
La diferencia, en cuanto a rentabilidad, entre recibir los dividendos de las cotizadas del S&P 500 y comprarse un bono americano a diez años se ha ido reduciendo en las últimas semanas, después de que el segundo cruzase el 18 de enero la barrera del 1,87% por primera vez desde enero de 2020.
Las ventas de deuda soberana (descensos en precio e incrementos de rentabilidad) han sido significativas en el primer mes del año, acusando el camino ya iniciado por los bancos centrales de retirada de estímulos monetarios para contener la inflación, especialmente al otro lado del Atlántico. Un movimiento que ha abierto la mayor diferencia a favor del bono frente a la rentabilidad por dividendo del S&P desde 2019.
Después de que la Reserva Federal que dirige Jerome Powell cumpliese el guion esperado en la primera reunión del año, anunciando que seguirá reduciendo sus compras de deuda en, al menos, 30.000 millones de dólares al mes, el mercado descuenta que el banco central estadounidense llevará a cabo en marzo la primera subida de tipos de interés, de 25 puntos básicos (o incluso más), y que podrían ser hasta cinco en el año.
¿Cómo impactó este mensaje en los distintos activos? Como explican desde Federated Hermes, se pasó "de un comentario de inflación transitoria", a otro en el que ésta "corre el riesgo de ser prolongada". La gestora interpreta que los mercados están previendo una subida de tipos que "no sólo es inminente, sino que puede ser rápida", un argumento que explica "los retrocesos que está experimentando la renta variable y las subidas en el rendimiento de los bonos", destacan.
Así las cosas, el T-Note a diez años, la principal referencia del país, ha pasado de ofrecer un 1,51% al inicio del año hasta el 1,83% a cierre del 27 de enero. Esta mayor rentabilidad también ha actuado como un freno para las bolsas: desde los máximos históricos las caídas ya superan el 14% en el Nasdaq 100, el 7% en el Dow Jones y el 8,5% en el S&P 500, con datos a media sesión de este viernes.
El T-Note a diez años ha pasado de ofrecer un 1,51% al inicio del año hasta el 1,83% actual
"Una normalización en el precio del dinero en EEUU, que se presenta cada vez como más probable por la existencia de unos niveles de inflación y crecimiento que no justifican las valoraciones actuales, nos puede llevar a que dejen de funcionar las carteras tradicionales, como la cartera 60/40, donde las correlaciones negativas entre ambos han venido protegiendo históricamente a los inversores", explica Ignacio Fuertes, socio y director de inversiones de Rentamarkets.
Rivalidad entre activos
En este contexto, es evidente la competencia que se abre entre la renta fija, que puede recuperar el atractivo perdido en los últimos ejercicios ante el alza de rentabilidades después de años de tipos cero, y el dividendo, un reclamo para los bonistas que ya están huyendo de la renta fija y cuya alternativa aparece en otros activos.
No en vano, hasta 16 firmas del S&P brindan rentabilidades por dividendos por encima del 5% y entre ellos, los más atractivos son los pagos de Coterra, Lumen y AT&T, que a precios actuales rentan más de un 8%.
Esta rivalidad ya es palpable si se atiende a las previsiones del consenso que recoge Blomberg, que sitúa la rentabilidad por dividendo esperada para este año en el Dow Jones en el 2% y en el 1,54% para el S&P 500.
Hasta 16 firmas del S&P brindan rentabilidades por dividendos por encima del 5%
Así las cosas, la pregunta es simple: ¿dónde invertir, en un activo con apenas riesgo, como es la deuda estadounidense, o en un índice de Wall Street?
Enrique Lluva, subdirector de renta fija de Imantia Capital, alude a la situación de varios indicadores de bolsa americanos, como el Nasdaq o el Russell, que han entrado en mercado bajista, y, por tanto, "ese dividendo de 1,5% puede ser absorbido en una sola sesión". A la vez, recuerda que la Fed ha desempolvado todo el arsenal a su disposición para controlar esa alarmante inflación del 7% y que en la reunión del miércoles ha anticipado una reducción de liquidez importante a través de la no renovación de vencimientos de sus tenencias de deuda. "Esta estrategia tiene que favorecer el control de la inflación a corto plazo y los que salen ganando son los bonos a largo plazo que descuentan menos inflación futura. Subirán en tipo y, por tanto, tendrán pérdidas pero no tantas como podría acumular la renta variable en este escenario", asegura.
Lluva (Imantia): "Esta estrategia tiene que favorecer el control de la inflación a corto plazo y los que salen ganando son los bonos a largo plazo que descuentan menos inflación futura"
No opina así Víctor Alvargonzález, socio fundador y director de estrategia de Nextep, para quien la rentabilidad del bono todavía es insuficiente para competir con la renta variable. "Primero, porque cuando se invierte en renta variable se busca participar en la mejora de los resultados de las empresas. En otras palabras el dividendo aumentará junto con la recuperación de la economía norteamericana y global. Además, la rentabilidad en el caso norteamericano no se mide solo por el dividendo, sino también por la recompra de acciones, una práctica muy generalizada en aquel país que puede llegar a incrementar considerablemente la rentabilidad para el accionista", explica.
Asimismo, considera que la rentabilidad del bono todavía es muy baja si se compara con el nivel de inflación, "no ya el actual del 6%, que supera claramente la rentabilidad del bono, sino el esperado, que probablemente esté en el entorno del 3 % en los próximos dos años o incluso 4 %", añade.
Alvargonzález (Nextep Finance): "La rentabilidad en el caso norteamericano no se mide solo por el dividendo, sino también por la recompra de acciones"
A medio camino, Félix López, socio director de atl Capital, cree que todo dependerá del horizonte de inversión. "A corto plazo, y siempre para inversores en dólares, gana atractivo el bono. El carry es razonablemente atractivo y al no esperar que se vayan mucho más allá del 2,25% la posible pérdida vía precio es asumible. En el caso de la bolsa, a corto plazo pesa más la volatilidad, con lo que las variaciones de precio son proporcionalmente muy importantes cuando lo comparamos con el carry del dividendo".
Eso sí, a largo plazo, López se decanta por el S&P, "ya que el crecimiento de beneficios, el crecimiento de los dividendos y de las compañías compensa de sobra el riesgo que asumimos", justifica.