En el tablero bancario mexicano se ha puesto en venta el antiguo Banamex, que como lo compró Citi en 2001 por 12.500 millones de dólares ahora se llama Citibanamex. Quien se quede con los clientes y la cuota de mercado de esta entidad va a tener mucha repercusión en la bolsa española con nuestras dos mayores entidades financieras pendientes de la operación.
La primera lectura es que uno de los candidatos es Santander, que con su actual participación (13% del mercado de crédito) y la que cuenta Banamex casi igualaría el 24% del mercado en manos de BBVA. Al banco que preside Carlos Torres se le descarta desde el inicio porque con Banamex tendría un tercio de la banca del país.
Para Santander es un plato tan atractivo como difícil de digerir. Las sinergias que generaría una integración, en un claro escenario de subida de tipos, devolverían el ROE del negocio mexicano por encima del 20%. Y para los inversores internacionales en el capital supondría igualar lo mejor de la carta de presentación de BBVA -una cuarta parte del mercado bancario mexicano-, con una diversificación internacional mucho más correcta (Brasil, Reino Unido, EE.UU., financiación al consumo en Europa) y sin el handicap de la ruleta rusa que es Turquía.
El problema es que la operación obligaría a una ampliación de capital difícil de justificar con la acción poco más arriba de los 3 euros (si estuviésemos hablando de 3,75-4 euros -lo que deberían valer los títulos de Santander en opinión de la mayoría de bancos de inversión que lo siguen- sería ya otra cosa). La creación de valor a medio plazo de Santander y Citibanamex es poco discutible, como tampoco lo es que se penalizará al título en bolsa si al final se concreta el interés.
En las valoraciones bajas que se han publicado, en torno a los 9.000 millones, ya se estaría pagando el doble del multiplicador de beneficios que hoy se desembolsa por Santander. Para poner un PER tan alto a corto plazo mejor para el accionista recomprar títulos que hoy se pueden adquirir por lo que se espera va a ganar el banco en los próximos siete años para posteriormente amortizarlos.
Pero además de ser un plato complicado de digerir, la mayor oposición a la operación es el nacionalismo. Son muchos los que en el México de las finanzas defienden que la banca local debe aprovechar la oportunidad y sería una lástima que la cartera quedara en manos de Santander.
En México se utiliza de vez en cuando la frase "hagamos patria y matemos unos chilangos" como animadversión hacia el centralismo de la capital. Aquí es donde radica una de las esperanzas locales, que sean los de Monterrey, Banorte, la cuarta entidad del país, los que tomen parte del control de lo que se decide entre Reforma y Santa Fe en el DF. Mucho mejor si además no son españoles.
*Joaquín Gómez es director adjunto de 'elEconomista'.