
De confirmarse la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, estaríamos ante una abrumadora ola republicana, con la presidencia de Trump y el control del Senado y la Cámara de Representantes por parte del mismo partido, siendo la primera vez que se da esta situación desde Ronald Reagan.
Este control total sobre el poder ejecutivo (Gobierno) y el poder legislativo (Congreso) solo está garantizado por dos años. En 2026 tendrán lugar las elecciones de mid term, donde se elige un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes. Por lo tanto, es de esperar una avalancha de medidas legislativas para implementar la agenda republicana durante estos dos próximos años. Pasado dicho periodo, ni el presidente ni el partido republicano tendrán la certeza de contar con el respaldo del Congreso para sus nuevas medidas.
De acuerdo con los mensajes lanzados durante las últimas semanas, las prioridades de la nueva Administración Trump se centrarán en: extender las rebajas fiscales que vencen a finales de 2025 e introducir nuevas rebajas de impuestos, especialmente a las familias; poner coto a la inmigración ilegal; y relajar la regulación de numerosos sectores como el petrolero, financiero, autos y telecos; se revitalizarán y agilizarán las inversiones en energía nuclear, a la vez que se podrían limitar las actuales subvenciones a las energías renovables.
Una de las propuestas del partido republicano es la aprobación del Reciprocal Tariff Act (Ley de Aranceles Recíprocos), que pretende aplicar a los socios comerciales de Estados Unidos al menos los mismos aranceles que soportan los productos estadounidenses exportados a dichos países. De acuerdo con el análisis que acompaña a esta propuesta, los aranceles medios que soportan los bienes estadounidenses son del 6%, mientras que los aranceles medios aplicados a los productos importados son del 3%. En cualquier caso, la imposición de aranceles más elevados sobre determinados productos, como los autos europeos, se da por descontado.
La agresividad de los aranceles a China irá mucho más allá, hasta el 60%. Se considera que las inversiones chinas en sobreproducción de numerosos productos y materiales geopolíticamente relevantes, como el acero, suponen un riesgo de seguridad para los Estados Unidos. El partido republicano considera que la nueva Administración no puede permitir que China realice dumping en la venta de su acero, provocando el cierre de fábricas de acero alrededor del mundo y en Estados Unidos, cuando el acero es fundamental para la seguridad del país, especialmente para la industria militar.
La exigencia de un mayor gasto en defensa a los socios europeos de la OTAN está garantizada. El 2% del PIB en gasto en defensa para los miembros de la OTAN pasa a ser un mínimo inexcusable, siendo el objetivo superior al 3%.
La primera reacción de los distintos activos financieros refleja lo que están descontando los inversores:
- La fuerte subida inicial de las bolsas de EEUU. descuenta menos impuestos, menos regulación en sectores y una política más amigable con las empresas. De hecho, el índice Russell 2000, que recoge a empresas medianas y pequeñas, subió más de un 5% el primer día tras la elección.
- Los tipos de interés de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 y 30 años han experimentado fuertes repuntes al alza, hasta 4,4% y 4,6%, respectivamente. Detrás de este movimiento se descuenta un mayor déficit público, al poder aprobar medidas de recortes de impuestos y de incremento de gasto sin oposición en el Congreso y una mayor previsión de inflación por la descontada imposición de aranceles a China del 60% y al resto del mundo de una cuantía sensiblemente inferior, así como medidas encaminadas a priorizar la producción local frente a las importaciones (America First).
- El dólar se ha fortalecido de forma sustancial. La explicación a este movimiento está en la previsión de un menor margen de maniobra de la Reserva Federal para bajar los tipos de interés en la cuantía que estaba descontado hasta antes de las elecciones. La previsible mayor inflación limitará la intensidad y el número de las bajadas de tipos de interés.
- El bitcoin alcanza máximos históricos. El pasado julio, Trump dijo en la conferencia anual de bitcoin en Nashville, que EEUU debería tener una reserva estratégica de bitcoin. Para ello, consideraba que no se deberían vender los bitcoins incautados, como sí han hecho otros países como Alemania o la propia Administración Biden.
- Aunque el oro inicialmente haya retrocedido tras el resultado electoral, se mantiene en niveles cercanos a los máximos históricos. El inevitable aumento de la deuda pública y la previsible monetización de parte de dicha deuda sirven de soporte de su precio.
- Las automovilísticas europeas como BMW y Mercedes-Benz han sufrido fuertes caídas iniciales en sus cotizaciones ante la previsión de aranceles en EEUU.
- Las energéticas con exposición a energías renovables en Estados Unidos, como Iberdrola o Acciona, también han sufrido fuertes descensos iniciales ante el temor de menos subvenciones al sector y un entorno regulatorio menos favorable.
Los mercados financieros suelen sobrerreaccionar, tanto al alza como a la baja, ante noticias sorpresivas, generando incluso buenas oportunidades de inversión. En cualquier caso, tras esta primera reacción, habrá que esperar a que se calmen los mercados para realizar una valoración más sosegada.
Entre el 5 de noviembre (día de las elecciones) y el 20 de enero (día de la toma de posesión del nuevo presidente) hay 76 días. En un mundo tan convulso como el actual, durante este periodo tan prolongado pueden surgir noticias y eventos, de carácter geopolítico o incluso judicial, que provoquen volatilidad adicional en los mercados financieros.