
Los agitadores de la inversión intensificaron sus campañas para intervenir en las compañías cotizadas según criterios socialmente responsables en 2020 hasta cifras récord, y los expertos esperan que esta tendencia continúe en 2021, con igualdad y medio ambiente como prioridades.
Esta misma semana, Cofidis lanzaba una campaña sobre el reciclaje de las tarjetas de crédito. La inversión socialmente responsable ha invadido cada rincón del universo financiero, incluso los más recónditos y cuestionables, como es el del negocio de los prestámos para el consumo a elevados intereses. Por supuesto, atraviesa ya casi todas las campañas históricas de los fondos activistas, que siguen buscando mayorías en las juntas de accionistas para que fracasen fusiones o adquisiciones, para provocar cambios en los consejos de administración o en la dirección de las compañías y en la estrategia, pero ahora no solo tienen una preocupación sobre la rentabilidad, sino que añaden enfoques que van desde la mayor presencia de mujeres con los mismos salarios que los hombres, la reducción de la huella de carbono de cada actividad concreta o el pago de impuestos según corresponda.
"Las empresas seguirán enfrentándose a una presión cada vez mayor para abordar los problemas sociales y ambientales", reconoce A&M Activist Alert en su informe Inversores activistas en Europa, publicado recientemente, en el que observa que "dicha presión se ha intensificado hasta 2020, con un número récord de resoluciones en las juntas de accionistas centradas en el ESG [criterios de inversión ambientales, sociales y de gobierno corporativo]", y predice "que los fondos activistas no serán tímidos en seguir incorporando ese sentimiento del mercado en sus campañas".
"El aumento de campañas relacionados con el ESG ha permitido que se mejoren las debilidades percibidas en las empresas en estos aspectos, una tendencia que continuará, e intensificará las asignaciones de capital de los fondos con vocación de mejorar la sociedad", añade Lazard en otro informe.
La clave está en que cada vez más inversores -azuzados por los más jóvenes- y el nuevo clima político post pandemia exigen transparencia, una mayor sensibilidad hacia las cuestiones climáticas, laborales, hacia la igualdad y el rechazo de la corrupción. En definitiva, exigen que su dinero y sus ahorros crezcan, pero que lo hagan bajo un ideal de desarrollo sostenible.
Una realidad de la que los fondos activistas se han hecho cargo, también por el propio interés de no parecer insensibles a la crisis en busca solo de elevar el retorno de sus inversiones. "Hemos comprobado el vínculo entre las calificaciones ESG de las empresas europeas y su probabilidad de convertirse en un objetivo para los activistas, cuanto más baja es, más se incrementa", incide A&M Activist Alert.
En esta línea, el servicio de análisis de Bloomberg cierra aún más el círculo y alerta de que las compañías europeas con peor calificación en gobernanza, según su sistema propio de medición, serán las que más inversores activistas atraigan en los próximos meses. Entre ellas aparece la española ACS, junto a otras grandes empresas con problemas de reputación como los bancos suizos Credit Suisse o UBS, la tabaquera British American Tobacco o la farmacétuica Bayer.
Revueltas de accionistas
Según Lazard, en 2020, el 32% de las campañas de inversores activistas se lanzaron sobre empresas europeas. Un cifra histórica, en un año marcado por la pandemia de coronavirus, en el que "el interés de los inversores en el ESG se ha intensificado", apunta A&M Activist Alert. "Las protestas del Black Lives Matter [las vidas de los negros importan, en inglés] han llevado a un gran aumento en las peticiones a empresas para que revelen y acepten la rendición de cuentas por la mezcla racial de su fuerza laboral y de su dirección", pone de ejemplo.
Hay otros casos sonados. Una revuelta de inversores en la junta general de accionistas de Procter & Gamble consiguió el respaldo de aproximadamente el 67% del capital del conglomerado de bienes de consumo para que se retirara de los productos comercializados la pulpa de madera y el aceite de palma. Por otra parte, en Reino Unido, el fondo Legal & General Investment Management advirtió a 500 empresas de que hicieran más para abordar el cambio climático "o se enfrentarían a ser nombradas públicamente por la gestora más grande del país", recupera A&M Activist Alert.
En febrero de este 2021, el fondo soberano de Noruega, uno de los mayores del mundo con un volumen patrimonial de 1,3 billones de dólares, deshizo sus posiciones en algunas compañías que no cumplían sus estándares de transparencia fiscal, lo que revela otra dimensión más del ESG.