
La caída del euribor por debajo de cero se ahondó en las últimas semanas y ya se halla en el 0,35% negativo. No hay visos de que esa situación se corrija en el corto plazo, debido a los planes del BCE de retomar próximamente las bajadas de tipos, lo que tendrá consecuencias sobre un gran número de hipotecas. No se cuentan entre ellas los créditos que se están firmando desde junio pasado.
La nueva Ley Hipotecaria supo adelantarse a este situación y establece un suelo para los intereses del nuevo crédito de este tipo en el cero por ciento. Sin embargo, sí se borran los diferenciales de las hipotecas más baratas aún vigentes concedidas en torno a 2008.
Es más, en algunos casos, se generan intereses negativos lo que, en teoría, daría base para que los prestatarios reclamaran pagos a sus bancos. Conviene evitar exageraciones y situar el problema en sus términos justos.
En primer lugar, no se trata de una situación generalizada en la cartera viva crediticia de los bancos españoles. En segundo lugar, resulta dudoso que la única respuesta que las entidades tengan que dar pase por pagar a sus clientes. Puede llegarse a otras soluciones que no distorsionen su negocio, como reducir el principal del préstamo. Sin embargo, en el ámbito judicial temen que los bufetes anti-banca no esperen a que las entidades hagan sus ofertas de acuerdos o vuelvan a acusarlas de falta de transparencia, y abran un nuevo frente contra el sector financiero.
El recorrido de ese posible conflicto es todavía incierto, pero no deben desdeñarse sus daños potenciales por el momento tan delicado en el que se plantearía. No en vano complicaría aún más la difícil situación judicial que afronta este otoño el sector, cuando se conocerá la sentencia de la UE sobre el índice IRPH.