
Cuando Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, anunció el miércoles que el banco central no tenía previsto subir los tipos de interés en bastante tiempo, los intereses de la deuda de EEUU cayeron en picado. Pero la magia no ha durado: en apenas un día, el rendimiento del bono a 10 años de disparó a máximos de enero de 2020. ¿Qué ha pasado para que los inversores rompieran el hechizo tan rápido?
Explicaciones hay varias, aunque ninguna parece satisfacer del todo a los analistas. Las teorías van desde que los inversores estén asumiendo que la inflación va a ser alta durante bastante tiempo a que esta reacción es el resultado de los movimientos del Banco de Japón. Cada una aporta información sobre qué está pasando... y también deja algunas dudas.
Inflación a largo plazo
Una de las medidas que ha tomado la Fed en los últimos meses ha sido la de apuntar a un nivel de inflación medio durante unos cuantos años, en vez de imponer una cifra exacta como objetivo anual. Esto significa que, después de unos cuantos años de inflación más baja que su meta del 2%, la Fed estaría dispuesta a soportar un tiempo similar de alzas en torno al 3% sin tomar medidas para enfriar la economía.
El efecto que tiene este cambio sobre los bonos es que los inversores pueden asumir que la inflación va a estabilizarse en una zona más alta, y pidan más rendimiento para compensar. Sin embargo, hay un problema con la teoría: los bonos protegidos contra la inflación a largo plazo apenas han reaccionado, como debería haber pasado si hubiera sospechas de que los precios van a subir de forma clara para un periodo más largo. En concreto, los bonos a 5 años tienen unos intereses más altos que los de 10, unos 30 puntos básicos más, lo que indica que los inversores esperan que las cosas se calmen y los precios se estabilicen tras un periodo de recuperación.
Falta de credibilidad
Otra opción es que los bonos están subiendo porque los inversores no se fían de las promesas de Powell y temen que no aguante el pulso y retire el ponche de la mesa mucho antes de lo prometido. Los bonos a 5 y 7 años subieron casi lo mismo que los de 10, por lo que es posible que esperen subidas de tipos relativamente pronto. En ese caso, lo que no haría la inflación lo haría la propia Fed subiendo los intereses.
Frank Rybinski, jefe de estrategia macro de Aegon Asset Management, dijo en una entrevista que no acaba de ver cuál de las dos opciones es la correcta. "El mercado está valorando la inflación transitoria" que habrá si la Fed no hace nada, aseguró. Pero, "este ciclo está siendo tan, tan rápido, y tantas cosas se están distorsionando" que no es imposible pensar que la Fed querrá devolver las cosas a la normalidad cuanto antes, dando carpetazo a los estímulos.
¿Y si la culpa es de Japón?
Pero hay una tercera posibilidad sobre la mesa: que la culpa venga de fuera. En concreto, del Banco de Japón. La institución asiática, tras celebrar su propia reunión, decidió abrir la mano y permitir que los bonos de su país, muy regulados ante la enorme montaña de deuda que ha acumulado el Estado nipón, oscilaran entre el -0,25% y el 0,25%, 10 puntos básicos más que el límite anterior.
Este movimiento reduce ligeramente la represión financiera que ejerce el banco central sobre las entidades privadas, y permitirá que el interés de la deuda reaccione mejor a las condiciones del mercado, según BofA. El resultado fue, precisamente, una subida del bono japonés a 10 años de 10 puntos básicos, empujando al alza a sus homólogos de otros países.
El resultado es que se ha mezclado una tormenta perfecta: mayores expectativas de inflación, dudas sobre el futuro de los estímulos, movimientos al alza en Japón... y un frenazo de las acciones de crecimiento, especialmente las tecnológicas, que acumulan varios días de fuertes caídas en el Nasdaq. Una situación que está haciendo a los inversores buscar refugio en los bonos, por mucho que la Fed intente evitarlo.