Opinión

La investidura de las incongruencias

Pedro Sánchez durante la sesión de investidura. Foto: Archivo

Pablo Iglesias no ha aplaudido al candidato tras su discurso. Salvo cuando ha mencionado la lucha contra la violencia de género, aspecto en el cual todos están de acuerdo. La gran sorpresa es por tanto la distancia que separa a ambos tras la renuncia del líder de Podemos a sentarse en el Consejo de Ministros. Pero la mayor incoherencia que se ha vivido hasta ahora en la sesión de investidura, al margen de lo que pase en las votaciones, está en la posición del candidato. Su partido está buscando un acuerdo con la fuerza situada a su izquierda, discutiendo sobre la entrada de alguno de sus dirigentes en el ejecutivo, y entretanto el aspirante a Moncloa solicita encarecidamente a los grupos al otro lado del espectro ideológico que garanticen su elección. La cosa no queda ahí: Sánchez ha aceptado, aunque luego como todo lo ha matizado, ministros de Podemos tras haberlo negado durante semanas; ha aceptado que tendrá ministros de la dirección de Podemos tras haber exigido en otro momento de la negociación que tuvieran perfil tan sólo técnico; ha aceptado que tendrá ministros que han dicho que en España hay presos políticos, tras vetar a Pablo Iglesias para el Consejo de Ministros con la imposible aceptación de esas posiciones contra el Estado de Derecho. ¿Aceptará el candidato nombrar responsables de carteras "sociales" a personas que como Iglesias llevan años defendiendo el derecho de autodeterminación?.

Sánchez traicionará su estrategia moderada y el talante centrista, con el que se ha presentado ante los ciudadanos en estos últimos meses, al pactar con una fuerza de extrema izquierda si es que finalmente esa fórmula se abre paso. Y mientras tanto, alude constantemente a la bancada conservadora, a la que menciona con el mismo desprecio con el que años antes exigió a Rajoy que pactara con "sus iguales". Por cierto, con alguno de "los iguales" a Rajoy están también pactando el candidato para cosechar sus votos, léase PNV.

También tiene algunas incongruencias Pablo Iglesias en esta investidura forzada por los deseos del PSOE de ir a las urnas de nuevo si no logra sus propósitos. En un momento de la negociación aceptó hasta cambiar sus posiciones respecto a Cataluña con tal de estar en la sala monclovita donde se deciden las políticas del Estado. En las entrevistas que concede Iglesias en su despacho puede verse el libro El Universo de Orson Welles, que hemos escrito unos cuantos frikis del cine clásico. Pero le haría falta otro de la misma colección, El Universo de los hermanos Marx que escribimos un par de años después en la misma editorial Notorious, en el que se disecciona el axioma marxista sobre abandonar los principios propios para ponerse de acuerdo con el interlocutor si así lo exige. Más hermanos Marx y menos maximalismo.

Las incoherencias de los independentistas quedan al descubierto si vamos a la raíz de todo lo que hoy está ocurriendo en la política española. Provocaron el final de la legislatura al no apoyar los presupuestos que elaboraron socialistas y podemitas, y dicen que van a apoyar ahora directa o indirectamente a un gobierno cuyo pacto interno se basa en aquellos mismos presupuestos. Van a aceptar en esta legislatura lo que rechazaron en la pasada. Cuando dentro de unos meses pidan un referéndum en Cataluña a cambio de aprobar unos nuevos presupuestos, podrán de nuevo provocar con su voto negativo la caída del gobierno. Un "repetimos" que es justo lo que los españoles detestan.

Queda todavía un trecho para saber si Sánchez pactará un gobierno con Podemos, que supondría la entrada de la extrema izquierda en el gobierno. Las socorridas vacaciones del mes de agosto mitigarían entonces la oleada de protestas callejeras que se convocarían contra esa radicalidad instalada en el poder. O tal vez no.

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