
La diplomacia es la fina línea que separa la tensión geopolítica de una guerra. Y esa es la vía que Rusia por un lado y Ucrania y los países de la OTAN por el otro intentan agotar para no desembocar en un conflicto bélico. Un escenario que toma forma según el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que el pasado domingo advirtió de que una invasión rusa de Ucrania puede ser inminente.
Aunque la tensión se ha relajado en parte este martes con las noticias del repliegue de parte de las tropas rusas de la frontera con Ucrania, el revuelo en los mercados ha sido palpable: algunas compañías aéreas han cancelado vuelos con destino a Kiev y las principales bolsas europeas y algunas asiáticas han descontado un posible desenlace armado.
"Comprar cuando suenan los cañones y vender cuando suenan las trompetas". Esta gran cita se atribuye al financiero Nathan Rothschild, el primer Barón Rothschild. Y aunque parece que nunca la dijo, ha quedado grabada a fuego en la imaginería popular de los inversores.
La cita, en todo caso, expresa una línea temporal para la toma de decisiones financieras. Transmite que el mejor momento para invertir en bolsa es cuando se está iniciando una guerra, instante de más nervios y caídas. Por el contrario, el mejor momento para vender es cuando se está consumiendo una guerra, porque los mercados ya han adelantado todas esas buenas noticias y las bolsas están más caras.
¿La experiencia avala esta tesis? Veámoslo con los conflictos bélicos desde comienzos del siglo XX. Antes de esa fecha, no existían referencias de índices con fiabilidad suficiente.
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Las dos Guerras Mundiales
El índice Dow Jones de Estados Unidos era ya uno de los índices bursátiles más populares del mundo cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914. El asesinato del emperador de Austria Francisco José I provocó el cierre de la Bolsa de Nueva York durante 4 meses. Por aquella época los financieros consideraron que dejar abierto el parqué durante la guerra provocaría una crisis financiera. Durante el conflicto, una vez reabiertas las negociaciones bursátiles, el Dow Jones cayó hasta marcar casi mínimos que precedieron la recuperación de 1915. La firma de la paz produjo en los meses y años siguientes una fulgurante recuperación, al calor de la bonanza económica de los felices años 20.
La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto más precoz en los mercados. Durante los prolegómenos del nuevo conflicto global, Adolf Hitler desató el pánico en los mercados. La invasión de Países Bajos provocó uno de los mayores episodios de histeria que se conocen: el Dow Jones perdió un 23% de su valor en apenas dos semanas. Sin embargo, la peor parte de los parqués se produjo un año después con el ataque japonés a la base estadounidense de Pearl Harbour.
Desde la primavera de 1942, tras tocar mínimos, los índices bursátiles subieron durante los más de tres años que quedaban de guerra. Tanto es así que apenas a finales de 1945 el Dow Jones ya había duplicado su valor. Solo habían pasado 4 meses desde las bombas atómicas sobre Japón, el hecho que puso fin a la guerra.
La Guerra Fría: Corea, Vietnam y la crisis de los misiles
Corea del Norte invadió Corea del Sur en 1950. De nuevo, los índices sufrieron un desplome del 12% en tres semanas. Pero el apoyo occidental al Sur produjo el efecto contrario y, en poco tiempo, el Dow Jones alcanzó nuevos máximos.
Fue el primer episodio de la Guerra Fría, el estado de constante tensión entre el bloque proestadounidense y el soviético. La Guerra de Vietnam y sobre todo el punto álgido de tensión de la crisis de los misiles envolvió a los mercados en el pesimismo. El índice de referencia en EE UU perdió ese 1962 un 24% desde máximos de aquel año. La Unión Soviética cedió y finalmente retiró los misiles de Cuba. ¿El resultado en los mercados? Nuevo repunte, euforia y solo un año después la Bolsa de Nueva York había subido casi un 40% para alcanzar nuevos topes.
Oriente Medio y la crisis energética
Los 50 últimos años de inestabilidad geopolítica que han afectado a los mercados tienen un gran foco: Oriente Medio. Allí se han situado los mayores conflictos bélicos desde 1970, salvo contadas excepciones como la Guerra de los Balcanes. Especialmente adverso para las finanzas globales fue el embargo energético de los grandes países productores de petróleo.
En fechas más cercanas, la invasión de Kuwait por Iraq en el verano de 1990 generó otro pico de nerviosismo… y una caída de más del 20% del Dow Jones. Pero igual que hubo caídas aplomo, casi igual de rápida fue la recuperación en los mercados, imperturbables los siguientes años, incluso con la Guerra de los Balcanes (1991-2001) como escenario de fondo.
El enfrentamiento entre Oriente y Occidente tuvo un acontecimiento muy señalado: los atentados de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001. El contexto financiero era complicado, con las bolsas encajando desde meses atrás caídas por el estallido de la burbuja de las puntocom. El ataque de Al-Qaeda al corazón financiero mundial obligó a cerrar las puertas de la Bolsa de Nueva York durante cuatro jornadas.
Las últimas guerras y revueltas también han tenido Oriente Medio como foco principal. Sin embargo, ni la Guerra de Siria, la Primavera Árabe, el conflicto en Afganistán o las incursiones rusas de 2014 sobre la península de Crimea -territorio en litigio con Ucrania- fueron capaces de agitar con gran fuerza los mercados.
Lecciones de las guerras y los mercados
Un barrido por la historia reciente deja entrever que los conflictos bélicos globales suelen provocar una fuerte caída en los mercados. Un movimiento bajista que haría buena la frase atribuida al Barón Rothschild.
Una vez los conflictos se encauzan o terminan, sí puede ser un buen momento para vender: los inversores compran según mejora el panorama y los índices marcan máximos históricos o se acercan a ellos cuando los conflictos tocan a su fin.
No obstante, la historia financiera también demuestra que vender no siempre es la mejor idea en ese momento. El periodo de paz de los años siguientes acostumbra a ser testigo de un comportamiento muy positivo de las bolsas. Una bonanza que se pierden quienes venden con el sonido de las trompetas.