
A veces resulta fascinante observar cómo la narrativa que domina los mercados y las expectativas de tipos de interés puede cambiar casi de la noche a la mañana. En la zona euro se está presenciando un giro notable en tiempo real que puede afectar y mucho al Banco Central Europeo (BCE). En cuestión de semanas, se ha producido un viraje del sentimiento desde la temida estanflación a la más benévola reflación. La economía de la zona euro está levantándose tras tocar la lona en 2023, mientras que la inflación sigue viva, pero, por ahora, se encuentra dentro de la 'jaula'. Este escenario está llevando a algunos analistas a preguntarse si la bajada de tipos del BCE anunciada para el próximo mes de junio podría terminar siendo un error garrafal, una suerte de 'trichetazo' a la inversa: una bajada de tipos de interés que 'caliente' la economía y abra la puerta de la jaula del 'monstruo' de la inflación.
Cada cierto tiempo viene a la cabeza de los analistas el nombre de Jean Claude Trichet, el que fuera presidenta del Banco Central Europeo desde noviembre de 2003 hasta 2011. El banquero galo será recordado por anunciar una subida de tipos de interés en 2011 que estuvo a punto de costar la vida al euro. En aquel momento, los rendimientos de los bonos periféricos estaban disparados (España, Grecia o Portugal sufrían para encontrar demanda en los mercados), pero el miedo a un rebrote de la inflación llevó a Trichet a elevar los tipos de interés en julio de 2011 para intentar aplacar el reciente incremento de la inflación que repuntaba al calor de la subida del petróleo.
Este movimiento auspiciado por los halcones (aquellos que defienden una política monetaria más restrictiva) del BCE desencadenó una crisis de deuda en la zona euro (los intereses de los bonos de los países del sur de Europa e Irlanda se dispararon) que estuvo a punto de acabar con el euro. Grecia, Portugal e Irlanda tuvieron que ser rescatadas, mientras que España recibió una inyección de dinero para 'rescatar' a las cajas de ahorro.
Pues bien, hoy el miedo es que se produzca un 'trichetazo' a la inversa, es decir, que un BCE confiado ante la reciente desinflación comience un ciclo de bajadas de tipos justo cuando la economía empieza a repuntar y la inflación parece dar ciertos signos de recuperación en algunos indicadores. En un mercado laboral tenso (la tasa de paro sigue en mínimos históricos del 6,5%) y con las materias primas al alza, Christine Lagarde podría ser la ejecutora de este 'supuesto error'.
Los datos de Eurostat publicados este martes revelan que la economía de los países del euro registró una expansión del 0,3%, frente a la ligera contracción del 0,1% que enlazó los dos trimestres anteriores que la posicionaban en recesión técnica. Este dato ha superado con creces al consenso de los expertos, que hablaba de una expansión del 0,1% trimestral. Una economía que crece y un mercado laboral son como gasolina para una inflación que parece estar esperando el momento adecuado para resurgir. La bajada de tipos de interés de junio podría ser la chispa que prenda esa gasolina.
La otra pata tanto de la estanflación como de la reflación, la relativa a la inflación, apuntala estas cautelas. El índice de precios al consumo (IPC) de abril en la zona euro se ha quedado estancado en el 2,4% interanual de marzo. Pero más allá de esta cifra, el mensaje que dejan las lecturas de inflación de Alemania y Francia, las dos principales economías de la región, es que el último kilómetro de la desinflación le va a resultar duro al BCE.
En ambos casos, la inflación energética puede deparar titulares desfavorables, toda vez que el efecto base (la base de comparativa) deja de ser favorable y los productos petrolíferos piquen al alza. Asimismo, la inflación de servicios, muy vigilada por el BCE por su vínculo con las presiones salariales, se mantiene completamente estable, cerca del 3,5% en Alemania y no caerá mucho del 3% en Francia, estiman desde ING.
En abril los servicios desaceleraron del 4% de los cinco meses anterior al 3,7%, si bien ha obrado a favor el 'efecto Semana Santa': este año la Pascua se ha adelantado a marzo y la comparativa de este abril con el mismo mes del año pasado (ahí sí se celebró después de marzo) es más favorable al entenderse que los servicios repunta con la festividad.
En el caso alemán, extensible a toda la región, los expertos de Commerzbank señalan que es clave dilucidar hasta qué punto las empresas podrán trasladar los mayores costes salariales a sus clientes: "El reciente impulso algo más fuerte a corto plazo de los precios de los servicios muestra que las empresas lograron hacerlo en parte, al menos hasta ahora. Suponemos que esto también será así en los próximos meses y que, por tanto, la tasa de inflación subyacente se estabilizará en torno al 3%".
Al BCE se le hace 'bola' la inflación
Para Carsten Brzeski, de ING Economics, todo este conjunto de datos son "un buen recordatorio de lo difícil que será para el BCE volver a situar la inflación en el 2% de forma sostenible". Aunque el recorte de tipos en junio sigue pareciendo un hecho, dada la comunicación del banco central, más allá de junio, el camino del banco central no está nada claro.
"La reciente reaceleración de la inflación en EEUU habrá reavivado la preocupación por la inflación también en la zona euro, al menos entre algunos halcones del BCE. El reciente aumento de los precios del petróleo, así como el debilitamiento del tipo de cambio del euro, podrían volver a situar fácilmente las previsiones de inflación del BCE para 2025 por encima del 2%, socavando los argumentos a favor de recortar los tipos después de la reunión de junio", avisa Brzeski.
Redoblando las alarmas, el experto es quien rescata el recuerdo de Trichet tras la avalancha de datos de esta semana. "Ya en 2008, el BCE subió los tipos de interés poco antes de que la crisis de las hipotecas de alto riesgo estadounidenses se convirtiera en una crisis financiera mundial. Un error. Y en 2011, el BCE bajo la presidencia de Jean-Claude Trichet, subió los tipos de interés, asumiendo que la crisis del euro había terminado. También un error. Seis meses después, el nuevo presidente del BCE, Mario Draghi, asumió el cargo y recortó los tipos de interés mientras la economía de la eurozona se estancaba en la recesión. Cualquier temor a un momento Trichet a la inversa no impedirá que el BCE recorte los tipos en la reunión de junio, pero no solo influirá en la comunicación de junio, sino también en los meses posteriores", defiende Brzeski.
"Un ciclo de recortes de tipos más largo y sustancial solo se materializará si la inflación vuelve rápidamente al 2%. Cualquier signo de reflación y una actividad económica más fuerte limitarán el margen de maniobra del BCE", subraya el economista de ING. "Con un crecimiento del PIB más rápido de lo previsto, la demanda interna muestra signos de recuperación en la eurozona, lo que podría hacer más tenaz la inflación", remacha su colega de ING Bert Colijn.
"Los datos de hoy son una advertencia de que el BCE probablemente será prudente con los recortes de tipos y podría tomarse su tiempo para normalizarlos. Con una economía que muestra signos de recuperación y un desempleo en mínimos históricos, el BCE puede permitírselo. Aun así, la zona euro no es EEUU y la demanda no supone tanto riesgo para el BCE como para la Reserva Federal, a pesar de la alentadora publicación de hoy sobre el PIB del primer trimestre. Seguimos esperando un primer recorte en junio, pero el banco se mantendrá extremadamente cauto", cierra Colijn.