
El 1 de enero de 1999 el Padrón contabilizó 12,9 millones de habitantes nacidos en España que en ese momento estaban entre 20 y 40 años. Veinte años después (el 1-1-2019) esa cifra había caído a 9,2 millones, casi un 30 por ciento menos.
En el País Vasco la caída fue del 44 por ciento y en Asturias del 43 por ciento. Les siguen Castilla y León con el 41 por ciento y Galicia con el 35 por ciento. Cantabria tampoco se libra del abismo, con una pérdida del 33 por ciento. La Rioja y Navarra han soportado idéntica caída que Cantabria. De las diez provincias españolas con mayores caídas en el número de jóvenes (20-39 años) siete son del Norte, confirmando así el desastre demográfico en esa parte de España.
Todas las regiones españolas han caído en picado. Por ejemplo, en Cataluña y en la "pujante" Comunidad de Madrid el descenso ha sido del 29 por ciento.
El imparable envejecimiento también golpea más en el Norte: la me-dia de edad en Asturias es de casi 50 años (ocho años por encima de la media es-pañola. También Galicia y el País Vasco están por encima (45,2 años).
Las cotizaciones no cubren ni de lejos las prestaciones que se reciben por las pensiones
Por otro lado, en el censo electoral se ha producido un notable envejecimiento. Los electores de 65 años y más tenían en 1979 un peso del 15,9 por ciento y en 2018 había crecido hasta el 24,9 por ciento, mientras que el de los electores menores de 30 años ha pasado del 25,8 por ciento al 14,1 por ciento.
Además, el poder electoral efectivo de los mayores se refuerza sobre su magnitud censal porque suelen abstenerse menos que los jóvenes. De hecho, el voto efectivo de los mayores representaría ya más del 30 por ciento del total, entre el doble y el triple que el voto de los menores de 30 años.
¿Y qué decir de las pensiones? Los expertos consideran que si la relación entre el número de cotizantes y de pensiones es menor de 2 inexorablemente se produce déficit. En 2018 solo en cuatro co-munidades autónomas se logró superar esa barrera y Madrid fue la única que se colocó por encima de 2,5. Asturias vuelve en esta ratio a batir el récord con un valor de 1,25 afiliados por pensión. Y en esta carrera hacia el despropósito siguen Galicia, Cantabria, Castilla y León y País Vasco. Además, el cociente entre el último salario cobrado y la pensión es, cómo no, más alto en el norte (74,4 por ciento en Cantabria, 71,8 por ciento en País Vasco).
La crisis industrial y las consiguientes prejubilaciones están detrás de este auténtico despropósito norteño, donde las cotizaciones no cubren ni de lejos los pagos por pensiones.
Para acabarla de amolar, País Vasco y Navarra no ponen un solo euro de sus impuestos para paliar el déficit y tienen que ser el resto de los españoles quienes "apoquinan" a la hora de cubrir el déficit que se produce en Euskadi y Navarra. Cosa que parecen ignorar los "manifestantes" que se congregan y protestan pidiendo "pensiones dignas" ante el Ayuntamiento de Bilbao o ante el Gobierno vasco en Vitoria.
Este auténtico atraco por parte de los poderes públicos vasco y navarro contra los ingresos fiscales del Estado se podría evitar exigiendo que esos déficits se contabilizaran en el cupo, pero… no se hará.
Relacionados
- El envejecimiento de la población española acerca el colapso de las pensiones
- El campo andaluz pide más ayudas para combatir el envejecimiento
- El envejecimiento de la población deja millones de casas vacías en Japón
- El envejecimiento se traslada al censo: más del 70% de los llamados a votar el 28-A tienen más de 40 años