Bolsa, mercados y cotizaciones

EEUU tiene precedentes de aterrizaje suave: la Fed tomó tierra con éxito en los 80 y 90

  • Los dos periodos de subidas de tipos no se tradujeron en recesión
  • Además, culminaron con un lustro dorado para el S&P 500
  • "Los tipos de interés deberían pasar a ser un viento de cola"
Foto: iStock.

Una vez un banco central culmina el trabajo de subir los tipos de interés, el foco de atención se desvía automáticamente a los recortes para frenar la recesión. El fin de los ciclos alcistas en las tasas de interés se asocia a una temprana reacción de la actividad en forma de contracción. La economía estadounidense se encuentra justo en ese punto, en el final de la subida de tipos, intentando anticipar cómo será la resaca posrestricción monetaria. Hay dos ciclos pasados, en las décadas de los 80 y 90, que podrían aventurar el mejor de los pronósticos, el aterrizaje suave (la victoria contra la inflación sin generar una destrucción de empleo y recesión). En esos dos períodos, la bolsa puso la guinda al seguir dos lustros brillantes para la bolsa.

En los últimos 40 años, de los ocho ciclos alcistas de la Reserva Federal (Fed), seis han concluido con una recesión. Sin embargo, los otros dos son ejemplos de periodos en los que la economía ha convivido con costes de financiación elevados, un crecimiento moderado y buenos rendimientos en bolsa. Este escenario es el que más encajaría actualmente, según las previsiones del propio organismo de Jerome Powell, que dibujan un Producto Interior Bruto (PIB) del 1,4% para el año que viene, del 1,8% para 2025 y 2026. Pese a que sortear una crisis es el escenario menos frecuente tras un ajuste monetario, no solo es plausible, sino que hay precedentes.

Tras pasar los peores años financieros a inicios de los 80, cuando los tipos tocaron máximos históricos en Estados Unidos asomados al 20% con Paul Volcker, los descensos se extendieron hasta el 1983 sobre el 8,5%. Pero desde ese suelo, el banco central volvió a ajustar las condiciones monetarias. En 15 meses los tipos de interés subieron 300 puntos básicos y tocaron techo en el verano del 84, hasta el 11,6%. No hubo recesión en los meses siguientes y el Producto Interior Bruto (PIB) se situó, de media, en el 2,7% y en el 2,2%, en cada uno de esos dos años, respectivamente, según datos de la Reserva Federal de San Luis.

En el 83, la bolsa cotizaba los recortes de la primera mitad del año y, después, las subidas de tipos. Con todo, el S&P 500 acabó dando un 17,2% de rentabilidad. Ya en el 84 la bolsa apenas salvó el ejercicio con un repunte anual del 1,4%, reflejando la restricción monetaria. Pero, después de ese susto -la tasa de fondos federales había tocado techo-, el camino quedaba despejado para el 'blue chip'. Un subidón del 26,3% en el 85, del 14,6% en el 86, del 2% en el 87, del 12,4% en el 88 y del 27,5% en el 89. Es decir, el lustro posterior al techo en los tipos de interés fue de bonanza para los inversores. En el sexto año, llegaron las pérdidas.

Entonces, la inflación tampoco fue un obstáculo para las ganancias en bolsa, como tampoco lo fue un crecimiento moderado. Los precios subieron un 13,5% en 1980 por la crisis del petróleo y, en los años sucesivos, como en el 83 y el 84, el Índice de Precios al Consumo (IPC) seguía situándose entre el 3 y el 4%, justo como ocurre actualmente. Aunque los precios no habían alcanzado el objetivo de estabilidad de la banca central, la desinflación era patente. En esos años, todo lo peor ya había pasado: lo más duro de la inflación, de los tipos y de la economía.

"Ya hemos superado el punto de este ciclo en el que la inflación es motivo de preocupación. Ahora mismo, el mercado laboral es la mayor fuente de inquietud y, sinceramente, no hay mucho de lo que preocuparse", apunta Callie Cox, analista de inversiones en EEUU de eToro. "La recesión sigue siendo un riesgo, pero de momento parece lejano", añade.

Al finalizar y empezar la década de los 80, el país venía de una crisis reciente, pero en los años posteriores se empezaron a ver los primeros brotes verdes. La tasa de fondos federales era elevada, aunque muy inferior a la que habían llegado a soportar las familias, la inflación seguía por encima del estándar, pero se había relajado considerablemente y, mientras, la economía seguía resistiendo. En 2023, la economía ha zanjado la crisis del coronavirus y ha dejado atrás los efectos de la invasión rusa de Ucrania en los precios de los combustibles. Los problemas más graves están bajo control tras los obstáculos de los inicios de la década.

Es cierto que en el 84 la Fed actuó rápido. Nada más tocar techo los tipos de interés, el siguiente movimiento fue un recorte, que inauguraba oficialmente un periodo de flexibilización monetaria. Una intervención de la banca central que pudo servir para evitar la recesión. Es en esa encrucijada es en la que se encuentra ahora Powell: decidir cuánto tiempo se pueden mantener los niveles de restricción y cuándo es momento de empezar a aflojar. Ese equilibro es clave para evitar una caída económica.

"Los bancos centrales se enfrentan al dilema de la economía Goldilocks", explica Seth Carpenter, economista jefe global de Morgan Stanley. El término Goldilocks hace referencia al cuento Ricitos de Oro y se usa para describir una economía que no es ni demasiado fría para que haya una recesión ni demasiado caliente para que se genere inflación. Es decir, se caracteriza por la moderación, precios controlados y crecimiento sostenido. En estos contextos, la política monetaria no puede pasarse de frenada en ningún sentido, ya que entonces inclinaría la balanza hacia el lado frío o caliente. Es la complejidad que entraña la maniobra del aterrizaje suave.

Morgan Stanley cree que Estados Unidos se encuentra ahora en ese punto y que el esfuerzo de los bancos centrales por no romper nada tendrá un precio, que es el de un crecimiento mediocre en los próximos años. Algo que, como se ha visto, no excluye las ganancias en bolsa.

Además de que es lo que ocurrió en el ciclo alcista de tipos del 83 y del 84, esta fase volvería a repetirse una década después. Los 90 empezaron igual que los 80, con una crisis del petróleo y un periodo de recortes de tipos. El ciclo descendente duró hasta finales del 93 y, después, cambió el guion. Empezaba la trayectoria ascendente, del 3% para los fondos federales hasta el 6% en primavera del 95. Fueron 300 puntos básicos de subida en 17 meses. Aunque el giro monetario fue menos abrupto que ahora, este no se tradujo en una recesión. En 1993, el PIB repuntó un 1,2%, al año siguiente, un 1,5%, y al siguiente, un 1%.

La bolsa reaccionó igual que en los 80. El 93 fue un año a medias en la transición monetaria, el 94 fue negativo, con una caída del 1,5%, al cotizarse solo las subidas de tipos, y después arrancaba un lustro dorado, que también se frenaría al sexto año. El S&P 500 ganó un 34,1% en el 1995, un 20,2% en 1996, un 31% en 1997, un 26,6% en 1998 y un 19,5% en 1999.

En ambas décadas, la renta variable sufrió un año el ajuste de los bancos centrales y, pese a sus secuelas, un crecimiento moderado y una inflación aún excediendo el objetivo, los rendimientos encontraron vía libre cuando se zanjó el ciclo restrictivo. De forma paralela, se evitó la recesión, lo que permitía a la bolsa subir sin obstáculos.

En este último ciclo de la Fed se repite esa pauta, ya que se espera un PIB modesto, una inflación que baja pero todavía pendiente de cumplir objetivos y un esquinazo a la recesión, el escenario base. Estas condiciones permiten establecer paralelismos con los 80 y 90, lo que implicaría que la bolsa tiene en los próximos años potencial para rato.

El 2022 fue el ejercicio en el que los inversores dejaron al índice estadounidense con una caída del 20% y este curso se cerrará con un ascenso de en torno al 24%, solo a falta del cierre de este viernes. Es decir, se ha cotizado que lo peor de la Fed ha pasado ya. Y, aunque también se han descontado recortes, parece que el panorama está despejado, con la inflación controlada y sin recesión, para que la bolsa siga subiendo durante varios años.

Los analistas de Bank of America (BofA) también consideran se ha esquivado un cisne negro en la economía y que los datos macroeconómicos siguen apoyando el escenario de aterrizaje suave. Matizan que la actividad sí se va a enfriar, aunque no va a haber un bajón.

"Los tipos de interés deberían pasar de ser un viento en contra a ser un viento de cola", apunta Mathieu Racheter, jefe de estrategia de bolsa de Julius Baer. El analista considera que el ascenso del S&P 500 de este curso, impulsado por las acciones de las grandes tecnológicas, sigue teniendo recorrido de cara al año que viene.

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