
Durante los años de políticas monetarias expansivas (bajos tipos y grandes estímulos), se acusó a la economía financiera de vivir en una realidad paralela a la de la economía real. Las bolsas y los bonos tocaban niveles de récord, los tipos de interés eran históricamente bajos y la tensión bancaria era inexistente. Por el contrario, durante ese periodo, la economía real apenas crecía, los sueldos estaban estancados y el mercado laboral no terminaba de carburar. Hoy, la situación parece haberse revertido, algo que en principio podría parecer incluso positivo. Si la economía real funciona, qué más da la financiera, se preguntarán muchos ciudadanos. Hoy, la economía es aparentemente fuerte, los sueldos están subiendo (aunque los consumidores pierden poder adquisitivo) y los mercados laborales presentan unos datos sólidos. Sin embargo, las cañerías financieras están al borde del colapso. ¿Puede sobrevivir la economía real sin la ayuda de la financiera?
Los datos económicos recientes han pintado una imagen relativamente positiva de la actividad empresarial en la mayoría de países desarrollados. Por ejemplo, los datos del PMI del sector servicios de abril apuntan hacia una expansión al ritmo más rápido en un año, lo que ha generado la esperanza/expectativa de que se pueda evitar una desaceleración económica aguda y más prolongada.
Si se atiende solo a la economía real, las probabilidades de una recesión o incluso de un solo trimestre de contracción parecen haberse reducido sustancialmente desde el invierno pasado, gracias a los datos de empleo, PIB y PMI. Sin embargo, las cañerías financieras presentan un estado de avanzado deterioro. Cuando las cañerías se estropean y el agua no llega a su destino... tenemos un problema.
El crédito se seca
Por un lado, está la incertidumbre y la contracción del crédito producto de la quiebra de varios bancos en EEUU. Aunque las cotizaciones parecen haberse estabilizado en las últimas jornadas, cuando un banco cae, el efecto contagio es un riesgo real cuya mitigación es extremadamente complicada, puesto que los depositantes y los inversores se ven incentivados a mover su dinero hacia lugares más seguros por muchos mensajes de calma que lance la Fed. Aunque la crisis parece solucionada después de cada resolución (SVB, Signature Bank, First Republic...), lo cierto es que el miedo va simplemente saltando de banco a banco hasta que se establezca un gran cortafuegos.
La banca regional se tambalea
"La reciente quiebra del banco First Republic ha demostrado que las ondas de la crisis bancaria continúan moviéndose a través del sector financiero y, en el momento de escribir este artículo, parece que PacWest, con sede en California, podría ser la próxima víctima", aseguran desde el think tank británico Centre for Economics and Business Research (Cebr).
Las palabras "reducción del crédito", "contracción del crédito" y "credit crunch" están apareciendo cada vez más en las conversaciones entre inversores institucionales, asegura Tan Kai Xan, analista de Gavekal Research, en una nota para clientes.
La preocupación macro es que las empresas estadounidenses respondan reduciendo sus gastos de capital y recortando la contratación. Por lo tanto, "a medida que el crédito se endurece y es más difícil de obtener, se puede esperar que aumenten las quiebras en EEUU, lo que provocará que el mercado laboral se debilite y el crecimiento se evapore", apostilla el economista de Gavekal Research.
Fuga de depósitos
"Aunque la adquisición de First Republic Bank por parte de JP Morgan ha aliviado los temores en el sistema bancario, se espera que los depósitos sigan saliendo de los bancos estadounidenses, especialmente después de que la Fed se mantuviese firme en las subidas de tipos la semana pasada. Ese movimiento aumentó el incentivo para que los depositantes muevan su ahorro a fondos del mercado monetario de mayor rendimiento", advierte el Kai Xan. Los activos más ligados a los tipos de interés efectivos de la Fed ven incrementado su rendimiento casi de inmediato, mientras que los bancos son incapaces de seguir el ritmo.
Esta situación obliga a los bancos afectados a pedir prestado al por mayor a unos tipos más caros y, por otro lado, a vender activos para reducir su balance en un intento por mantener el equilibrio. "El efecto neto será una menor creación de crédito y una contracción más dura. Es poco probable que la situación mejore hasta que la Fed comience a bajar los tipos, pero es poco probable que eso suceda hasta que EEUU choque contra la recesión, que será otro dolor de cabeza para los bancos", comenta Tan Kai Xan.
Europa y Reino Unido van detrás de EEUU
Es cierto que, hasta ahora, los bancos del Reino Unido y Europa parecen estar menos afectados o expuestos a lo que está sucediendo, con la excepción de Credit Suisse. "Sin embargo, bajo la superficie hay señales de que los bancos de ambos lados del Atlántico están reaccionando al nuevo entorno económico, volviéndose más cautelosos y reduciendo la concesión de nuevos préstamos, en detrimento de la economía real", advierten los expertos de Cebr.
Encuestas de los bancos centrales
Además, buena parte del daño ya está hecho. Los últimos datos sobre encuestas financieras realizadas por la Fed de EEUU y el BCE en la Eurozona revelan que las cañerías financieras han dejado de funcionar. Los bancos centrales han 'cortado' la liquidez y el impacto sobre la economía se dejará sentir antes o después.
Los buenos datos de PIB y de los PMI han generado una especie de ilusión, un vaticinio que parece excesivamente optimista y prematuro. Aún no se puede cantar victoria y menos viendo lo que está sucediendo con el sector bancario en EEUU y en algunos agregados monetarios, advierten desde el think tank Cebr.
En la Eurozona, la última encuesta sobre préstamos bancarios del Banco Central Europeo (BCE) revela que en el primer trimestre de este año los bancos endurecieron el crédito al mayor ritmo que se recuerda desde la crisis de deuda soberana de 2011.
De manera similar, en EEUU, las condiciones crediticias se están endureciendo y alcanzando unos niveles que se podrían calificar como excepcionalmente "estrictos". Según el índice de condiciones crediticias de la Asociación Estadounidense de Banqueros, las expectativas sobre las condiciones del mercado crediticio están en su punto más bajo desde el comienzo de la pandemia, lo que sugiere que a las empresas estadounidenses les resultará más difícil obtener préstamos de los bancos en los próximos meses.
Las subidas de los tipos de interés desde finales de 2021 son el principal factor de la situación actual de los bancos. Aunque la gestión de riesgos de SVB parece haber sido excepcionalmente mala, "es muy probable que otros bancos también tengan algunos bonos del gobierno a más largo plazo que han perdido valor desde que los bancos centrales de todo el mundo decidieron aumentar los tipos", sostienen los economistas del think tank británico. Estos valores se cuentan como activos en el balance de los bancos, por lo que si su valor cae, los pasivos (es decir, los depósitos) eventualmente también deberán reducirse.
Además, el rechazo o la imposibilidad, especialmente por parte de los bancos estadounidenses, a transmitir los tipos de interés más altos a sus cuentas de ahorro significa que los depósitos han salido del sistema bancario a una tasa asombrosa. Las estimaciones sitúan las salidas de dinero en JP Morgan, Wells Fargo y Bank of America durante el año pasado superaron el medio billón de dólares.
Mientras tanto, los británicos retiraron un récord de 4.800 millones de libras esterlinas de los bancos del Reino Unido solo en marzo. Aunque hay todavía grandes diferencias, la inestabilidad financiera en EEUU están también generando pequeñas olas de desconfianza en Europa. En el caso de España, por ejemplo, los grandes bancos también han perdido alrededor de 30.000 millones de euros en depósitos desde diciembre, según se desprende de sus cuentas trimestrales publicadas recientemente.
"En resumen, los datos apuntan a que las empresas (y en menor medida los potenciales compradores de vivienda) tendrán cada vez más dificultades para obtener un préstamo en los próximos meses. Esto tendrá un efecto moderador sobre la inversión y el crecimiento económico, y es una de las principales razones de nuestra perspectiva más pesimista para la economía mundial", sentencian los economistas del Cebr.
Los bancos centrales se encontrarán en una situación difícil, puesto que las previsiones apuntan a que la inflación subyacente también se mantendrá más alta durante más tiempo de lo previsto, lo que hará más difícil o incluso impedirá que se empiecen a recortar los tipos de interés para estimular el mercado crediticio. Con todo, "el actual ciclo de aumento de tipos podría haber llegado a su fin en mayo, pero es poco probable que el trabajo de la Reserva Federal, el BCE y el BoE sea más fácil en los próximos meses", sentencian desde el Cebr.