Opinión

El triunfal regreso de Donald Trump

  • El conservadurismo social puritano y el libertarismo posliberal serán el centro de su política

Según los primeros análisis, y cuando aún se están contando los últimos votos, tres han sido los asuntos clave que han devuelto a Donald Trump a la Casa Blanca tras su incontestable victoria sobre la Vicepresidenta Kamala Harris. El primero, la economía, como principal preocupación entre los votantes conservadores, con una inflación que ha dañado los bolsillos de los estadounidenses, y que si bien se ha contenido en el último año, llegó a alcanzar 7% en 2021. Trump regresa con la promesa de más libertad y menos impuestos, y por supuesto, con el proteccionismo de su America First que tantos conflictos comerciales desató a nivel internacional durante su primer mandato.

El segundo, la inmigración y la seguridad interna. Los republicanos han sabido culpar a la Administración Biden de una crisis migratoria cuyas causas se encuentran a miles de millas de las fronteras estadounidenses. A pesar de sus intentos, Kamala Harris no ha podido desvincularse de sus cuatro años como Vicepresidenta, precisamente en un asunto que hizo suyo durante los últimos cuatro años. Con Trump de nuevo en el poder, no sólo se esperan deportaciones masivas, sino una política mucho más dura hacia los países de origen de la inmigración, lo que podría dificultar las relaciones con sus vecinos del sur.

Y por último, la política exterior. Es cierto que para los estadounidenses es un asunto menor, muy por detrás de sus preocupaciones por la economía, la inmigración, la democracia o el aborto; pero también lo es que en este año electoral asuntos como la respuesta a la invasión rusa de Ucrania y el apoyo a Israel han tenido un impacto nada desdeñable en la campaña electoral.

Como el propio Donald Trump ha comentado en el primer discurso de celebración de su victoria, él no ha sido elegido para empezar guerras, sino para ponerles fin. Una postura consistente con su America First de corte unilateral y aislacionista y que, entre otras cosas, supone oponerse a mantener un cheque en blanco a Kiev para derrotar a Moscú, una política que desde las filas republicanas consideran errónea y que perjudica los intereses nacionales. El fin del paraguas de seguridad estadounidense supondrá además para Europa un cambio de era. Las relaciones transatlánticas sufrirán su particular reset, pues una nueva Administración Trump obligará a sus socios y aliados a gastar más en su propia defensa y a no depender tanto de Washington, lo que generará conflictos tanto de visiones geopolíticas divergentes como de industrias de la defensa compitiendo por un mismo mercado. En este apartado, el proteccionismo del America First seguro que tensionará aún más las relaciones con Europa.

Respecto a Oriente Medio, el impacto del conflicto entre Israel y sus enemigos regionales ha respondido a una estrategia distinta en el ámbito doméstico. Si su postura hacia Ucrania ha sido utilizada por parte de Trump para movilizar a su basa electoral, la conformada por el movimiento MAGA; por el contrario, sus críticas hacia la política de la Administración Biden respecto a Oriente Medio tenían como objetivo debilitar la coalición demócrata, especialmente en estados como Michigan, donde la población de origen árabe es vital en algunos distritos electorales. Tradicionalmente demócratas, las imágenes de los bombardeos israelíes sobre Gaza y Beirut mientras la Administación Biden mantenía su apoyo militar al gobierno de Netanyahu, ha alienado a muchos votantes potenciales de Harris, culminando en la sorprendente imagen de líderes musulmanes pidiendo el voto por Donald Trump como candidato de la paz. Como el propio Trump aseguró, "quién lo iba a decir", cuando como Presidente incluso prohibió la entrada al país de musulmanes procedentes de ciertos países sospechosos de colaborar con el terrorismo internacional.

Pero estas elecciones no sólo habría que entenderlas como una victoria de Trump, sino que cabe presentarlas como una auténtica marea roja al recuperar el Partido Republicano la mayoría en el Senado y lograr lo propio en la Cámara de Representantes, sin olvidar la holgada mayoría conservadora de la que disfrutan en el Tribunal Supremo. Es decir, con un partido unido en torno a su figura, con las instituciones federales bajo el control de su partido o bajo su influencia ideológica, la segunda Administración Trump será mucho más eficaz que la primera a la hora de cumplir sus promesas electorales.

A nivel doméstico supondrá una curiosa mezcla de conservadurismo social puritano y libertarismo económico posliberal, mientras que a nivel internacional se impondrá un pragmatismo unilateral reacio al multilateralismo pero que no temerá la competición. Todo con un único objetivo, Make America Great Again.

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