Bolsa, mercados y cotizaciones

La euforia inicial de Wall Street puede ser flor de unos pocos días

  • La subida de estos días de la bolsa sufrirá el impreciso programa político de Trump

En el parqué de la Bolsa de Nueva York el entusiasmo es evidente. Aquellos operadores que implícitamente habían apoyado la candidatura del republicano Donald Trump y hasta ahora guardaban las formas de lo políticamente correcto, ahora cuelgan una pancarta que reza aquello de ?Hagamos América grande de nuevo?. Una píldora difícil de digerir para algunos de los votantes todavía en shock y que demuestran su malestar en las distintas protestas organizadas en la ciudad, pero que ha hecho que el S&P 500 acumule una subida superior al 3 por ciento esta semana y que el Dow Jones marcase nuevos máximos históricos.

"El impulso en las bolsas y, sobre todo, en el sector financiero está motivado por el mercado arropando tasas de interés más altas, ante un crecimiento potencial mayor, un encarecimiento de los precios y menor regulación", justificaba Mohamed El-Erian, consejero económico jefe de Allianz. Su explicación coincide con el ímpetu de los operadores. Kenny Polcari, director de operaciones de O'Neill Securities, menciona la revisión del código tributario y algunas de las oportunidades económicas de las que se han hablado, "pero que todavía desconocemos", como posibles impulsos para el mercado. Por su parte, Peter Tuchman, de Quattro Securities, señalaba que Trump tendrá que rodearse de un equipo "muy inteligente" y si lo hace "eso será muy positivo para el mercado".

No lejos del 11 de Wall Street, en Goldman Sachs, Ben Snider, diseccionaba la propuesta de reforma del código tributario propuesta por el presidente electo y cómo la rebaja del impuesto de sociedades impactará en los beneficios de la empresas que componen el S&P 500. "Nuestros economistas estiman que es muy probable que se apruebe una revisión en 2017, pero no exactamente como propuso el empresario", esperan. Según la propuesta de Trump, el impuesto de sociedades se reduciría hasta el 15 por ciento desde el 39 por ciento, mientras el Congreso, también en manos republicanas, busca reducirlo hasta el 20 por ciento. Pese a que, actualmente, las empresas de EEUU cuentan con los impuestos más altos del mundo, realmente pagan una media agregada del 26 por ciento, menos de lo estipulado.

Snider y su equipo, que actualmente proyectan un beneficio por acción de 116 dólares para los componentes del S&P 500, prevén que una rebaja del impuesto de sociedades al 20 por ciento impulsará ese beneficio por acción hasta 125 dólares (un 8 por ciento más que el escenario base y un 19 por ciento más de lo que se espera este año). Si Trump logra reducir esta tasa impositiva hasta el 15 por ciento estimado en su plan de campaña, el beneficio por acción del S&P 500 subiría hasta 133 dólares (un 14 por ciento más que el escenario base y un 26 por ciento por encima del beneficio previsto para este año).

Es importante tener en cuenta que este tipo de rebajas pueden incentivar a las multinacionales a repatriar parte de los más de 2 billones de dólares fuera de las fronteras del país. Se espera que si esto ocurre, las compañías incrementen la inversión en suelo americano, aunque también aprovecharán parte del dinero para seguir fomentando su ingeniería financiera a través de recompras de acciones y retribuciones de capital.

Proyecciones que dan explicación al reciente optimismo que se vive en el distrito financiero de Manhattan, donde muchos bancos mantienen cierta esperanza ante la previsión de que la administración Trump y un Capitolio bajo la hegemonía republicana desmantelará la reforma financiera Dodd-Frank aprobada tras el azote de la crisis financiera de 2008. Si a ello sumamos la derogación de la reforma de salud, más conocida como Obamacare, un paquete de gasto en infraestructuras (que Trump proyecta en 550.000 millones de dólares) o la revisión de límites en industrias energéticas convencionales, el impulso económico a corto plazo puede llegar a materializarse.

Un impacto a largo plazo

Aún así, estas medidas, como tal son un arma de doble filo. "La combinación de las políticas fiscales, comerciales y de inmigración de Trump, probablemente, estimulará el crecimiento económico inicial, pero es probable que lo reduzcan en el horizonte", advierte Mark Doms, economista de Nomura en Nueva York. Desde su punto de vista, "la combinación de un estímulo fiscal y una política proteccionista sobre las importaciones es probable que aumente notablemente la inflación y el déficit", aclara. Es por ello que la Reserva Federal, que hasta ahora proyecta una normalización lenta y moderada en su política, pueda verse obligada a forzar de forma agresiva su endurecimiento monetario.

Al mismo tiempo, la revisión tanto de las políticas migratorias como de las políticas comerciales, con un acercamiento más proteccionista, puede pasar factura a distintos sectores. Ya lo hemos visto durante la semana que dejamos atrás, donde las tecnológicas han sufrido importantes caídas. Entre ellas Amazon, cuyo fundador Jeff Bezos y el propio Trump ya mostraron sus diferencias en Twitter durante la campaña. Bezos dio la enhorabuena al presidente electo tras su victoria, pero eso no quiere decir que la minorista online más grande a este lado del Atlántico sufra represalias más adelante. El gurú de la renta fija, Jeffrey Gundlach, fundador de DoubleLine Capital, recomendó ayer en la CNBC alejarse del grupo de acciones conocidas como F.A.N.G (Facebook, Amazon, Netflix y Google) y otras firma relacionadas.

Silicon Valley es una de las áreas que más dependen de la inmigración y donde las cábalas fiscales permiten a muchas tecnológicas pagar bajos impuestos o fiscalizarlos en el extranjero. Si a esto sumamos una política comercial más restrictiva que obligue a la contratación de empleados americanos, algunos analistas estiman que esto encarecerá los costes laborales a medio y largo plazo. Una dinámica que acabará por afectar las cuentas de muchas firmas, no sólo tecnológicas sino también de otros sectores, lastrando la actividad económica a medio plazo en mitad de un encarecimiento de la financiación y un aumento del apalancamiento del Gobierno.

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