
El año en curso pasará a la historia por ser uno de los más difíciles de mercado que se recuerdan. El movimiento en los tipos de interés más fuerte en décadas ha reajustado el precio de todos los activos, con la peculiaridad (y dificultad para el inversor) de que tanto la bolsa como los bonos bajan al mismo tiempo. Algo que ha sucedido en contadas ocasiones, como en los años setenta y ochenta, cuando los niveles de inflación también eran muy elevados.
La consecuencia es que los perfiles más conservadores han llegado al último trimestre del año con pérdidas de doble dígito, después de que el precio de una cesta de bonos global caiga más un 20% desde enero, mes en el que tocó máximos del año, como también lo hace la bolsa europea y americana.
La pregunta que tienen en mente muchos inversores, sobre todo los más conservadores, es si, en el medio plazo, es recuperable lo que han perdido con la renta fija. "Sí", se muestra optimista Jaime Martínez, responsable global de asignación de activos de BBVA en una entrevista a elEconomista.es. "Obviamente tardarán, quizás no lo van a recuperar en 12 meses, pero sí se puede. Igual que hace meses un cliente conservador tenía por delante un escenario súper exigente, hoy es mucho más favorable porque buena parte de su cartera ya no está en negativo", explicaba.
elEconomista.es ha realizado un ejercicio teórico en el que se calcula cuánto tiempo tardaría un inversor en borrar los números rojos acumulados desde que la bolsa y los bonos dibujaron máximos anuales, a principios de enero. Para llegar a la rentabilidad esperada de la renta variable en los próximos años se ha tenido en cuenta la inversa del PER (veces que el beneficio previsto se recoge en el precio de la acción) estimado para el año que viene del S&P 500 y del Stoxx 600, y se ha extrapolado a los siguientes años por no existir previsiones fiables a largo plazo. Debe tenerse en cuenta, aún así, que el multiplicador de beneficios previsto para 2023 no refleja aún un posible recorte en las estimaciones de beneficio que podría producirse en el caso de que la desaceleración económica se agrave, algo que todavía no está puesto en precio, según los análisis de muchas gestoras y bancos de inversión. "Las expectativas de beneficios parecen optimistas, en nuestra opinión, y no reflejan el riesgo de una desaceleración económica", indica Thomas Dhainau, responsable de renta variable de La Française AM.
En caso de que se produjera un ajuste en los beneficios, la expectativa de rentabilidad de las bolsas también sería menor a la estimada en el ejercicio realizado por este periódico, que tampoco puede tener en cuenta cómo afectarán en el mercado todas las incertidumbres que quedan por resolver en los próximos meses. Para tener más visibilidad se necesitaría el convencimiento de que la inflación ha tocado techo, de que los bancos centrales dan por terminadas las subidas de tipos de interés y, también, tener una aproximación más exacta de cuál será el impacto de todo ello en la actividad económica, si habrá un aterrizaje más suave o más duro.
En caso de que los bancos centrales controlasen la inflación sin un perjuicio grande de la economía, sería favorable tanto para los bonos como para la bolsa. Sin embargo, si no son capaces de controlarla y encima la inflación es mucho más estructural, esto implicaría poco crecimiento y sería negativo para los dos activos. En cambio, si los bancos centrales consiguen su objetivo a costa de una desaceleración fuerte, no sería positivo para la bolsa pero para los bonos ya no sería tan dañino puesto que se podría acelerar el inicio de las bajadas de tipos de interés. De todo ello dependerá en gran parte el tiempo en el que un inversor tardará en reconstruir su cartera.
Pero siguiendo con el ejercicio, para calcular el rendimiento que pueden ofrecer los bonos se ha tenido en cuenta la rentabilidad genérica proyectada para distintos índices de Bloomberg y Barclays, que ha crecido de forma notable en todos los casos desde que empezó el año.
¿Quién recuperará antes?
Las pérdidas que acumula un inversor arriesgado desde que la bolsa europea y americana coronaron máximos del año superan el 20% (ver gráfico). En cambio, las que se apunta un perfil más conservador son inferiores, pero también están muy por encima de lo que, por definición, estaría dispuesto a tolerar. Así, por ejemplo, los fondos de deuda pública europea pierden, de media, un 14%, frente al 18% que se dejan los que invierten en deuda corporativa europea, el 7,5% que retroceden los que se centran en la renta fija global o el 3% que caen los que invierten en bonos corporativos de Estados Unidos en dólares, según datos de Morningstar.
Sobre quiénes dejarán atrás antes las pérdidas, "en un escenario normal, a priori se recuperará antes de ellas el inversor más arriesgado. Pero en un escenario de desaceleración fuerte, los bonos se comportarían mejor que la bolsa. Por lo tanto, la respuesta no es tan obvia", esclarece el responsable global de asignación de activos de la gestora de BBVA.
Según el ejercicio realizado por elEconomista.es, para una cartera pura de bolsa, alguien invertido en su totalidad en la europea reconstruiría su cartera antes que quien estuviera invertido en la americana. En la primera se necesitarían aproximadamente tres años para reponerse de las caídas acumuladas desde máximos, frente a los cinco que se precisarían en la segunda. La razón principal es que la expectativa de rentabilidad para la europea es superior, ya que se compra más barata. "Creemos que todavía está pesando [en Europa] la prima de riesgo geopolítico", indicaba Cristina Rodríguez Iza, directora de Global Asset Management en Santander AM en otra entrevista reciente, por el conflicto de Rusia con Ucrania, y la crisis energética derivada del mismo.
De este modo, si se tiene en cuenta el beneficio esperado para el año que viene, la expectativa de rentabilidad anualizada para el Stoxx 600 alcanza el 9,63% frente al 6,64% del S&P 500. "La renta variable estadounidense todavía no presenta una valoración atractiva. Los tipos reales siguen sugiriendo un descenso del 5% al 6% (...). Así pues, las esperanzas del mercado de que las subidas de tipos se frenen se verán defraudadas, lo que obligará a los precios de las acciones a corregir aún más y a converger con los niveles implícitos de los tipos", opina Wolf von Rotberg, estratega de renta variable de J. Safra Sarasin Sustainable AM.
En renta fija, las conclusiones son muy dispares en función del tipo de bonos que se analice. Por ejemplo, los fondos de deuda que invierten en bonos soberanos de Estados Unidos en dólares han borrado ya la caída desde máximos. Hay que tener en cuenta la fortaleza del dólar contra el resto de divisas, que ha vuelto a actuar de refugio en tiempos de incertidumbre llevando a la paridad al euro o a la libra. Con una Reserva Federal que ha reiterado que "seguirá hasta que el trabajo esté hecho", haciéndose eco de las palabras del expresidente Paul Volcker, que controló la inflación con un coste económico significativo a principios de la década de 1980, la rentabilidad proyectada para la deuda pública americana se ha disparado desde el 2,7% de principios de año al 5,77% actual. Es más, la rentabilidad alcanzada por el bono americano a 10 años, del 3,7%, saca casi 2 puntos a los dividendos del S&P 500, que es la diferencia más elevada de los últimos doce años.
"Los inversores en renta fija han atravesado un camino tortuoso en 2022", describe Eoin Walsh, gestor de TwentyFour AM (Boutique de Vontobel. "Sin embargo, ante la aceleración de los ciclos de subidas que están poniendo en marcha los bancos centrales, creemos que el nivel máximo del yield del bono del tesoro estadounidense a 10 años no está muy lejos. Una vuelta a la estabilidad de los tipos podría permitir a los inversores cosechar los frutos de un yield de los bonos inusualmente alto para este momento del ciclo", explica.
Por orden de menos a más, se necesitaría en torno a un año para dejar atrás las caídas que suman los fondos de renta fija corporativa americana en dólares. En este caso, la expectativa de rentabilidad de esta deuda asciende hasta el 5,7% (el mismo porcentaje que en la pública). Se necesitarían en torno a tres años en los fondos de renta fija global, activo del que se espera un retorno del 3,73%; unos cuatro para los fondos de deuda pública europea, de la que se proyecta una rentabilidad del 4,51%; y cinco en los vehículos que invierten en bonos corporativos del Viejo Continente, en los que el rendimiento esperable se encuentra en el 4,59%.