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El 'ladrillo' exige estándares para ser realmente verde

  • El 'real estate' utiliza unas métricas particulares para reportar cuestiones ESG
  • Se necesitan estándares comparables comunes a toda la industria
Imagen: elEconomista.es/iStock.

"Para un promotor, hacer proyectos sostenibles no sólo es necesario por regulación, sino que tiene unas ventajas brutales en términos de financiación". Así de claro lo explica  Juan Carlos Delrieu, director de Estrategia y Sostenibilidad de la Asociación Española de la Banca (AEB), que añade: "Ya hay promotores que se benefician de proyectos sostenibles porque los fondos que proveen de esa financiación ofrecen un greenium, o prima de descuento, por tratarse de promociones verdes o socialmente responsables". Visite elEconomista ESG.

Delrieu realizó estas declaraciones el pasado martes, durante su intervención en el evento Financiación e inversión con criterios ASG en el sector real estate, organizado por Spainsif (foro español de la inversión responsable) en Madrid. Un encuentro en el que también participó Luis Solís Fernández-Gil, director asociado en Finanzas Sostenibles para Emea  en S&P Global, quien estuvo de acuerdo en que en el sector del ladrillo los beneficios [de la sostenibilidad] son muy palpables: acceso al mercado de deuda sostenible, energía a un menor coste "y una gestión de riesgos que permite adaptar tus edificios a futuras contingencias climáticas", apuntó. 

Solís destacó que una de las categorías que más financian los bonos verdes es precisamente la de edificios sostenibles, junto con las de activos renovables y transporte limpio. Tampoco puede olvidarse que el sector de la edificación genera el 38% del consumo de energía y el 35% de las emisiones de CO2. 

"De nada sirve si Merlin Properties y Colonial, u otras, utilizan cada una estándares de reporte diferentes", señala Tomás Conde (NWorld Advisory)

Luis Solís explicó cómo calculan en S&P las notas de las compañías de real estate en cuestiones ESG (ambientales, sociales y de gobernanza). El tema que más pesa en este sector es todo lo relacionado con la E, en concreto con el cambio climático. "Utilizamos herramientas que nos proporcionan la intensidad de carbono de esas compañías hasta la fecha y a futuro, si tienen objetivos [de emisiones] basados en la ciencia, y cuáles son sus estrategias para cumplirlos". 

El experto de S&P explicó que el algoritmo para calcular la puntuación ESG no es igual para una promotora  que para una socimi. El peso de los 12 indicadores que utiliza esta agencia (4 indicadores ambientales, 4 sociales y 4 de gobierno corporativo) es distinto para las primeras (más expuestas a riesgos de seguridad y salud) que para las segundas (en este caso, a la agencia le interesa más conocer su interacción con el usuario final). 

Pero para que los ratings sostenibles sean de calidad, hacen falta datos sólidos. Tomás Conde, director de ESG y Finanzas sostenibles en la consultora N World Advisory, reivindicó la necesaria homogeneización en los indicadores que utiliza el sector en cuestiones ESG. "En los últimos tres años hemos visto una mejora bestial en materia de reporte, pero aún queda recorrido. Para reportar se necesitan métricas, y para comparar, estándares. Y de nada me vale si Merlin Properties y Colonial, u otras, utilizan cada una estándares diferentes. Ahí tendrá que producirse una evolución adicional, vía regulación", afirmó. 

Una cartera de inmuebles verde 

En relación con las métricas, Juan Carlos Delrieu lamentó lo que sucede con los Certificados de Eficiencia energética en España. "Para medir la calidad de una cartera inmobiliaria, en las entidades de crédito, desde 2013 nos basamos fundamentalmente en estos certificados. Esto es lo que nos exige en BCE para realizar los stress test". El problema de los certificados de eficiencia energética, advirtió, "es que la calidad es cuestionable" y que "sólo hay información para unos 5 millones de viviendas frente a un stock de 25 millones". Además, este tipo de documentos no son comparables con los que expiden otros países europeos. 

De ahí la importancia, destacó Delrieu, de la Directiva de la UE sobre eficiencia energética de edificios, que "entre 2025 y 2030 nos exigirá nuevos indicadores y formas de medir esa cartera crediticia". Esta directiva  obligará a que todos los certificados de eficiencia energética de Europa sean comparables, y exigirá que sus indicadores sean los mismos, además de explicar cómo calcularlos. Aún así, el director de Estrategia y Sostenibilidad de la AEB añadió: "Yo pediría que no nos quedásemos en la complacencia de tener ya una directiva; hay que especificarla, y para que tenga éxito deberíamos ir de la mano de los gobiernos", reclamó.    

En lo que respecta a las notas que obtienen las cotizadas del ladrillo en sostenibilidad, Tomás Conde hizo hincapié en que la agencia S&P no ha destacado "ni a una sola española" entre las mejores en ESG de su sector a nivel global en su último Anuario de Sostenibilidad, publicado el pasado febrero. "Al sector le queda todavía recorrido por delante en sostenibilidad", afirmó. Le puede interesar: Indra y Meliá son líderes globales de sus sectores en sostenibilidad para S&P.

Dos grandes hitos 

A grandes trazos, dos cuestiones fundamentales han marcado un antes y un después en el sector del ladrillo en lo que respecta a la sostenibilidad. En primer lugar, la aprobación, en 2007, en España, del Código Técnico de la Edificación; a partir de ese momento, los edificios de obra nueva pasaron a ser muy eficientes. A esto se sumó, hace algo más de dos años, la Renovation Wave, la estrategia de rehabilitación de edificios de la Comisión Europea enmarcada en el Pacto Verde europeo. Gracias a ella se ha aprobado una gran cantidad de fondos para rehabilitación de edificios.

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