Bolsa, mercados y cotizaciones

El Dallas del siglo XXI lo tendrá crudo si Biden es presidente

  • Preocupa la legislación medioambiental del Partido Demócrata
  • ConocoPhillips y Pioneer Natural Resources lideran las fusiones
Los productores de extracción de petróleo salpican la Cuenca Pérmica en Midland, Texas. Foto: Reuters.
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Las fusiones entre empresas petroleras se convierten en la única alternativa viable a corto plazo ante la caída de la demanda. Una victoria arrolladora del Partido Demócrata levanta suspicacias por los impuestos medioambientales y la posible retirada de sanciones a Irán y Venezuela.

Si puede identificarse un sector concreto donde las elecciones presidenciales del 3 de noviembre en EEUU pueden desatar una crisis existencial, ese es el petrolero. Un cambio de guardia en la Casa Blanca, donde Joe Biden tome posesión del Despacho Oval y los demócratas se hagan con el control del Senado, moldeará drásticamente la dinámica entre la oferta y la demanda, tanto a nivel nacional como internacional, con implicaciones para el esquisto, las sanciones a países extranjeros, el comercio y las relaciones con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

De entrada, el primer revés llegaría con el compromiso de Biden de dejar de emitir permisos de perforación en suelo y aguas propiedad del Gobierno federal, lo que reduciría la producción en hasta 2 millones de barriles diarios para 2025, principalmente de la cuenca de Delaware de Nuevo México y el Golfo de México, según las estimaciones de S&P Global Platts Analytics.

Aunque el ex vicepresidente ha reiterado que no tiene intención de prohibir completamente el fracking en terrenos privados, los efectos de la pandemia ya sitúan a la producción estadounidense de esquisto a finales del próximo año en unos 3,1 millones de barriles diarios por debajo de las proyecciones realizadas antes del colapso de los precios sufridos en 2020. Cabe recordar que la producción de petróleo a este lado del Atlántico aumentó en 3,9 millones de barriles diarios entre la toma de posesión de Trump como presidente en enero de 2017 y el pasado mes de marzo.

Además, Biden apuesta por un sector energético libre de emisiones de carbono para 2035, por lo que su administración aplicará regulaciones que aumenten los costes de producción de esquisto con impuestos y restricciones al metano. Los analistas de Goldman Sachs estiman que estas medidas podrían aumentar los costes hasta en 5 dólares por barril. De ahí que perfilen un escenario alcista para el West Texas en 2021 con el barril en 55,9 dólares.

Por otro lado, un triunfo demócrata puede resultar en un cambio de postura sobre las sanciones que pesan sobre Irán y Venezuela, cuyo bombeo combinado ha caído en 3 millones de barriles diarios como resultado de la estricta aplicación de las represalias activadas por el actual mandatario de EEUU. Rapidan Energy Group considera que hasta 1,8 millones de barriles diarios podrían regresar al mercado a finales de 2021, así como otros 500.000 de Pdvsa.

Consolidarse o morir

A la espera del resultado de las urnas, las principales petroleras patrias han acelerado en los últimos meses una estrategia que garantice su supervivencia asediadas también por los efectos estructurales derivados la pandemia. La consolidación se ha convertido en la única alternativa viable a corto y medio plazo.

Así lo ha demostrado ConocoPhillips, que tras desembolsar 9.700 millones de dólares, toma posesión de Concho Resources, triplicando así su presencia en la Cuenca Pérmica. Este campo petrolífero es uno de los más productivos del mundo y con una mayor actividad, Conoco podrá competir mejor con líderes de la industria como Exxon Mobil.

Pero hasta la fecha, otras han aprovechado para mejorar a través de compras algunas áreas de negocio. Ejemplo de ello es la compra de Noble Energy por parte de Chevron en una operación valorada en 13.000 millones de dólares, si incluimos su deuda y otras condiciones, o la fusión entre WPX y Devon.

En estos momentos, Pioneer Natural Resources y Parsley Energy han acordado su fusión. La decisión final está en manos de las respectivas juntas de accionistas y, de hacerse realidad, podría dar lugar a una nueva entidad que plantará cara Occidental Petroleum y Chevron en términos de producción.

"La consolidación de la industria se está volviendo esencial", reconoce Matthew Portillo, director de análisis especializado de Tudor Pickering Holt & Co. "La mayoría de las áreas de exploración y extracción, con la excepción de la Cuenca Pérmica y tal vez la formación de esquisto Marcellus, solo necesitan uno o dos operadores", justifica.

De hecho, este experto considera que la consolidación generalizada de la industria podría resultar en 10 o 15 grandes empresas cotizadas, donde se incluirían entre cuatro o cinco jugadores de pequeña y mediana capitalización. "Hay muchas posibilidades de que la consolidación reduzca entre un 60% y un 80% las empresas que siguen", recalca.

La caída de la demanda, al hilo de la pandemia, ha hundido los precios, que no logran moverse más allá de los 40 dólares por barril. Por su parte, unos balances excesivamente apalancados y la falta de apoyo de fuentes de financiación externas han llevado a muchas empresas de petróleo y gas estadounidenses a verse obligadas a suspender pagos e incluso liquidar sus operaciones.

Según los datos que recopila el bufete Haynes and Boone, un total de 40 compañías del sector se ha acogido a alguna de las fórmulas incluidas bajo la Ley de Quiebras del país. Todas ellas acumulan un total de 53.720 millones de dólares en deuda, de las que 24.364 millones de dólares contarían con algún tipo de activo colateral para reducir el riesgo. El resto no tendría dicho respaldo.

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