
El mercado de divisas se ha situado de nuevo en el centro de todas las miradas. No sólo por los abruptos movimientos que han registrado entre junio y julio algunos de sus actores principales, sino también por las políticas en materia monetaria que se han visto obligadas a adoptar las entidades centrales encargadas de velar por la correcta cotización de estas monedas.
Es el caso, por ejemplo, del Banco Popular de China, que esta semana ha dado continuidad a los esfuerzos que venía acometiendo por apuntalar su moneda a través de su tasa de referencia diaria.
Tampoco se ha librado el banco central nipón. Kazuo Ueda, presidente de la entidad japonesa, vio esta semana como la presión sobre su figura iba in crescendo ante la caída del yen en las últimas semanas. La divisa oriental se ha visto inmersa recientemente -de nuevo- en una espiral bajista que ha favorecido que en su cruce frente al dólar se haya acercado a zonas donde anteriores banqueros de la entidad ya intervinieron. El último Haruhiko Kuroda, que en el cuarto trimestre del año pasado tuvo que salir al rescate del yen con la primera intervención en el mercado desde 1998. Ahora se han desatado ya todo tipo de rumores y especulaciones sobre la necesidad de que las autoridades tengan que salir, una vez más, al rescate del yen para evitar una debacle de su cotización.
Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma de inversión en multiactivos eToro, asegura a este respecto que "las intervenciones monetarias vuelven a estar de moda" y que buscan "reforzar las divisas", aunque las posibilidades de éxito de estas herramientas políticas varían mucho dependiendo de quien las ejerza.
"El abaratamiento del yen ha sido clave para revitalizar la economía y la rentabilidad empresarial, pero también ha elevado los precios de las importaciones", asegura el experto que cree que las autoridades "están más centradas en la velocidad de la depreciación, que este año ha caído un 9%, que en un nivel concreto".
Sea como sea, inversores y analistas apuntan en la misma dirección. Cualquier intervención debe estar respaldada por políticas más amplias, como tipos de interés más altos o su impacto puede ser fugaz ante la posible incoherencia con una política monetaria flexible.
Desde Monex apuntan a que la política monetaria sigue siendo uno de los principales motores de la evolución de los precios de los mercados de divisas y sus previsiones apuntan a que la volatilidad de los tipos de interés se reducirá en los próximos meses, ya que más bancos centrales optarán por observar la transmisión de las subidas anteriores. En ese sentido, se decantan por una apreciación del yen frente al dólar de cara al más inmediato corto plazo (un mes) y para los siguientes seis.
Una visión que concuerda con la de la media de firmas de inversión que, según recogen desde Bloomberg, apunta a un descenso del dólar/yen hasta las 130 figuras de aquí a final de año y por debajo de las 125 en el conjunto de 2024. E igual opina el consenso de mercado en lo referente a la evolución del euro frente a la moneda nipona, que irá depreciándose paulatinamente.
Una divisa propicia para el 'carry'
Pese a las previsiones y pronósticos que auguran un descenso en el corto plazo de la divisa oriental (la lógica también apunta a que el Banco de Japón, que va con retraso respecto al resto de entidades centrales en su endurecimiento monetario, deberá subir el precio del dinero para no distanciarse tanto del BCE o la Fed), lo cierto es que la dinámica bajista no se ha visto alterada desde mediados de marzo, dejando constancia del interés de muchos inversores en que la situación se mantenga tal y como está por el rédito que sacan de esta tendencia.
Y es que, tener la divisa de una economía desarrollada, respaldada por una entidad central solvente y cotizando en niveles históricamente bajos, favorece que los inversores opten por considerar a esta moneda como una de las más atractivas para el carry trade, que es una de las técnicas más usadas y conocidas en el mercado de divisas. Los grandes inversores practican esta estrategia en el mercado forex buscando rentabilidad a través de la compraventa de monedas de países regidos por bancos centrales que mantienen amplias diferencias en política monetaria.
El procedimiento pasa por financiarse en una divisa e invertir ese dinero en otra. La divisa elegida para la financiación debe estar sujeta a unos tipos de interés bajos, como el yen, mientras que la de inversión ha de responder a unas tasas más elevadas para obtener como beneficio la diferencia entre ambos tipos de interés. Se apuesta a que la moneda de inversión se va a apreciar respecto a la de financiación. Algo que en 2023 ha funcionado.
Solo hay que ver el comportamiento del euro y del yen. Mientras que la divisa comunitaria se aprecia cerca de un 3% de media frente a sus cruces más negociados en lo que va de año, la nipona cede más de un 9% en el mismo periodo de tiempo frente a las monedas del G10.