
Los ETF no dejan de ganar cada vez más cuota de mercado en la industria de inversión europea. El año pasado marcó un récord en flujos netos, con entradas de dinero por valor de 247.000 millones de euros. Y en enero se ha mantenido esta tendencia, con casi 33.000 millones de euros, lo que sitúa ya su volumen patrimonial en los 2,37 billones.
Aunque los inversores buscan en los ETF un vehículo de bajo coste que les permite acceder casi a cualquier mercado y clase de activo, lo cierto es que se trata de un producto que, tratando de mantener la trasparencia y la liquidez que les caracteriza, no deja de reinventarse para seguir creciendo.
De ahí que desde hace unos años hayan aparecido los denominados ETF activos que, en vez de replicar un índice, buscan añadir un extra de rentabilidad al puro comportamiento del mercado mediante una selección determinada de activos, en función de distinto criterios, que tratan de descorrelacionarse algo más de lo que sería la indexación pura.
Este segmento ha sido un terreno fértil para las gestoras que se han adentrado en el mundo de la gestión pasiva, un mercado dominado por unas pocas marcas que, a base de volumen y precios ultrabajos, se han convertido en gigantes imbatibles, como BlackRock, que controla la mitad del dinero en ETF europeos.
La búsqueda en los últimos años por parte de los inversores de fondos pasivos que replican al S&P 500, por el tirón de los grandes valores tecnológicos, ha permitido este crecimiento, y competir con estas firmas se ha convertido en una misión imposible.
Los ETF activos se han convertido en la solución. Y es lo que ha permitido a JP Morgan AM convertirse en líderes de este segmento, con una cuota del mercado europeo del 55%, de un volumen total que alcanzó el año pasado los 54.400 millones de euros, que representa tan solo el 2,5% de lo que manejan los fondos cotizados en Europa.

Las gestoras medianas están acelerando su crecimiento en este segmento, como una forma de adentrarse en la gestión pasiva de una manera diferenciadora. De esta manera, firmas como Jupiter, Janus Henderson o Schroders han sido las últimas en lanzar fondos cotizados activos, siguiendo los pasos de Robeco o Fidelity International. La primera, en colaboración con HANetf, especializados en ETF de marca blanca, ha registrado un ETF de deuda soberana global, el Jupiter Global Government Bond Active Ucits ETF, una clase de activo que con la normalización de los tipos de interés ha vuelto a coger tracción.
Janus Henderson, que el año pasado adquirió Tabula IM, un proveedor independiente de fondos cotizados centrado en clientes institucionales, también quiere ampliar su negocio de este segmento en Europa, aprovechando su experiencia en EEUU, donde son el cuarto mayor proveedor mundial de ETF activos de renta fija por volumen patrimonial. Y para distinguirse acaban de lanzar un fondo cotizado activo centrado en activos titulizados, el Janus Henderson Tabula EUR AAA CLO UCITS ETF.
Por su parte, Schroders también quiere aprovechar su experiencia en ETF activos en EEUU y Australia, por lo que acaba de registrar un fondo cotizado de este tipo en Dublín, centro financiero que se ha convertido en un serio competidor de Luxemburgo. "A medida que evoluciona el sector y se amplían los tipos de estructuras de fondos, revisamos constantemente qué demandan nuestros clientes y qué estructuras son más eficaces para gestionar sus inversiones. Con el crecimiento del mercado de ETF activos en toda Europa, revisamos dónde ofrecer estas nuevas estructuras de fondos para aportar valor a nuestros clientes", señalaba la firma.
Firmas como Robeco ya dieron el paso el año pasado, con el lanzamiento de cuatro ETF activos, tres de ellos basados en la experiencia de la gestora en estrategias cuantitativas y de optimización de índices, mientras que Fidelity ya cuenta con una treintena de fondos cotizados activos.