
Dos décadas después ha vuelto a suceder. Tras varios días haciendo el amago, la divisa única se encontró el martes en el mismo valor que el dólar. Las dos monedas más importantes del mundo tuvieron el mismo precio durante parte de esta jornada, cuando el euro tocó los 1,000 dólares. Sin embargo, a cierre del mercado europeo, el euro se movía en los 1,0062 (y caía un 11,5% en el año).
La fortaleza del dólar y la debilidad del euro provocó este encuentro, inesperado hace solo unos meses, que deja al inversor europeo registrando las mismas pérdidas en el Ibex español que en el S&P 500, la principal referencia americana, con alrededor de un 8% en ambos casos, a cierre del mercado continental.
Esta bondad del efecto divisa, que reduce las pérdidas para el europeo que esté invertido en dólares, se ve con claridad en el índice americano. Las pérdidas del inversor del Viejo Continente se reducen a este 8,64% a pesar de que el S&P en dólares pierde un 19,1%, a cierre del mercado europeo, es decir, más del doble.
Durante este año, esta situación de paridad en las rentabilidades de la referencia española y el S&P ya se había visto en diferentes ocasiones. Concretamente, la última vez que pasó fue el pasado mes de abril.
Una igualdad que, a lo largo del ejercicio, también se observa en el comportamiento anual del Nasdaq y del EuroStoxx (ver gráfico), que se han encontrado en diferentes ocasiones durante este complicado ejercicio. Actualmente, pese a que las rentabilidades de ambos índices están al borde de volver a encontrarse, las inversiones en euros del índice tecnológico caen diez puntos porcentuales menos que en dólares, con un -17,77% para el inversor europeo frente al -27,29% que cederían para el inversor del otro lado del charco.
La paridad entre el euro y el dólar, que no se veía desde diciembre de 2002 –aunque por aquel entonces la situación era inversa a la actual– puede explicarse, según los expertos, a través de varios factores. Sin embargo, estos mismos destacan tres como los más relevantes. Por un lado, la guerra en Ucrania, que ha arrojado gran incertidumbre sobre el futuro económico de la zona euro. La incertidumbre nunca es buena consejera para las inversiones. Así, el coste de la cobertura euro/dólar se ha disparado, mientras que el euro retrocede más de un 4,3% solo en el mes de julio.
Por otro lado, está la divergencia entre la política monetaria de EEUU y la de la zona euro. El Banco Central Europeo está normalizando los tipos de interés y su balance a un ritmo muy inferior respecto a la Reserva Federal. Esto está generando un spread o brecha en los tipos de interés oficiales en ambas regiones que hace más apetecibles para los inversores los activos de renta fija denominados en dólares.
Por último, entre los factores de peso, el miedo a una recesión, que podría ser global, está atrayendo capitales hacia el dólar, un activo que se ha convertido en uno de los grandes refugios durante las últimas crisis. Además, en los últimos meses han empeorado en mayor medida las perspectivas económicas para la eurozona, respecto a las de Estados Unidos, que es un exportador neto de energía y podría capear mejor la crisis energética (produce mucho petróleo y exporta grandes cantidades de gas).