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El paso en falso de un BCE en pañales: cómo la inflación más traicionera precipitó un recorte de tipos fallido

Un 'BCE' en pañales cometió un grave error de política monetaria en 1999. Foto: Dreamstime
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El error de política monetaria que cometió el Banco Central Europeo en 2011 es el más famoso que se recuerda en la historia del organismo, pero no es el único: hubo uno, en 1999, que ahora cobra especial relevancia por las similitudes que presenta con la situación actual. El BCE acaba de bajar los tipos de interés, pero lo ha hecho sin tener la inflación anclada en su objetivo del 2% y, lo más importante, sin confirmar que las subidas salariales no dispararán de nuevo a la inflación, uno de los peligros que reconoce la propia institución. ¿Será recordado este recorte de tipos como un error de política monetaria similar al que cometieron hace 25 años?

La bajada de tipos de junio ha sido polémica por la posibilidad de que el organismo se haya precipitado, y haya movido ficha antes de tiempo. La institución había sentado las bases de este movimiento meses antes de que se produjese, anticipando con tiempo la decisión. Este mensaje hizo inevitable el recorte de tipos, ya que, de no haberlo hecho, el BCE habría perdido credibilidad por cambiar de opinión después de meses anticipando la bajada. Sin embargo, es cierto que Christine Lagarde, presidenta del BCE, y el resto del Consejo de Gobierno del BCE, pueden estar escudándose en la necesidad de bajar tipos para echar un capote a los gobiernos de la zona euro que más endeudamiento presentan en este momento, como es el caso de Francia.

El BCE no tiene muy buena hoja de servicios con los cambios de ciclo en los tipos de interés. Tres errores de bulto para tres ciclos. Nadie dijo que anticiparse a la crisis fuera fácil y es difícil olvidarse de los dos 'trichetazos' durante la penúltima crisis económica. El BCE, bajo el mandato de Jean Claude Trichet, se precipitó de modo sangrante con dos subidas del precio del dinero, primero en 2008, y después en 2011.

En la reunión del 9 de julio de 2008, el guardián del centeno decidió elevar el precio del dinero en la eurozona del 4 al 4,25%. La crisis financiera en EEUU ya estaba en llamas. Tres semanas después, la Fed comienza a rescatar entidades financieras y ya había comenzado desde finales de 2007 a bajar tipos. El BCE tres meses después rectificó con los tipos e inició una senda bajista hasta llevarlos al 0,25%, ante el mayor crack bancario desde 1929.

El BCE de Trichet volvió a tropezar con la misma piedra en 2011 en otro ascenso extemporáneo. EEUU había salvado los muebles después de casi hundir al sistema financiero mundial y en el BCE se pensó que la crisis también había terminado. Enorme fallo de cálculo. Para el euro la crisis acaba de empezar y luego vinieron rescates de países enteros. Seis meses después de la subida de tipos, el nuevo presidente del BCE, Mario Draghi, asumió el cargo y recortó los tipos de interés hasta llevarlo a tipos negativos.

El primer error del BCE

Menos conocido fue el patinazo de 1999. Un bisoño BCE rebajó los tipos en la reunión de marzo de ese año, con la inflación en un raquítico 0,9% de crecimiento, pero la situación empezó a complicarse pocas semanas después de llevar a cabo este movimiento: la inflación de abril comenzaba a despertar, con un crecimiento del 1,1% que continuó avanzando hasta terminar el año en el 1,9%. Con esta tesitura, el BCE se vio forzado a cortar de raíz el proceso de recortes de tipos, y empezar a hacer el movimiento contrario: en noviembre el organismo subió tipos y confirmó que el recorte que había llevado a cabo pocos meses antes había sido un error.

Ese era un momento muy especial para la Unión Europea. El euro todavía era un cigoto. Había echado a rodar ese año en los mercados financieros internacionales, pero todavía le quedaban tres años para sellar de manera definitiva la Unión Monetaria. Al frente del BCE se encontraba el holandés Wim Duisenberg, que había pilotado la construcción de la divisa desde el Instituto Monetario Europeo, el germen del banco.

La situación de 1999 era casi experimentación, pero guarda ciertos paralelismos con la actual. El desempleo siempre ha sido clave para anticipar los movimientos inflacionistas, ya que un mercado laboral fuerte presiona al alza las subidas salariales y, en consecuencia, puede contagiar a la inflación. En aquel momento, el desempleo se encontraba en una buena tendencia, ya que se había reducido desde el 10,8%, máximos de 1997, hasta el 8% en el momento en el que el BCE bajó los tipos en 1999. Ahora el BCE se ha aventurado a bajar tipos con la tasa de desempleo más baja que se ha visto en la historia de la zona euro, en el 6,4%, un reflejo del riesgo que corre de volver a haber cometido un error con una bajada de tipos antes de tiempo.

Hay expertos que avisan del peligro que corre Lagarde y el BCE con este movimiento, y hacen hincapié en la importancia de tener en cuenta los salarios en este contexto. Es el caso de Pablo Duarte, economista del Instituto Flossbach Von Storch, quien avisa de que "la inflación sigue fuerte, y en eso tienen mucho que ver los salarios. Si lo miramos desde un punto de vista monetarista, sigue habiendo bastante dinero en el sistema. Hasta que el exceso de dinero no se corrija, es posible que la inflación continúe", señala Duarte. El economista recuerda cómo "la misma Lagarde dijo hace meses que iban a poner mucho cuidado en la evolución de los salarios, porque eso iba a ser lo más importante, pero cuando miro el desarrollo de los salarios, siguen aumentando la negociación de tarifas, y se vienen rondas de negociación en sectores importantes", advierte Duarte.

En este sentido, y relacionado con el aumento de los salarios, el sector servicios es especialmente importante. Se trata de uno de los componentes 'traicioneros' de un proceso inflacionista: después del impacto inicial de las subidas de precios, las negociaciones salariales van detrás, y pueden contribuir a generar una espiral de crecimiento salarios-inflación, una situación de la que en la zona euro todavía no se puede descartar, y la prudencia del BCE lo demuestra. A día de hoy, la inflación del sector servicios todavía corre al 4,1%, muy por encima de la media de la región, que se mantiene en el 2,5%.

La buena noticia es que ha pasado veinticinco años desde aquella subida y el BCE ha cogido muchas horas de vuelo, pero los paralelismos con el contexto actual. En el año 1999 se vivía un estado de euforia bursátil. Internet había llegado para revolucionar el mundo a lo bestia. No solo el frente corporativo o de las finanzas, también los hábitos de consumo o la educación. La música sonaba muy parecida, por lo menos en bolsa, a la irrupción de la inteligencia artificial. Cualquier empresa asociada a internet era susceptible vivir subidas meteóricas.

Aunque el comportamiento de la bolsa no influye en la política monetaria de forma directa, los mercados financieros en modo festejo no es raro que coincidan con economías hasta cierto punto recalentadas, con la posibilidad de que la inflación vuelva a repuntar. No es una buena señal para el BCE, que tendrá que sufrir un deterioro de su credibilidad si, como en el pasado, ahora ha vuelto a mover ficha demasiado pronto.

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