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La recesión más extraña desata la polémica: por qué Biden, Yellen y Powell son 'negacionistas'

  • Estados Unidos ha entrado en recesión técnica tras dos datos de PIB negativos
  • Sin embargo, algunas cifras macroeconómicas muestran fortaleza económica
  • No hay consenso sobre si la recesión es una realidad o vendrá en adelante
Joe Biden, Janet Yellen y Jerome Powell. Foto: EFE.

En las últimas semanas ha aflorado un nuevo colectivo en Estados Unidos: los 'negacionistas' de la recesión. La mayor economía del mundo ha entrado en recesión técnica. Antes y después de conocerse el dato negativo del producto interior bruto (PIB), el segundo consecutivo, no han cesado de escucharse las voces de quienes descartan la contracción. El propio presidente, Joe Biden, Jerome Powell o Janet Yellen. El debate está servido.

Los datos del PIB en Estados Unidos reflejan una recesión técnica, tras registrarse una caída económica del 1,6% interanual en el primer trimestre y del 0,9% en el segundo. Aunque nadie niega este extremo, surgen los matices. Hay consenso en cuanto a la "técnica" pero surgen las dudas si se habla de recesión "a secas". Ese cuestionamiento se apoya, por un lado, en el análisis de diferentes datos macroeconómicos y, por otro, en las distintas definiciones del concepto, que varían según el organismo.  

"Estamos aquí para referirnos a la evolución de las empresas y de la economía y para ver cómo hemos pasado de una histórica recuperación económica a una situación de crecimiento moderado pero estable y una inflación más baja", decía Joe Biden en la comparecencia posterior a conocerse el dato y en la que evaluó el PIB. El presidente americano no contempla por ahora la recesión e, incluso, habla de crecimiento, aunque moderado. 

La Casa Blanca ha explicado que se apoya en la versión de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés), que es la encargada de proclamar cuándo se inicia y termina una recesión.  "Nuestra definición tradicional de recesión contempla una relevante caída de la actividad, que se extiende por la economía y que dura algo más que unos pocos meses", detalla la oficina en su web. Este organismo no solo tiene en cuenta las cifras del PIB, sino otros conceptos como la "profundidad", "difusión" y "duración" del ciclo. 

Por poner solo un ejemplo, el árbitro de las recesiones sí consideró que la economía se contrajo entre febrero de 2020 y abril del mismo año debido al estallido de la pandemia. En este caso, hubo un pico de actividad un año antes, en 2019, que se esfumó en el ejercicio posterior. Aunque la etapa fue breve, la caída fue profunda y extensa.  

Antes de conocerse el dato de la primera mitad de 2022, la sede del presidente de Estados Unidos hacía referencia al NBER y se adelantaba: "Es improbable que el retroceso en el PIB del primer trimestre del año -incluso si le sigue un segundo trimestre de caída- indique recesión", justificaba en un comunicado. En este, también se explica que para afirmar que se da esa situación es necesario evaluar más datos que el del producto interior bruto: el del paro, inflación, consumo de los hogares o el de producción industrial, entre otros.  

En la línea del NBER y de Biden también está la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. Considera que el crecimiento se ha ralentizado, aunque no contempla una recesión porque, para ello, la economía estadounidense debería estar atravesando un amplio debilitamiento: "no es lo que estamos viendo", decía en la misma comparecencia que el presidente.  

A Biden y a Yellen se suma Jerome Powell. El gobernador de la Reserva Federal subía los tipos de interés esta semana y decía: "No pienso que Estados Unidos esté ahora mismo en recesión". Entre los tres difieren: Biden ve crecimiento moderado, Yellen ralentización y Powell añade que la desaceleración sigue su curso. Pero todos están de acuerdo en descartar la recesión y en la razón que les lleva a hacerlo: la fortaleza del mercado laboral estadounidense.  

¿Qué dicen los datos de la recesión?

Frente a los diversos enfoques, hay que repasar los datos macroeconómicos. La tasa de desempleo en el país se sitúa en el 3,6%, muy cerca del mínimo histórico prepandemia. Por su parte, las nóminas no agrícolas superaron las expectativas del mercado en junio, al sumar 372.000 puestos cuando se esperaban 270.000. En mayo, la cifra fue de 384.000 y, en abril, de 368.000. En febrero fueron más de 700.000.  

La oficina de Empleo en Estados Unidos señala -en un informe en el que analiza el mercado laboral durante la crisis de 2008- "uno de los indicadores de recesión más ampliamente reconocido es un elevado desempleo". A finales de 2007, la principal economía del mundo tenía un paro del 5% y, en junio de 2009, esa cifra llegaba al 9,5%. Al terminar el periodo de recesión todavía subió más, hasta el 10%. De momento, la cifra de entonces supera ampliamente el actual 3,6%.  

Otra de las características actuales del mercado laboral es que los salarios están subiendo por la presión inflacionista. Los sueldos y los precios son, precisamente, otras dos referencias que ayudan a identificar en qué punto se sitúa la economía. Este viernes, la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos (BEA, por sus siglas en inglés), ha publicado el dato del gasto de consumo personal por hogares, el PCE. Ese indicador refleja la renta disponible y el gasto de los consumidores teniendo en cuenta la inflación. 

La referencia permite observar cómo las familias ajustan sus compras a corto plazo por la situación económica y, además, proporciona el nivel de precios. En este último caso, se ha alcanzado un máximo en junio en el 6,8%, cifra a la que no se llegaba desde 1982. Las familias lidian con la presión inflacionista pero, a su vez, ha aumentado su renta disponible gracias a que cobran más. Con ese extra, en junio han incrementado sus gastos tanto en bienes como en servicios. 

Otra referencia es la producción industrial. En este caso, en junio se ha registrado la primera caída de 2022, con una contracción en la actividad de las fábricas del 0,2%, según datos de la Fed. Su evolución es la misma que en diciembre de 2021, cuando el coronavirus volvió a brotar y a enfriar la economía.

Endurecimiento de la política monetaria

Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la economía estadounidense es la inflación. Y la gran tarea que tiene la Reserva Federal es contenerla sin provocar una recesión. En Estados Unidos los precios siguen subiendo y el IPC se sitúa en junio en el 9,1%, la mayor cifra en cuatro décadas. Para reducir esa presión, el banco central ha subido los tipos de interés en cuatro ocasiones. La última, esta misma semana, con un alza de 75 puntos básicos, llevando los costes de financiación a máximos de 2019 y 2008. 

En este contexto, lo que vigila el mercado es esa transición hacia el objetivo de estabilidad en los precios y, sobre todo, si habrá turbulencias en el camino. La Reserva Federal ha adelantado que va a seguir endureciendo la política monetaria, aunque, en adelante, sus decisiones sobre oferta monetaria serán más benevolentes.  

En todo caso, la recesión técnica está clara. Falta el consenso sobre la recesión, sin más. Es habitual que la NBER declare una recesión tiempo después de que se haya desatado, ya que el organismo suele tardar tiempo en dictaminarlo. El tiempo dirá si la recuperación se ha frenado, si es estanflación, si la crisis llegará en la segunda parte del año o si se confirma el 'negacionismo'.

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