
¿Estamos asistiendo al estallido de una nueva burbuja? Esta es la pregunta que se hace James Mackintosh, columnista del Wall Street Journal, a la hora de comparar el boom especulativo de finales de 1999 y la primera mitad del 2000 con lo que lleva ocurriendo en los últimos nueve meses en ámbitos como la energía limpia, los coches eléctricos, las acciones relacionadas con el cannabis y las SPAC (también conocidas como empresas "cheque en blanco").
Las similitudes se encuentran tanto en los resultados como en el comportamiento de los inversores. El miedo a dejar pasar la euforia experimentada por los valores de internet a finales de 1999 infló el Nasdaq Compuesto un 83% desde finales de septiembre hasta su máximo de marzo de 2000.
De forma similar, desde septiembre del año pasado hasta los máximos de este año, el fondo cotizado de energía solar de Invesco se disparó un 88%, el ETF de energía limpia global de Blackrock un 81% y el ETF de innovación de Ark un 70%, según identifica Mackintosh.
Durante el auge de las puntocom, el principal valor de la burbuja, Cisco, subió un 133% mientras que el principal valor de la burbuja actual, Tesla, acumuló una rentabilidad del 110% desde septiembre hasta los máximos de este año.
Sin embargo, desde el último pico hasta el pasado 16 de junio, las acciones de Tesla se han dejado un 31,5%, el fondo cotizado de energía solar de Invesco alrededor de un 34,4%, el de energía limpia de BlackRock un 32,1% y el ETF de innovación de Ark cerca de un 26,8%.
Curiosamente, las coincidencias con la burbuja tecnológica se extienden incluso a la época del año, ya que los sectores en boga hasta no hace mucho alcanzaron su máximo en febrero y marzo de este año mientras que el máximo de las puntocom se alcanzó el pasado 10 de marzo de 2000.
Razones para confiar
No obstante, en la actualidad, apunta Mackintosh, hay razones para pensar que el mercado en general podrá salir a flote sin ser arrastrado por el hundimiento de los sectores y algunos de los valores más populares.
El desplome de los precios de las acciones de las energías limpias, los coches eléctricos e incluso el bitcoin debería impactar menos en las carteras de los consumidores que la debacle de las tecnológicas porque la burbuja actual está menos extendida.
Además, a día de hoy, los bonos del Tesoro también proporcionan un mayor apoyo dado que el rendimiento del bono americano a 10 años se sitúa solo en el 1,5%. En el 2000, los inversores preocupados por el mercado de valores podían ganar hasta casi un 7% con el Treasury a 10 años.
Aunque en estos momentos existen otras amenazas tanto para la economía como para la renta variable de EEUU, el columnista del WSJ espera que la dinámica de los últimos nueve meses no sea más que otra de las miniburbujas que han aparecido y estallado en varias ocasiones desde el arranque del mercado alcista posterior a 2009.