Al contrario que en otros países, donde constituyen la base del ahorro financiero de las familias, en España los planes de pensiones nunca han superado el 5% de los activos financieros totales, muy por debajo del más del 9% que conforman los fondos de inversión o el 8% delos seguros. Los planes manejaban a finales del año pasado algo más de 115.000 millones de euros, casi una tercera parte del volumen patrimonial de los fondos, y gran parte se concentra históricamente en los planes individuales, que cerraron febrero, último dato disponible en Inverco, con 82.044 millones.
Convertir a los planes de empleo en los grandes polos de atracción del ahorro, mediante el fomento del fondo público de pensiones y determinados incentivos a los planes de empresa es la obsesión del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, razón por la que en 2020 se aprobó la primera reducción a las aportaciones a los planes individuales, que se redujeron de 8.000 a 2.000 euros, una cifra que después se rebajaría un poco más, hasta los 1.500 euros en 2022.
Pero el objetivo de realizar un trasvase entre ambos sistemas, del individual al de empleo, para que éste asumiera el protagonismo del ahorro de cara a la jubilación no solo está todavía lejos de estar totalmente desarrollado sino que ha supuesto que las salidas de dinero superen a las entradas, lo que en el argot del sector se denominan como prestaciones y aportaciones.
De tal forma, que desde 2020, cuando se redujeron los límites, hasta ahora, las prestaciones netas en el sistema individual ascienden ya a 1.000 millones de euros. Esto significa que en 2021 y 2022 las retiradas de dinero superaron a las aportaciones. Y en los dos primeros meses de 2023 la tendencia sigue siendo la misma. Según los últimos datos publicados por Inverco, que ha pedido reiteradamente restablecer los límites como estaban, en febrero hubo aportaciones de 115 millones de euros y prestaciones de 207 millones, con lo que el volumen de prestaciones netas del mes alcanzó los 92 millones de euros, que se juntan a los 116 millones de euros que se marcharon en enero.
Según los cálculos de Inverco, los planes de pensiones del sistema individual dejaron de ingresar el año pasado 2.605 millones de euros en aportaciones, lo que significa una reducción del 60% respecto al volumen alcanzado en 2020, año en que se rebajó el tope máximo a 2.000 euros. En 2021 ya se notó una rebaja del 33%, lo que dejó las entradas de dinero en 2.560 millones de euros. Pero el año pasado este tope a las aportaciones se volvió a reducir hasta los 1.500 euros, lo que incidió de manera más incisiva en la caída de la entrada de dinero. De esta manera los planes de pensiones, en general, solo registraron aportaciones brutas por valor de 2.864 millones de euros.
A la espera de que se resuelvan todavía las incógnitas que rodean a los planes de empleo de promoción pública, en el sector se ha criticado con vehemencia que se haya restringido el ahorro en los planes individuales sin tener resuelta totalmente la reglamentación de los nuevos planes de empleo, un proceso que se puede alargar aún hasta después del verano e incluso a 2024, lo que significaría haber perdido la oportunidad de ahorrar en los planes individuales como se hacía hasta 2020.

Y no solo se trata de los aspectos técnicos para poner en marcha la normativa de estos planes, sino de que los trabajadores los entiendan y se vean motivados a ahorrar para la jubilación a través de ellos. Algo que, según el VI estudio sobre la Situación de las pensiones en España, realizado por KPMG Abogados a finales del año pasado, está lejos de producirse. Tres de cada cuatro empresas españolas desconocen los nuevos planes de pensiones de empleo impulsados por el Gobierno, aunque más de la mitad de las compañías manifiestan que esta ley contribuirá al desarrollo en nuestro país de la previsión social complementaria promovida por las empresas. Además, un 81% de los encuestados cree que los cambios fiscales introducidos en la reforma no supondrán un incentivo para el ahorro individual.
En la actualidad, solo el 28% de las compañías cuenta con un plan de previsión para sus empleados, y el coste medio que asumen para destinar al plan de jubilación de sus empleados es del 3,8% de la masa salarial. Los sectores con mayor protagonismo en el desarrollo de la previsión social complementaria son el financiero y el de la energía; y los que menos, transporte y logística e industria.
Por el momento, solo el sector de la construcción tiene formalizado un acuerdo para la creación de un plan de empleo sectorial, que se prevé que en una década gestione un capital de 2.500 millones de euros y beneficie a unos 600.000 profesionales del ramo.
Rentabilidad
En cuanto a la rentabilidad de los planes de pensiones, la debacle del mercado del año pasado afectó al rendimiento de los planes del sistema individual, que sufrieron pérdidas del 4,2%. Por tipo de producto, los de corte más conservador fueron los que más retrocedieron Por ejemplo, los planes de pensiones que invierten en renta fija a largo plazo se dejaron un 7,4%, mientras que en el caso de los garantizados la caída asciende hasta el 7,8%. A más largo plazo, en cambio, estos vehículos se mantienen en positivo. En un periodo de 25 años, su rentabilidad media es del 2,1%, y en los mixtos de bolsa es del 3%.
En el caso de los planes de empleo, ninguno de los 20 mayores productos logró esquivar las pérdidas en el plazo de un año, según Inverco. Hay que tener en cuenta que cada producto aplica una estrategia diferente, supervisada por el comité de control del plan de pensiones de cada empresa.
Las caídas fueron desde el 6,4% que experimentó el plan de los trabajadores del Banco Sabadell hasta la pérdida del 14,20% de uno de los planes gestionados por Caixabank.