
Tras el anuncio del pasado miércoles de la Reserva Federal estadounidense (Fed), donde se hicieron públicas sus actas de la reunión de marzo, ha caído como un jarro de agua fría sobre la moneda continental, que se llegó a quedar a un 0,1% de alcanzar los mínimos del año, que tocó el pasado 7 de marzo cuando, tras el estallido de la guerra, Rusia bombardeó Zaporiyia, la central nuclear más grande de Europa, situada en el centro de Ucrania.
Estos documentos revelaron el enfoque más agresivo que tomarán desde el otro lado del Atlántico para luchar contra la elevada inflación, con nueve subidas de 25 puntos básicos en lo que va de año previstas por el mercado y el objetivo de empezar a reducir el balance de activos el mes que viene, que se disparó hasta los 8,9 billones de dólares por las compras agresivas de bonos en medio de la pandemia.
En Europa, por su parte, la retirada de estímulos o tapering será más laxa que la estadounidense, y se esperan dos subidas de 25 puntos básicos en 2022 para el Viejo Continente. Así, este paso por detrás del Banco Central Europeo (BCE) en el proceso de normalización se traduce en un escenario alcista del dólar frente al euro.
Algo que pudo observarse en la jornada de ayer, cuando la moneda comunitaria llegó al entorno de los 1,08, es decir, el euro se cambiaba a 1,08 frente al dólar, a cierre del mercado continental. Unos niveles que dejaron a la divisa a tan solo una décima de caída de los 1,0854, que es el suelo que alcanzó en el que fue el primer día de bolsa tras el bombardeo a Zaporiyia. Y es que, desde el comienzo del asedio a Ucrania el 23 de febrero, el euro frente al dólar –considerada una moneda refugio– ha descendido un 0,9%.
El rublo, disparado
Contra todo pronóstico, el rublo, al contrario que el euro, se anota un rebote histórico y, tras una caída violenta, la divisa rusa ha iniciado una remontada y se dispara un 9% frente al dólar (hasta rebasar los 0,0131 dólares por unidad) desde los mínimos de marzo, lo que le ha permitido recuperar los niveles previos al inicio de la guerra. Algo que podría ver su razón en los férreos controles del banco central y las autoridades rusas, que han detenido la fuga masiva de capital impidiendo la salida de miles de millones.