Motor

La historia del naufragio de 4.000 coches de lujo por el incendio de un Porsche eléctrico "defectuoso": así fue el desastre del Felicity Ace

Foto: Felicity Ace.

"Hoy, a primera hora de la mañana, durante el remolcado que había comenzado el pasado 24 de febrero, el buque Felicity Ace (con bandera de Panamá) perdió la estabilidad y se hundió a unas 25 millas náuticas, lo que equivale a 46 kilómetros, en una zona cuya profundidad es de unos 3.000 metros", informaba la Marina Portuguesa a inicios de 2022. Dos años después, el naufragio de la embarcación con 4.000 coches de lujo ha vuelto a la luz tras las dos demandas impuestas al Grupo Volkswagen por el incendio que causó el desastre del carguero.

Según un análisis realizado por la compañía de gestión de riesgos Russel Group, y recogido por The Washington Post, las pérdidas del naufragio ascendieron a un valor de 438 millones de dólares, de los cuales 400 correspondieron a los vehículos que se transportaban. Entre ellos, había coches del grupo Volkswagen como Audi Porsche, Lamborghini y Bentley, todos coches de alta gama que ahora yacen en el fondo del mar, a 3.000 metros de profundidad. Sin embargo, toda la tripulación abandonó el barco y fue devuelta a tierra por la Armada portuguesa.

También había varios coches de segunda mano que se estaban enviando a EEUU, como un Land Rover Santana de 1977, un Honda Prelude SiR de 1996 y un BMW 750i de 2007.

Ante este escenario, Porsche está siendo demandada por Mitsui OSK Lines, que opera el barco; y Allianz, que lo aseguró, según una publicación de Bloomberg. Las demandas afirman que un "vehículo eléctrico defectuoso fabricado por Porsche" provocó el incendio y que el Grupo Volkswagen, propietario de todas las marcas de automóviles mencionadas, no informó a Mitsui y Allianz sobre los "peligros y medidas de precaución necesarias para transportar un vehículo eléctrico".

La demanda afirma que el incendio "se inició en una batería de iones de litio de un Porsche". Sin embargo, no se conoce a ciencia cierta el modelo, pero las posibilidades incluyen un Taycan (estaba equipado con una batería de litio con una capacidad bruta de 79,2 kWh) , o quizás una batería híbrida enchufable (PHEV) más pequeña en un modelo como el Cayenne o el Panamera. El barco también transportaba el vehículo eléctrico Volkswagen ID.4.

La demanda se presentó ante un tribunal de Stuttgart, donde se encuentra la sede de Porsche. Se trata de un caso presentado el verano pasado y que fue pausado debido a las conversaciones de mediación previstas para una segunda demanda, actualmente ante un tribunal de Brunswick, Alemania. Ambos casos se reanudarán si las partes no llegan a un acuerdo.

Los barcos que no quieren llevar coches eléctricos

Tras esta tragedia, y otras de menor magnitud, se ha abierto un debate respecto a la seguridad del transporte de coches eléctricos en barcos. Mientras BYD levanta una flota de buques gigantes para invadir Europa con sus coches eléctricos, algunas navieras como Armas Trasmediterránea ha prohibió el embarque a este tipo de vehículos tras recibir dicha imposición de Visentini, el armador de sus barcos, esto a raíz de que la aseguradora Allianz Global Corporate & Speciality (AGCS) concluía en un informe que las baterías de los automóviles eléctricos "ponen en peligro la seguridad de los buques por su riesgo de combustión espontánea".

En esta línea, la naviera noruega Havila Kystruten fue más radical y decidió no transportar coches eléctricos, ni híbridos, ni de hidrógeno, por razones de seguridad ante posibles incendios. Esto a sabiendas de que Noruega es el país que más coches eléctricos vende de Europa con un 80% de cuota de mercado.

"La decisión se tomó tras un análisis de riesgos externo realizado para nosotros. El resultado de este análisis supone que hemos decidido no embarcar este tipo de vehículos por razones de seguridad", confirmó Lasse A. Vangstein, y recoge La Gaceta, responsable de comunicación de Havila Kystruten.

Informes sobre estos coches, sin embargo, evidencian que los coches eléctricos son mucho "menos propensos a incendiarse que los térmicos", por lo que el problema reside en realidad en los métodos de extinción, que deben adaptarse a esta tecnología, detalla The Guardian.

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