
Pese a haber repuntando en las últimas sesiones cerca de un 1,5%, el euro coquetea con mínimos de varios años en su tipo de cambio con el dólar estadounidense, a pesar del tono agresivo del Banco Central Europeo (BCE) en su reunión de junio.
Probablemente se deba a falta de noticias respecto a un respaldo creíble para limitar el aumento de costes de endeudamiento de países como Italia a medida que se endurece la política monetaria. El caso es que la reunión ad hoc del BCE para discutir cómo estabilizar dichos costes sugiere que los diferenciales de rentabilidad a vencimiento de la deuda de países periféricos están cerca del umbral de dolor aceptable y que es probable que anuncie formalmente una nueva herramienta antifragmentación de la deuda en su reunión del 21 de julio. La credibilidad del BCE para abordar la fragmentación de la deuda puede ponerse a prueba, pero consideramos que el esquema será sólido y servirá para calmar las preocupaciones rápidamente.
El caso es que para ser justos, la mayor parte de la devaluación del euro está vinculada a la apreciación del dólar, pues la fuerte inflación en EEUU ha aumentado la previsión de alzas de tipos de interés de la Reserva Federal (Fed). Este endurecimiento ha pesado en los precios de los activos de riesgo y apoyado el dólar como refugio seguro cada vez más rentable. Sin embargo, el Banco Central Europeo también ha señalado una más rápida normalización monetaria de cara a la reunión del mes de julio.
De hecho, los diferenciales de tipos de interés y de crecimiento entre EEUU y la eurozona deben reducirse, lo que deber favorecer al euro. De momento las expectativas del mercado son de subidas de tipos de interés alrededor de 1,75%, tanto en EEUU como la eurozona en 2022. Pero para 2023 el mercado espera que la Reserva Federal aumente tipos solo 0,1% neto y 1% por parte del BCE.
No obstante, las expectativas de ajuste monetario significativo en la eurozona en 2023 son improbables, dado que al mismo tiempo se descuentan recortes de tipos de interés por parte de la Reserva Federal el próximo ejercicio.
Una marcada desaceleración de las economías desarrolladas puede mantener fuerte al dólar, pero las expectativas de recortes de tipos de interés el próximo año en EEUU, pueden respaldar el apetito global por el riesgo y reducir el valor del dólar. Además, el fin de los tipos de interés negativos en la eurozona y el nuevo mecanismo creíble para evitar la fragmentación de la deuda en la región pueden dar lugar a una mejora significativa de las entradas netas de capitales en deuda europea, lo que favorece al euro.
También hay que tener en cuenta el aumento elevado y sostenido de los precios de la energía, que puede traducirse en mayores costes y afectar las perspectivas económicas de la eurozona, limitando el ajuste monetario del BCE, lo que, junto a un deterioro de la balanza comercial, puede afectar a la baja al tipo de cambio del euro.
De hecho, el aumento de precios de las importaciones de energía con la guerra en Ucrania y la caída de la actividad económica en China por los bloqueos que ha generado la política de Covid-cero, han afectado al euro.
De momento, la reapertura de China reduce preocupaciones respecto a interrupciones de la cadena de suministros, aunque la economía de la eurozona se enfrenta a aumentos de precios del gas natural por interrupciones de suministro de EEUU (una importante terminal estará fuera sin funcionar al menos tres meses) y movimientos rusos para disminuir el abastecimiento de gas a algunos países del Viejo Continente.
En consecuencia, nos mantenemos neutrales respecto al tipo de cambio del euro a corto plazo, con previsión de que en tres meses se cambie a 1,06 dólares. Además, mantenemos las proyecciones de revalorización del euro a 6 y 12 meses, hasta 1,11 y 1,15, respectivamente.
El principal riesgo para esta previsión es un aumento sostenido de los precios del gas y dificultades para aumentar inventarios del mismo en la eurozona antes del próximo invierno. Otros riesgos importantes son un fracaso del Banco Central Europeo para crear una herramienta creíble antifragmentación de la deuda o que la inflación estadounidense sea persistente y provoque que la Reserva Federal continúe centrándose en la estabilidad de precios.