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La banca privada se pasa a las carteras indexadas para competir con los roboadvisors

  • Las grandes entidades financieras ya ofrecen este servicio a sus clientes 
  • El bajo coste de la gestión pasiva ha impulsado las carteras indexadas
Foto: Dreamstime
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Los millonarios, no por tener dinero, quieren pagar de más por la gestión de su patrimonio. Y, con la reducción de costes que representa la gestión pasiva, muchas firmas de banca privada se han lanzado a ofrecer un servicio de carteras indexadas, empujadas en parte por la aparición en los últimos años de roboadvisors o gestores automatizados como Indexa, Finizens o InbestMe, que, aunque todavía están lejos de alcanzar los volúmenes que manejan las grandes entidades financieras en gestión de carteras, cada vez ganan más peso entre las preferencias de los inversores.

Indexa, por ejemplo, que ganó relevancia el año pasado al salir a cotizar a BME Growth, ya figura entre las diez mayores firmas por volumen patrimonial en gestión discrecional de carteras, según los últimos datos de Inverco. Y, según señalan sus responsables, si se considera un umbral de medio millón de euros como baremo de lo que se empieza a considerar habitualmente a un inversor como cliente de banca privada, este roboadvisor ya cuenta con 294 cuentas (0,39% del total de los cerca de 80.000 clientes que tiene), que aglutinan 366 millones de euros ( casi el 16% del volumen total que maneja).

En otros gestores de este tipo, no es tan relevante pero sí que resaltan el interés que muestran los clientes de mayor poder adquisitivo en contratar sus servicios.

La última entidad financiera en sumarse a esta tendencia ha sido Santander hace unos meses a través de Santander Innova Index, siguiendo los pasos de Bankinter, BBVA o CaixaBank, que fue líder en este terreno y fue la pionera en lanzar sus carteras de gestión pasiva hace ya seis años, con su gama Smart Money, aunque son accesibles desde 500 euros de inversión.

Estas carteras se caracterizan por disponer de varios perfiles en función de la aversión al riesgo que muestre el inversor, y algunas entidades emplean sus propios fondos indexados, con lo que aprovechan el cobro de la comisión de estos productos, aparte del coste de la gestión de la cartera, que en el caso de CaixaBank aplica una comisión fija anual del 0,73% del saldo medio de la cartera.

La utilización de fondos indexados en lugar de ETF permite, además, aprovechar la ventaja del diferimiento fiscal en los traspasos de los fondos de inversión, cosa que no ocurre con los fondos cotizados.

La competencia dentro de las gestoras que ofertan ETF o fondos indexados está provocando también una reducción paulatina del precio de estos vehículos para ganar volumen, lo que también repercute en la facilidad para incorporar a las carteras cada vez más productos pasivos a un mínimo coste para el inversor.

¿Un servicio apropiado?

Ante este auge de la oferta de carteras indexadas, la pregunta obvia sería hasta qué punto tiene sentido su utilización entre clientes de banca privada. Ion Zulueta, director de análisis de la firma de asesoramiento independiente iCapital, considera que cuantas más herramientas tenga el banquero privado para prestar su servicio, mejor será para el inversor. Pero le surgen otras cuestiones. "Si un cliente huye de los fondos de gestión activa, ¿por qué va a confiar en que el gestor de su cartera de fondos pasivos vaya a generar valor? ¿Cuántos gestores son capaces de añadir valor a través de la gestión del asset allocation? ¿Cuántos hacen verdaderamente gestión de activos y no gestión táctica, donde se cometen aún más errores?¿Qué se puede cobrar al cliente si simplificas al máximo la gestión? ¿Es el mejor momento para reducir la exposición a gestión activa tras más de una década de underperformance, cuando, además, el entorno macro y de mercado parece estar cambiando? ¿Replicar determinados índices que están muy concentrados, y además caros, es una estrategia atractiva?", se plantea el experto.

Y las respuestas no son claras. Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G, explica que a los clientes de patrimonios elevados les ofrecen una gestión a medida, en la que internamente establecen una mandato y una estrategia, aparte de un perfil de riego. "Desde luego, una de las estrategias posibles es la indexada. No son estrategias con mucha demanda y somos muy cuidadosos al explicarlo, porque los clientes a veces quieren indexar el componente de renta variable de sus carteras, pero tienen menos claro qué hacer con la renta fija, que suele tener un peso relevante", subraya.

Aunque muchos clientes no sean conscientes, y aunque no todas las firmas de banca privada ofrezcan este servicio específico de carteras indexadas al 100%, las entidades utilizan este tipo de productos para sus estrategias de inversión, en combinación con los fondos de inversión activos. En Mirabaud, por ejemplo, los vehículos indexados tienen un peso de entre el 20% y el 40% de las carteras.

Y es que, como advierte Zulueta, "en una cartera de fondos activos tienes múltiples gestores invirtiendo para ti. La generación potencial de alfa está diversificada. En una cartera de fondos indexados en la que un solo gestor toma decisiones de asset allocation, concentras la generación de valor en un solo individuo o en el mejor de los casos, en el equipo que lo acompaña".

La gestión pasiva crece cada año en Europa, donde los ETF ya manejan un volumen de 1,85 billones de euros, según los últimos datos de LSEG, muy por debajo de los 8,10 billones de euros que aglutinan en Estados Unidos. De hecho, en el mercado norteamericano, han superado ya al volumen que manejan los fondos tradicionales.

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