
Ante una avería o problema de mantenimiento en un vehículo, siempre es aconsejable llevarlo a un taller mecánico, donde nos aseguraremos que realicen las labores pertinentes de manera correcta.
Sin embargo, existen algunas tareas, relativamente sencillas, que los propios usuarios pueden realizar por ellos mismos. Que se realicen bien o mal dependerá de la pericia de cada uno, pero si queremos ahorrar unos euros, conviene al menos intentarlo. Y de salir mal, siempre podemos recurrir a la primera opción de llevarlo al taller.
Una de estas labores es el cambio de bombilla. Por lo general, las luces de cruce, las largas, las antinieblas, los intermitentes o las luces de freno se suelen fundir cada cierto tiempo. Puede ocurrir también, por ejemplo, que en una colisión queden mal conectadas e incluso que se rompan. En estos o en otros casos, es necesario reemplazar la bombilla.
Cómo cambiar la bombilla
Lo primero de todo es saber qué tipo de luz emplea el coche. En este sentido, existen luces halógenas, de xenón o de led, y cada una de ellas posee infinidad de tipos diferentes. Y del mismo modo, la fuente de alimentación de la que obtenga la energía también puede variar. Es decir, no vale cualquiera. Podemos averiguar qué bombilla utiliza el coche al consultar el manual del vehículo.
Una vez obtenido el recambio, podemos disponernos a cambiar las bombillas. Es necesario que estén apagadas, y para ello lo mejor es que el motor esté directamente apagado. Incluso, será mejor que esperemos a que el motor se enfríe, para evitar posibles quemaduras.
En el mismo manual se suele explicar la manera de acceder a las bombillas. Por lo general, el acceso a las delantera se suele ubicar en el vano del motor, por lo que únicamente se necesita abrir el capó. En otros modelos, en cambio, será necesario retirar las ruedas para lograr acceder al compartimento de luces. En el caso de las luces traseras, el acceso suele encontrarse al abrir el maletero.
Teniendo acceso a las luces, hay que quitarlas. Muchas irán a rosca, pero otras están sujetas con grapas o alambre. En cualquier caso, es una maniobra que se debe hacer con cuidado para evitar que la bombilla se parta. Quitada una, hay que colocar la nueva.
Ya solo queda volver a colocar todo en su sitio y comprobar que las nuevas luces funcionen bien.