La taxonomía social se complica. Si la taxonomía verde está dando más trabajo del previsto, la que regulará las inversiones sociales (aquellas que se fijan en cuestiones como la brecha salarial o el trabajo decente, por poner un par de ejemplos) será aún más compleja, señalan los expertos. Y la Comisión Europea ya ha advertido que su prioridad es rematar la verde antes de arrancar la social. Visite elEconomista Inversión sostenible y ESG, el portal verde de 'elEconomista.es'.
La razón de ser de estas dos taxonomías es establecer qué actividades económicas se alinean con determinados objetivos, bien ambientales, bien sociales. La verde todavía está a medias: de sus seis objetivos, ha abordado solo los dos primeros (mitigación y adaptación al cambio climático) que, eso sí, aglutinan la mayor parte del universo de actividades invertibles. Lea también: La 'Torre de Babel' de las finanzas sostenibles: en el mundo existen hasta 25 taxonomías.
La controversia por la inclusión de la nuclear y el gas en la taxonomía verde "ha consumido una cantidad tremenda de capital político", advierte Andrea González (Spainsif)
La elaboración de este listado de actividades que contribuyen a alcanzar los objetivos ambientales de la UE generó una gran polémica, al haberse incluido la energía nuclear y el gas entre las actividades apellidadas verdes (los expertos que elaboraron el Reglamento de Taxonomía los dejaron fuera, pero finalmente prevalecieron los intereses políticos de los estados miembros). Esta controversia "ha consumido una cantidad de capital político tremendo y generado mucha incomodidad", advierte Andrea González, subdirectora general de Spainsif, el foro español de la inversión responsable.
Con la taxonomía verde a medias -y ésta debía ser la sencilla, al estar basada en la ciencia- la regulación para las inversiones de tipo social tendrá que demorarse. Se esperaba que ya en 2023 se publicase un primer texto para un futuro Reglamento, pero probablemente no lo veamos hasta 2024, señala Andrea González, que añade que se ha producido "un auténtico baño de realidad sobre cuánto tiempo se tarda en redactar este tipo de reglamentos y de clasificaciones", y que ahora "es necesario trasladar ese realismo al calendario".
Cuestión de soberanía nacional
La taxonomía social será más complicada que la ambiental, porque en este tipo de cuestiones (relacionadas con la igualdad, la diversidad o el trabajo decente) no existen criterios científicos, sino que son aspectos que cuelgan de la soberanía y de la cultura propia de cada país. Lea también: La inversión sostenible busca sus estándares.
A esto se suma la complejidad que conlleva medir determinadas cuestiones sociales de forma estandarizada. Uno de los principales problemas es precisamente la falta de un estándar o unas ratios concretas aceptadas por todos los actores. Se han producido avances en ratios puntuales, como la CEO Pay ratio [relación entre el sueldo del consejero delegado y el del empleado medio], que ya es de obligada publicación en EEUU o Reino Unido desde 2019.
Partiendo de esta falta de datos reportados por las empresas, resulta complicado buscar fondos de inversión que tengan un foco específicamente en cuestiones sociales. Pero a través de Morningstar sí es posible localizar los fondos que presentan un "nivel de riesgos sociales" muy reducido.

Morningstar evalúa el nivel de riesgos sociales no gestionados que presentan las compañías de las carteras. Si hacemos una selección de los productos de inversión sostenible, de renta variable, a la venta en España, en euros, y nos quedamos con los que presentan un nivel de riesgos sociales inferior a la media, destacan los fondos de UBS, Erste y Guinness.
Ninguno de los productos de esta selección tiene, como decíamos, en sí mismo el foco en los criterios sociales, ni incorporan en su denominación la palabra Social. De hecho, todos tienen que ver con clima y con energías renovables. Pero el análisis que realiza Morningstar revela que las compañías que tienen en cartera son las que mejor puntúan en riesgos sociales. Se han tenido en cuenta fondos tanto artículo 8 (sostenibles según el Reglamento europeo de Divulgación) como artículo 9 (es decir, que tienen fijado un objetivo concreto de sostenibilidad, y deben reportar cómo contribuyen a él). Los 10 más rentables han resultado ser todos ellos artículo 9.
El mayor retorno anualizado a 5 años lo obtiene el Luxembourg Selection Active Solar A EUR, de UBS, que se anota un 25,3%. El objetivo de sostenibilidad que persigue este producto es invertir en energía solar, y concretamente en compañías alineadas con el objetivo de emisiones de carbono del Acuerdo de París. Presenta un nivel de riesgos sociales nulo, según Morningstar. En cartera, empresas como la israelí SolarEdge Technologies y la cotizada del Nasdaq Canadian Solar. En el presente año logra revalorizarse más de un 11%.
Una rentabilidad de casi el 20% anualizado obtiene en el lustro el ERSTE WWF Stock Environment EUR R01 VT. Su objetivo es invertir en compañías que generen beneficios medioambientales, principalmente dedicadas al tratamiento de agua, eficiencia y movilidad. Es fruto de una colaboración de la gestora austríaca Erste AM con WWF (World Wide Fund for Nature), que ofrece asesoramiento al gestor del fondo, Clemens Klein. Más allá de este foco climático, Klein tiene en cuenta en la gestión de este vehículo aspectos como la brecha salarial de género y la diversidad de género en el consejo de administración, según recoge Morningstar.
Por su parte, el Guinness Sustainable Energy C EUR Acc araña más de un 18% anualizado a 5 años. En cartera, nombres tan conocidos como el gigante estadounidense NextEra, o su compatriota FirstSolar.
Andrea González: "La taxonomía social, por grandes que sean los retos que conlleve, se tiene que desarrollar porque es necesaria"
Con retornos todavía por encima del 15% encontramos el DNB Fund Renewable Energy retail A, el RobecoSAM Smart Energy Eqs M2 EUR y el AB Sustainable US Tmtc C EUR. Los dos primeros se enfocan en las energías verdes, y el tercero a los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) ligados al medio ambiente y la sociedad. Este vehículo de Alliance Bernstein tiene en cuenta la brecha salarial y la presencia de mujeres en el consejo, pero también el hecho de que las compañías cuenten con una política de derechos humanos, tal y como muestra Morningstar.
Más abajo en la tabla, pero con rendimientos anualizados a 5 años aún entre el 12% y el 14%, están el BNP Paribas Energy Transition C D, el NSF SICAV Climate Change + A EUR, el Nordea 1 - Global Climate & Envir BP EUR y el BGF Sustainable Energy E2. Thomas Sørensen (Nordea AM): "Las grandes oportunidades en ESG están en la eficiencia energética".
La subdirectora de Spainsif, Andrea González, hace hincapié en que la taxonomía social, por grandes que sean los retos que conlleve, "se tiene que desarrollar porque es necesaria, aunque es posible que no vaya a poder tener el mismo formato que la verde". En su opinión, es necesaria para una transición justa, ya que "atajando únicamente los objetivos ambientales podemos destruir más de lo que nos podemos imaginar en la parte social. Cuando hablamos de inversión sostenible no hablamos solo de la E, del medio ambiente. No sería deseable un marco que dejase colgando una de las tres patas del acrónimo", reivindica. Quizá, añade, la taxonomía social no pueda tener el mismo formato que la ambiental.