
Durante las últimas semanas en prácticamente cualquier métrica bursátil que se le ocurra al inversor la banca de la eurozona ha batido su récord histórico a la baja. El sector ha tocado mínimos de valoración por su multiplicador de beneficios, sobre su valor en libros y el tangible, mientras que por precio también marcaba su cota más baja de la historia llevando sus pérdidas desde máximos de 2007 al 90% por precio y al 70% incluyendo el pago de dividendos.
Así, el mercado parece poner en precio una japonización del sector, tras el brusco movimiento de las últimas semanas. El desplome vivido por la industria en los últimos 13 años ya alcanza el vivido en el mismo periodo por el índice bancario japonés desde sus altos de 1989. Ahora las pérdidas en el país asiático aún son mayores y alcanzan el 93%, por lo que alcanzar este mismo nivel implicaría una caída adicional del 30% desde el nivel actual.
"El Covid-19 supone un reto para la actividad de la mayor parte de los negocios. Y los bancos no son distintos. Sin embargo, además de tener que afrontar los vientos en contra de una actividad más débil, muchas veces sufren las consecuencias perniciosas de las acciones tomadas por las instituciones para ayudar a los negocios y los hogares. Esto unido a unos costes poco flexibles y el perjuicio de unas pérdidas materiales en los préstamos procíclicicas garantizan un deterioro significativo de los beneficios de la banca", argumentan en Berenberg.

Durante las últimas semanas el consenso ha ido ajustando sus estimaciones de ganancias, que retroceden casi un 30% para este año y un 20% para 2021. Sin embargo, los analistas advierten de que los mayores ajustes están por venir, lo que hace que el inversor este a tientas a la hora de establecer su hoja de ruta, más aún dada la enorme incertidumbre que existe sobre la magnitud de la crisis económica y cuándo llegará la recuperación. "El sector llega a este periodo en mucha mejor forma que en 2008, pero no sabemos cuánto durará la ralentización y cuánto costará a cada banco. Aunque podemos ver qué colchón de capital tiene cada banco y quienes pueden absorber las pérdidas y el crecimiento de los balances, el tamaño de ambos factores hace muy difícil realizar estimaciones fiables", se lamentan en Barclays.
Recorte de estimaciones
Con las previsiones actuales, la banca cotiza a 0,35 veces su valor en libros y a un multiplicador de beneficios de 2021 de 6,1 veces. El PER del año próximo de la industria llegó a caer hasta las 4,5 veces durante las últimas semanas, pero el recorte de estimaciones unido a un ligero rebote del sector -del 10%- han hecho que esta ratio repunte. Con todo, el mercado parece estar descontando un golpe mayor en el negocio de la banca. "Hay bastantes iniciativas que se están tomando que llevarán a un crecimiento más bajo en el futuro. Aunque las valoraciones parecen bajas en términos históricos, pensamos que es difícil tener convicciones fuertes en el sector y recomendamos a los inversores tener una exposición lo más baja posible", continúan en la entidad británica.
Durante las últimas semanas el regulador ha relajado sus requerimientos de capital para los bancos de la eurozona, lo que les permitirá absorber mayores pérdidas con sus colchones de capital. Además, estos se reforzarán con la cancelación del pago de dividendos con cargo a 2019 (se descuentan del cómputo antes de ser abonados), pero la gran pregunta es si estas precauciones son suficientes.
"Pensamos que los últimos movimientos regulatorios permitirían incrementar los préstamos un 40% o, más conveniente a juzgar por las preguntas que recibimos, cubrir pérdidas en las mismas de 270 puntos básicos, en contraste con los 50 que pronosticábamos antes de esta crisis y los 350 puntos básicos de máximo alcanzados durante la gran crisis financiera", explican en UBS.
Desde máximos del año los bancos retroceden un 46% y , según los cálculos de Barclays, en los precios actuales se estarían poniendo en precio que las pérdidas sobre préstamos asciendan a los 370 puntos básicos. Esto implicaría impagos en aquellos créditos que a cierre del año 2019 tenían una probabilidad superior al 2,5% de entrar en default (aquellas compañías con un rating B o inferior). "En este escenario las pérdidas para el sector serían de 260.000 millones de euros asumiendo una deducción el 25%. Esto implica el 27% del valor tangible y tras la compensación de los activos ponderados por riesgo se reduciría el ratio de capital de máxima calidad en 300 puntos básicos.
Bajo este escenario, la ratio de CET 1 de la industria caería hasta el 11,2%, lo que supondría 1,2 puntos por encima de las exigencias actuales, si bien algunos bancos quedarían ligeramente por debajo de sus requerimientos. En un entorno más duro, en el que entrasen en default todas aquellas firmas con más de un 0,5% de probabilidades el panorama sería catastrófico, implicando pérdidas cercanas al billón de euros, consumiendo casi todo el capital del sector. "Dada la significativa debilidad en los precios de las acciones, pensamos que la cuestión principal para el inversor es si la ecuación rentabilidad riesgo es positiva asumiendo que los balances serán resistentes ante un shock económico sin precedentes o si veremos que el capital vuelve a estar en riesgo y vuelven a subir el número de acciones en circulación", argumentan en JP Morgan.
Parte de la solución, pero no al accionista
Al contrario de lo sucedido en la anterior crisis económica, los bancos no son vistos como parte del problema, si no de la solución. Sin embargo, este nuevo escenario tampoco implica necesariamente una oportunidad para el accionista. "Los reguladores parecen de acuerdo en que son parte de la solución, dándoles flexibilidad en liquidez, capital y en las normas para reconocer las pérdidas para mantener el flujo de crédito. Pero esto no necesariamente implica que sea un buen caso de inversión", apuntan en Jefferies, donde señalan dos riesgos "la duración" de la disrupción y unos tipos que, como mínimo, serán "bajos".