
La economía estadounidense ha comenzado el tercer trimestre con buen pie. Hemos podido apreciar cómo, tanto los sondeos de actividad empresarial como los de confianza de los consumidores, recuperaron los elevados niveles alcanzados a finales de marzo; y las bolsas siguieron avanzando. Durante el primer semestre, el crecimiento se situó ligeramente por debajo del 2%, un dato que debería repetirse en la segunda parte del año. Esta evolución, al igual que el último comunicado de la Reserva Federal, han venido a confirmar nuestro escenario de reducción del balance del banco central estadounidense a partir del mes de octubre (anunciado durante la reunión de septiembre) y de subida de los tipos de interés en diciembre. Prevemos, asimismo, un aplanamiento de la curva de rendimientos en Estados Unidos motivado por una elevación de la parte corta y un ajuste más moderado de la parte larga.
En paralelo, en Europa, el acelerón económico continúa y los riesgos para el crecimiento están orientados al alza. El Banco Central Europeo (BCE) confirmó recientemente la mejoría de las perspectivas de la zona euro al tiempo que advertía especialmente acerca de los riesgos de un excesivo endurecimiento de las condiciones financieras.
Aunque, sin lugar a dudas, nos dirigimos inexorablemente hacia una política monetaria menos expansiva, los niveles de inflación y la recuperación actual necesitan todavía del apoyo del BCE. La persistencia del excedente de capacidad en el mercado laboral tampoco augura alzas de los salarios y los precios a medio plazo. Pero no debemos obviar que, a pesar de que las bolsas europeas se benefician del empuje del crecimiento y el descenso de la volatilidad, la revalorización del euro supone un coste para las empresas exportadoras.

En julio vimos como el euro siguió revalorizándose frente al dólar y el franco suizo, mientras que el índice del dólar acumula ya una caída de casi el 9% en el año. El cambio de percepción de los inversores sobre la zona euro y la política monetaria del BCE, sumado al fracaso de las reformas en Estados Unidos, explican esta evolución. Sin embargo, a los niveles actuales, esperamos un ligero repliegue de la moneda europea y mantenemos nuestro posicionamiento neutral en las carteras.
En el entorno actual de normalización de los tipos de interés en Europa, hemos decidido reducir la duración de la exposición a renta fija en las carteras en euros y francos suizos. Consideramos que, actualmente, existe un riesgo asimétrico de subida de los tipos de interés. A la vista de la reacción de los mercados ante los últimos anuncios del BCE, pensamos que la entidad tendrá dificultades para poner en marcha un dovish tapering, es decir, transmitir una postura expansiva prolongando su programa de compra de activos, pero reduciendo al mismo tiempo su importe mensual. Dentro de la exposición a renta fija, mantenemos nuestra preferencia por la deuda corporativa y los bonos de alto rendimiento.
Durante el mes de julio también aumentamos el peso en nuestra cartera de la renta variable emergente. Impulsada por la debilidad del dólar y, en particular, por los excelentes datos económicos de Asia, esta clase de activos sigue registrando las mejores rentabilidades desde comienzos de año. No obstante, nos mantenemos atentos a la evolución del crecimiento chino, sostenido artificialmente durante el primer semestre por la inversión pública y la continuidad del endeudamiento. A este respecto, la reorientación de la economía hacia el consumo interno y las importaciones parece haberse ralentizado, como indica el rebote de la actividad manufacturera y las exportaciones.
Destacar, finalmente, que el precio del petróleo se aproximó a los 50 dólares por barril a finales de julio, lo que supone un incremento de más del 8% durante el mes. Esta revalorización acerca el precio del crudo a nuestra horquilla de variación de 50-55 dólares prevista para la segunda mitad del año. El anuncio de Arabia Saudí de que reducirá su producción y el descenso de las existencias estadounidenses explican este movimiento.
Es poco probable que el precio del barril supere los 55 dólares a medio plazo, habida cuenta de los 450 nuevos pozos que se han abierto en Estados Unidos desde junio de 2016.