
Encaramos los coletazos finales de este 2024 con muchas cosas que monitorizar. No parece, ni mucho menos, que podamos darlo por concluido, si ello significara que estas últimas semanas vayan a ser tranquilas en lo que a movimientos en los diferentes mercados se refiere. Habrá que ir viéndolo. .
En cualquier caso, lo que sí parece claro es que también hay muchas incógnitas, aunque parecen ya ser menos según se han ido produciendo eventos y datos y confirmando o no expectativas. Está siendo este un año para que los posicionados en bolsas sonrían, sobre todo los que tengan sesgo en sus pesos hacia las bolsas americanas, hacia el dólar, el oro o el bitcoin, entre otros activos. Cada uno de esos comportamientos tiene motivos específicos, aunque hay uno común que viene empujando a todos ellos: el resultado electoral en Estados Unidos.
En general, las bolsas europeas están dando menos alegrías, aunque también están enseñando el verde en su comportamiento en lo que llevamos de año. Pero es un verde menos convencido, con menos garantías y con más incertidumbre sobre lo que podrá ser a partir de ahora. Sobre todo porque Europa y su economía, y también sus economías a nivel desagregado, con Alemania como el principal señalado, no va bien, o no del todo bien, y son ya varios trimestres consecutivos sin mejorar. Concretamente sigue siendo el país germano la principal economía en nuestro continente.
Y menos contentos estarán, a priori, los que más expuestos estén a tipos, con las curvas americana y europea que descontaron demasiado los recortes en tipos desde mayo hasta septiembre. Sobre todo, la primera, teniendo que reajustar expectativas de tipos de manera importante después. Y ese reajuste, que hacía esperar menos recortes de los anticipados, se tiene que plasmar en movimientos de rentabilidades al alza en este último trimestre, lo que ha ocurrido de manera más agresiva en Estados Unidos. Porque, además, la divergencia entre lo que pasa en la economía americana y la europea, y en cómo se plasma en sus mercados financieros y de capitales, se hace cada vez más notable en los últimos tiempos. Esto se antoja fundamental y es consecuencia de algunas causas. Y la evolución de esta brecha entre ambos, o hasta dónde puede seguir manteniéndose, será cuestión baladí para seguir en el inicio de año y en su evolución.
En Estados Unidos, ese movimiento al alza en tipos de los últimos 2 meses no ha venido acompañado de más debilidad en las bolsas, como ha sido el caso en los últimos tiempos en que las subidas de tipos penalizaban a sectores de crecimiento versus los de valor, a los que más pesan en los índices, la tecnología. Pero esas dinámicas han cambiado. Ahora la economía americana tiene sus propios resortes para que sus bolsas estén soportadas independientemente de lo que le pase a los tipos, a saber: buenos resultados empresariales en el tercer trimestre, con 3 de cada 4 empresas mejorando expectativas de ganancias, datos macroeconómicos sorprendentemente buenos, como los últimos PMI que anticipan actividad económica o el reciente PIB del tercer trimestre, las rotaciones que se producen en ese mercado y que permiten no castigar mucho a los índices en peores sesiones mientras hay un rebalanceo de posiciones por sectores y no ventas netas y el empuje del Trump-trade.
Desde las elecciones americanas, las bolsas encuentran muchas y buenas razones, para celebrar este resultado, mientras se va monitorizando la nueva administración. No todos los elegidos son bien recibidos, pero hay algunos nombramientos que han supuesto, empujes adicionales, como el de Scott Bessent, nuevo secretario del Tesoro que viene con la etiqueta del pragmatismo. Un perfil en teoría más moderado y que los agentes de mercado entienden como muy conveniente para convertir la agresiva retórica de Trump en una aplicación más equilibrada en torno a esos objetivos de Bessent de alcanzar con ello el 3% de crecimiento del PIB, la reducción del déficit al 3% de aquí a 2028 (un problema del que habrá mucho que hablar) y la producción de 3 millones de barriles diarios de petróleo más respecto a los 15 que ya produce.
Habrá que ver cómo se va implantando todo esto, sin perder de vista las reacciones de un Trump del que siempre puede esperarse cualquier cosa que desestabilice a los mercados. No será tal problema si eso es coyuntural, como tantas veces, y como ha sido la última amenaza de la imposición de tarifas. También habrá que ver cómo evoluciona la inflación en este país, toda vez que se reconoce lo que cuesta cumplir hacia los niveles objetivos, y el mercado laboral. En definitiva, Estados Unidos va bien y no tiene por qué dejar de hacerlo.
Para Europa la cuestión es diferente. Si volvemos al alza en tipos que se ha producido también desde que se reajustan expectativas después del verano, la verdad es que ha sido mucho menos notable que el vivido por la economía americana. Hasta el punto de que, actualmente, el principal activo libre de riesgo en Europa, el Bund, se encuentra a niveles cercanos a los de mediados de septiembre.
Pero la bolsa europea sí que se ha visto afectada de manera negativa desde las elecciones americanas, y esto es fundamentalmente porque a los propios problemas que ya afrontaba una situación macroeconómica bastante peor que la americana, una inflación que se demuestra incapaz de seguir cayendo en sus últimas observaciones y salarios al alza, como mostraba la última encuesta del BCE, se añade los que vienen también de esperar una situación más complicada derivada de las políticas de Trump.
Aunque haya países europeos que no dependen comercialmente tanto de Estados Unidos, difícil es escapar de los efectos de segunda ronda derivados de la peor situación que encontrarán los que dependen más, que podrán sufrir más, acabando por crear situaciones para Europa que puedan ser más estructurales. Todo ello hace que los tipos en Europa puedan seguir una evolución diferente, derivada de la diferente casuística respecto a Estados Unidos, y esto se plasma de manera clara en lo que el mercado espera en términos de recortes de tipos futuros para el BCE, bastante más acusados en forma y fondo que para la Fed.
Históricamente, no es frecuente llevar caminos tan dispares respecto a Estados Unidos, una locomotora que arrastra a todas las economías del mundo. Veremos cómo evoluciona esta brecha y el papel que van jugando otros protagonistas. De momento, a falta de un mes para dar por concluido el año, aparece la buena noticia de la tregua en el conflicto de Oriente Próximo, algo que debe de ser bueno para todos, pero que también debe de demostrarse como cierta, sin romperse entre las partes, como ya parecen acusarse estos días. Con todos estos ingredientes cocinándose, el emplatado final vendrá con la configuración del nuevo año. Esperemos que, con el avance del mismo, podamos ir degustando un resultado final que seguirá dependiendo de otros factores. Porque todo sabe mejor o peor en función de cómo y con quién se compartan los manjares.