
Hace quince días escribía que me interesaba la teoría de la opinión contraria porque creo firmemente que las aportaciones hay que hacerlas cuando duelen, cuando se sufre por la inseguridad del momento, cuando la convicción flaquea porque todo va a ir a peor. Después de que se haya impuesto el pánico extremo en mercado en los últimos veinte años, de media, la bolsa ha recuperado en el mes siguiente un 3,7%; en dos meses, un 4,9%; y en el siguiente trimestre, un 7,6%.
Pues en esta ocasión desde que el índice de miedo y codicia que elabora CNN se fue a la zona de pánico extremo, a finales de octubre, casi se ha producido la recuperación histórica de un trimestre después. La única brújula que ha guiado al mercado han sido los bonos, indiscutiblemente el estadounidense -el mayor activo de inversión del mundo-, que llegó a rentar el 5% y que está semana ha doblegado el 4,5%. El mercado ha comprado que se han acabado las subidas de tipos y que las previsiones de bajadas del precio del dinero para mediados del año que viene son correctas. Además, lo hace con la convicción de que los bancos centrales lo lograrán embridando la recesión porque el rally de los bonos ha ido acompañado de el de bolsa.
El escenario parece claro y va a coincidir con la presentación estos días de la mayor parte de informes estratégicos de firmas de inversión en los que, en líneas generales, se va a contar que 2024 será el paraíso de la renta fija, después de haberse abierto este año el cielo tras un 2022 de glaciación. La sobreponderación de renta fija sobre la variable es inapelable porque los cupones son altos y hay que sumar la expectativa de ganar con los precios de mercado. Pero esto no quiere decir que haya que estar alejado de una bolsa que, bien seleccionada, ofrece la expectativa de triplicar la rentabilidad de los bonos. Carteras construidas con diversificación sectorial y valores de calidad deben aspirar a un 15% de rentabilidad frente al 4%-5% de los bonos de calidad más alta.
Este es el planteamiento estratégico para el año que viene, en el que se debe romper la maldición de los años pares para la bolsa: 2018 (anticipando una recesión mundial que no se produjo por la guerra comercial entre EEUU y China); 2020 (Covid); y 2022 (Invasión de Ucrania e inflación mundial). Pero en el táctico hay que valorar que la ecuación rentabilidad/riesgo es mucho peor que hace un mes. Y no solo para la bolsa, que es muy evidente que se compra pagando multiplicadores de beneficio más elevados.
En renta fija no debemos pensar en una dirección única en el precio de los bonos hasta que se alcance la esperada normalidad. Serán sustos y pérdidas todo lo que sea doblar al alza el 4,5% estadounidense. ¿Y la normalidad? La previsión es que el T-Note se estabilice en torno al 3,75% una vez se recuperen eras monetarias normales jalonadas tanto por subidas como por bajadas de tipos.