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Por qué no se cumplen todavía las tres 'leyes' de la inflación del BCE

  • Insiste en que caerá al 1,7% en 2022 y que su crecimiento no es persistente
Philip Lane, economista jefe del BCE. Foto: Reuters
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En el contexto de la revisión estratégica que el Banco Central Europeo (BCE) presentó este verano, a través de su economista jefe, Phillip Lane, se anunciaron tres condiciones indispensables que debe cumplir la inflación para poder abrir la puerta a subir los tipos de interés.

Haciendo un símil con las tres leyes de Isaac Newton, el BCE ha creado sus tres leyes de la mecánica de la inflación, que, cuando se cumplan, permitirán al organismo incrementar el precio del dinero de referencia. Esta misma semana, Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, insistía en la Convención Anual 2021 de la Asociación de Mercados Financieros, en que todavía no se cumple ninguna de las tres condiciones.

Hay algunos factores que empiezan a apoyar la previsión del BCE: el precio de las materias primas ha empezado a corregirse ligeramente desde los máximos, y también el del transporte. Los intereses del mercado monetario a corto plazo también lo confirman: retrasaron ayer su expectativa de subida de tipos, desde la fecha de diciembre de 2022 que esperaban el miércoles, hasta febrero de 2023.

Los tres principios

La primera de ellas se refiere al nivel que deben alcanzar las tasas de inflación antes de poder plantear una subida de tipos. No estará sobre la mesa "hasta que veamos que la inflación alcanza el 2% de forma clara, bastante antes del final de nuestro horizonte". Este llega hasta 2023, que es hasta donde alcanzan las proyecciones macroeconómicas del banco central en este momento, y con "bastante antes" el BCE ha confirmado que se refiere al punto intermedio de su horizonte de proyecciones, es decir, mediados de 2022. Como la entidad espera una inflación del 1,7% de media el año que viene, se confirma que la condición no se cumple.

En diciembre, cuando las previsiones macro se amplíen hasta 2024, el punto intermedio del horizonte temporal del BCE pasará a ser a mediados de 2023. Con este principio el organismo pretende evitar repetir errores del pasado (Trichet se precipitó en 2011 y tuvo que dar marcha atrás) e introduce un componente de temporalidad, que se suma al que también ha adoptado este año con la inclusión de un enfoque "simétrico" para su objetivo de inflación: permitir que supere el 2%, sin verse obligado a mover ficha de forma inmediata.

La segunda condición del BCE es que la inflación alcance el objetivo del 2% de forma "duradera para el resto de horizonte de proyección". Con esto el BCE quiere asegurarse de que la inflación se mantiene en su objetivo de forma cuasi permanente. De nuevo, la temporalidad es clave en este caso: quieren asegurarse de que será alto durante un largo periodo.

Esta segunda condición tampoco se cumple estrictamente en este momento, pero no está lejos: las expectativas de inflación que manejan los mercados para los cinco años que empezarán centro de cinco (el swap de inflación 5y5y), se mantienen ahora en el 1,93%, a las puertas del objetivo del 2% del BCE, un nivel que ha llegado a superar a finales de octubre.

En cuanto al tercer principio, condiciona la subida de tipos a que "el progreso de la inflación subyacente sea lo suficientemente avanzado como para ser consistente con la inflación estabilizándose en el 2% en el medio plazo". En este caso, el BCE se refiere a la cesta de precios que no recoge los elementos más volátiles (energía y alimentos frescos, en general). Este índice ha alcanzado una tasa de crecimiento del 2% anual en diciembre, máximos desde 2008, pero, de nuevo, la clave está en la temporalidad, y el organismo parece convencido de que se calmará en próximos meses.

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