnológicas americanas como Google, Facebook o Apple, que apenas abonan impuestos en el Viejo Continente, encenderá la cólera de Trump.
La denominada tasa Google, que frenó en seco la carrera de Calviño a la presidencia del FMI, reúne cada día mayor consenso entre los 27. ¡Demasiadas amenazas juntas!
Con este panorama no me extraña que Pablo Casado haya convocado una convención este fin de semana en Córdoba, en la que reúne a los principales espadas de su partido en economía. El problema que tiene es que quitó de las listas a los tres mosqueteros que utilizó Rajoy para combatir la última a crisis: Soraya Sáenz de Santamaría, Fátima Báñez y Cristóbal Montoro.
A Sáenz de Santamaría, que fichó por Cuatrecasas después de perder las primarias por un estrecho margen de votos, ni siquiera le ofreció una humilde portavocía en el Congreso.
Fátima Bañez, la autora de la reforma laboral que permitió crear más de dos millones de empleos en la última legislatura, tuvo la oportunidad de repetir en las listas por Huelva, pero no aceptó después de los escarnios a sus compañeros.
Ahora la quiere repescar para la causa, pero ésta responde con un sonoro portazo. "No estoy interesada volver a la política", zanja la onubense.
En la vieja guardia económica del PP vuelan los cuchillos. "No se pueden bajar todos los impuestos a la vez", se despachó Montoro este viernes en una entrevista en El País. Una afilada crítica al programa electoral elaborado por Daniel Lacalle, que recogía un recorte tan masivo como irrealista de tributos, y más en un momento de desaceleración.
El cuarto espadachín, el ex ministro de Industria y jefe de la Oficina Económica del Presidencia, Álvaro Nadal, tuvo que marcharse al exilio en Londres después de escribir un libro ("Lo que no son cuentas, son cuentos") en el que pasa lista a los retos pendientes. Esta semana está de visita por Madrid para asistir a la colocación de su retrato en los muros del Ministerio de Industria. Nadie lo espera por Córdoba.
Casado vuelve a dar protagonismo a Alberto Nadal, hermano del ex ministro, una buena cabeza corresponsable de los últimos Presupuestos de Rajoy, al que echó de la secretaria general del PP hace unos meses.
También cuenta con las incombustibles ex ministras de Agricultura y Fomento, Isabel García Tejerina, y Ana Pastor, respectivamente. Esta última sonó, hasta el último minuto como candidata a la Comunidad de Madrid en lugar de Isabel Díaz Ayuso, quien puede terminar imputada por el caso Púnica.
La cuestión es ¿aquí quien manda?, ¿quién dirigirá la nave económica hacia las próximas elecciones? Los ciudadanos hemos comenzado a sentir los secuelas de la desaceleración. Los ultimos datos de paro son preocupantes y la Seguridad Social crece en sólo 3.224 afiliados, el menor alza desde 2013.
Una de las fortalezas del PP fue siempre su éxito en la gestión económica. Rajoy tuvo el gran acierto de aguantar las presiones del FMI y del BCE para intervenir España y salir indemne.
Tradicionalmente, la izquierda despilfarra y la derecha endereza las cuentas y protagonizar la recuperación. Los últimos presupuestos socialistas escondían un alza del gasto de 30.000 millones, junto a una subida de impuestos a discreción que, sin duda, contribuirá a agravar la incipiente crisis.
Casado debe reforzar su guardia económica con un equipo estable y un mensaje coherente. Sorprende el silencio mansurrón del PP ante acontecimientos como el apagón de Tenerife. Nadie salió a pedir explicaciones al neófito presidente del Red Eléctrica, Jordi Sevilla, quien intentó culpar del apagón a los recortes de la CNMC y ni siquiera esbozó unas disculpas ante la población afectada. El único presidente del IBEX cuyo mérito principal es ser amigo del presidente del Gobierno para ejercer su cargo y que él mismo declaró tras asumir la presidencia que de esto sabía lo justo, es decir, nada.
También están dejando pasar la oportunidad de poner al descubierto las dañinas maniobras de la ministra de Transformación Ecología, Teresa Ribera, que acaba de propiciar el cierre en plena campaña electoral de dos centrales de Carbón en As Pontes (A Coruña) y Litoral (Almería)?, que dejarán en la calle a 600 personas sin ofrecer alternativas.
Nadie pone en duda de que el carbón debe dejar de utilizarse como una fuente de energía, pero con un periodo de transición que permita derivar su pérdida de empleo hacia otras actividades, como debe ocurrir con los vehículos diesel o gasolina.
Casado he elegido el discurso de la moderación, para arrancar el mayor número de votantes tránsfugas a Ciudadanos, lo que deja intacto el hueco de VOX.
Su estrategia es correcta, porque los sondeos auguran que será el principal beneficiado de la cita electoral convocada. Pero difícilmente lo conseguirá si no logra desenmascarar la política económica de Sánchez.
Bill Clinton logró arrebatar la Casa Blanca a Bush con aquella frase que popularizó durante la campaña: "Es la Economía, estúpido". Trump tiene aprendida la lección, sus guerras arancelarias con China y ahora con Europa sólo persiguen contentar a sus votantes de medio oeste americano, que le dieron su victoria. Casado tiene una oportunidad de oro de vencer a Sánchez si se centra en la situación económica.