
El responsable de inversión de Mapfre, de quien dependen todos los segmentos de gestión de activos y patrimonial de la aseguradora aparte de la propia cartera de la firma, se muestra cauteloso ante la nueva situación que traerá la normalización de tipos de interés, pues estima que los gobiernos tendrán que regresar a la ortodoxia fiscal para cuadrar las cuentas públicas y que los inversores accedan a mantener la financiación. El caso de Reino Unido ha sido, a su juicio, un aviso para navegantes.
Las carteras mixtas conservadoras asumen pérdidas cercanas al 10% en términos generales y la renta fija está sufriendo un año histórico de pérdidas.
Muchas veces hay que tener una perspectiva temporal más amplia, que ayude a la hora de tomar decisiones de inversión. Nos hemos acostumbrado a endeudarnos como forma de resolver los problemas. Y estamos en un momento histórico donde todo lo que tiene que ver con reestructuraciones, globalización y liberalización se ve, incluso, contraproducente. Este momento político parece que no quiere afrontar la realidad a nivel mundial: la necesidad de hacer reformas serias, que con el cortoplacismo de los políticos parece incompatible. No se ha producido una reforma del sector público. Quizá Reino Unido ha sido el primero en entenderlo, porque el mercado le ha puesto en su sitio, pero es algo que en otros países tiene que llegar también. Puede que el bono español, en lugar del 3%, se vaya al 5% o al 7%. Pero si la deuda no se reconduce, va a ser muy difícil resolverlo. Subir impuestos para intentar seguir con el nivel de gasto que tenemos tiene un recorrido limitado.
¿Cree que todavía hay más riesgo de pérdidas para el inversor conservador entonces?
Los tipos de interés pueden seguir subiendo, a pesar de que el mercado está descontando un máximo, pero es mucho más complejo de lo que puede parecer. Lo que sí es un hecho es que en EEUU hay menos deuda que en España y, sin embargo, el bono español paga menos que el americano. ¿Es una anomalía? Quiero pensar que hay algo que no está bien. Probablemente vamos a tener que volver a cierta ortodoxia fiscal, que se está posponiendo. Estamos en un mínimo de reformas estructurales desde hace mucho tiempo, porque se trata de temas complejos. En la crisis de 2008 o en el Covid las empresas ajustaron el gasto, algo que no se ha trasladado a las administraciones públicas. Así que nuestra postura es muy prudente. No estamos en el mejor momento. Pensamos que los tipos seguirán subiendo y la inflación puede que, en algún momento, se estanque en el 5% o en el 7%. Y no hay que olvidar que afecta a las personas con mayores necesidades, por lo que se debería poner más el foco en facilitar las condiciones para la creación de empleo en el sector privado. Al final, y esto es lo más complicado de esta crisis con déficits y deudas muy elevadas, en algún momento el mercado puede cuestionar que esto sea viable. Cuando esto ocurra el BCE tiene mecanismos para defender a las economías, pero no se puede creer que puede resolver todos los problemas. El mensaje que nos han dado los mercados en el caso británico es válido para muchos países.
¿Tendrá que ser el propio BCE quien presione a los países para que lleven a cabo esas reformas estructurales?
Ningún gobierno quiere hacer esas reformas estructurales. Pero el mercado en algún momento tendrá que poner precio a muchas cosas. Hay determinadas medidas que se deben tomar, que no son fáciles, pero que generarán mayor bienestar en el futuro. La política económica tiene que ser para mejorar el bienestar de la población. Cuando alguien planta un árbol no está esperando a cobijarse en la sombra seis meses después. Estamos llegando a otro momento crítico donde va a tener que haber cambios sustanciales para mejorar, pero dejar a nuestros hijos un mundo peor no me parece lo correcto.
¿En algún momento el BCE tendrá que utilizar algún 'chivo expiatorio' para que el resto se sientan tentados a aplicar esas reformas?
No es el BCE, es el mercado. Supongamos que un banco central quiere defender la paridad de una divisa. Por mucho que quiera, si el mercado está en contra y los inversores no se lo creen, no lo conseguirá. El BCE podrá comprar deuda hasta cierto punto, pero nadie puede ir contra el mercado. Así que la responsabilidad no está en el lado del BCE, no es su responsabilidad. Reino Unido, en un momento determinado, ha visto que estaba al borde del abismo, lo que ha provocado la salida de un gobierno, subir impuestos y bajar el gasto público.
¿En este entorno qué están haciendo?
Como inversores estamos aprovechando las oportunidades que el mercado nos está dando. Hacía tiempo que no veíamos tantas para poder comprar en bolsa y en renta fija. Hace un año, cuando tuvimos que reinvertir, teníamos que hacerlo a una tasa del -0,4%. Hoy esa tasa es del 3%. Si tomamos como referencia los fondos perfilados y hacemos una comparativa, nuestra cartera conservadora ha caído un 5% frente al 10% de la media. Incluso en las estrategias más agresivas siempre hemos caído menos que el mercado. Nosotros recomendamos lo que hacemos en la propia aseguradora. No puedo recomendar algo que yo no haría. Muchas veces nos encontramos con inversores que hace ratings de sostenibilidad cuando luego venden cualquier tipo de activo, sostenible o no. Y muchas veces el problema es que la medición de la rentabilidad es a muy corto plazo. La ventaja de Mapfre es que cuenta con 150 profesionales dedicados a la inversión, en 26 países, y tenemos la percepción de lo que sucede en EEUU, América Latina y Europa. Tenemos un alcance global de lo que está pasando fuera. Y tenemos un conocimiento real de la economía porque estamos asegurando muchas actividades, un buen termómetro de lo que ocurre en un sector u otro. Esto lo aplicamos al mundo de la inversión intentando ganar dinero para nosotros y nuestros clientes, pero con la misma estrategia.
¿Qué activos están incluyendo ahora en las carteras, dependiendo del perfil inversor?
Hace dos años empezamos con una estrategia muy defensiva, de duraciones muy bajas. Cuando vino el Covid adoptamos incluso una estrategia más defensiva las dos primeras semanas. Somos una compañía que tenía una exposición al riesgo corporativo muy bajo, la mitad de la de otras aseguradoras europeas. En cambio, nuestra exposición a deuda es mayoritariamente soberana y hemos incrementado el peso de semi core y core en los últimos dos años. Ahora vemos muchas oportunidades también en emisores corporativos muy solventes y en niveles que eran impensables hace algunos meses. Era muy difícil ser conservador cuando teníamos tipos negativos y mucha gente se iba a los extremos para conseguir algo de rentabilidad. Nosotros decidimos no dejarnos llevar por cantos de sirena y ahora empezamos a recoger los frutos de esa estrategia tan conservadora. En la parte de activos alternativos, con un patrimonio comprometido superior a los 1.300 millones de euros, hemos hecho cosas con mucho sentido.
¿Por ejemplo?
Muchas coinversiones en edificios con socios de primer nivel como Swiss Life o Munich Re en las principales capitales europeas; con Macquaire, en el sector inmobiliario y de infraestructuras; en la parte del capital riesgo hemos hecho uno de los fondos más conservadores diseñados para compañías de seguros, el primer fondo evergreen [siempre invertido] de España. También en energías renovables, con un acuerdo estratégico con Iberdrola, el mayor experto mundial en este campo. No sé si ganaremos un 4% o un 8%, pero sí sé que es tremendamente conservador y que da resultados. Preferimos una rentabilidad del 6% con una probabilidad del 99% a tener una rentabilidad del 20% con una probabilidad del 90%. Para nosotros la definición del riesgo es perder dinero, por eso somos uno de los inversores más conservadores que hay. También hemos generado mucho producto garantizado. Hemos vendido 300 millones de euros en este tipo de productos en los últimos meses. Un tipo de producto que los clientes entienden muy bien.
¿No es contradictorio que vendan los garantizados teniendo en cuenta esa oportunidad histórica para construir cartera?
La mayoría de quienes critican los garantizados son las entidades que nunca los han vendido. Yo no voy a criticar a la banca de inversión porque no la tenga. Mi madre no quiere depender de la capacidad de un gestor de acertar, prefiere saber, como perfil conservador, que si pone 100 euros se va a llevar 111. También tenemos la opción de gestión discrecional de carteras y de units linked, que muchas veces son mejor que otros productos por la protección que ofrecen, sobre todo ahora que ha cambiado la fiscalidad de los planes individuales de pensiones. Ese componente de la protección en el patrimonio financiero se entiende muy bien en el norte de Europa, donde la mayoría de los seguros se realizan mediante la figura del unit linked.
¿Hacia dónde están viendo que se dirigen los flujos de los inversores?
Muchos inversores están en actitud de esperar y ver. Coincide con un momento en que la banca no quiere pagar los depósitos, y no es previsible que vaya a pagar mucho, por lo que hay mucho dinero que va a ir a productos garantizados y de rentabilidad objetivo. Y si en algún momento se produce estabilidad, como un alto el fuego en Ucrania, la bolsa será un componente a tener en cuenta. Hay oportunidades para invertir en buenas compañías, que están baratas. No perdemos de vista los sectores por los cambios estructurales que tienen. ASML estaba tremendamente barata porque China representa el 60% de sus ventas. Siguen produciendo más que antes del Covid, pero el mercado no lo reconoce, aunque todo lleva chips hoy en día.
¿En la parte de alternativos están pensando en lanzar algún producto?
Estamos estudiando algunas opciones y, viendo el éxito que hemos tenido con nuestros vehículos, es probable que el próximo año lancemos un fondo o dos en activos que merecen la pena, de cosas que ya tenemos, como inmobiliario, infraestructuras, energías renovables, deuda privada… Venture capital no hacemos, porque ofrece rentabilidades muy altas pero también puede provocar pérdidas muy altas. No es para una compañía de seguros.
¿Serán accesibles desde 10.000 euros?
Queremos ver los detalles para valorarlo. Es un avance, pero en este momento de corrección de mercado, la liquidez es un activo que vale mucho. Muchos inversores se han metido en alternativos para obtener un 2%, un 3% o un 4% de rentabilidad, y hoy día lo puedes conseguir en deuda cotizada, que encima es líquida. Hay que recordar el bono de Austria a 100 años, que pagaba el 2%. Pero hoy pierde el 80% por precio. Si de algo sabemos las aseguradoras es el tema de la prudencia. Sabemos gestionar el riesgo.
¿Cómo va el acuerdo con Abante?
Va fenomenal. Es el mejor socio que hay en el mercado español. Estoy convencido de que Abante será el mayor gestor de patrimonios de España. Tiene un modelo de negocio muy interesante porque es de planificación financiera. Desde que firmamos el acuerdo ha triplicado su tamaño. Crecen a doble dígito todos los años. Han hecho tres operaciones en este tiempo y hay muchas firmas que están interesadas en unirse a ellos. En el sector de gestión de patrimonios se va a mantener la consolidación. Con toda la regulación que tenemos y la que va a venir... Nosotros invertimos millones de euros todos los años en tecnología, research… Es un negocio escalable y no todo el mundo puede hacerlo, requiere especialización. Ni siquiera nosotros, con todo lo grandes que somos. Hacemos lo que pensamos que podemos hacer bien.
¿Pero no crecerá con Mapfre como accionista mayoritario?
No lo hemos hablado. Hay muchas formas de financiar ese crecimiento. Pero ellos tienen la suficiente capacidad para hacerlo. Cuando tienes unos socios que creen tanto en su proyecto y los datos les acompañan año tras año... Eso no lo ves en otra entidad.
¿Cómo se conjuga el negocio de Mapfre Gestión Patrimonial con Abante?
No son competencia, son complementarios. Tenemos 3.000 oficinas en España, somos la segunda mayor entidad financiera por proximidad con los clientes. Tenemos una gran capacidad con un cliente retail y Abante tiene un cliente más de banca privada.