
La pandemia del coronavirus ha disparado la demanda de fondos monetarios, los mismos que llevaban años sentados en el banquillo por sus bajas rentabilidades en un entorno de tipos al 0%. Su objetivo es preservar el capital, pero no todos lo consiguen en esta crisis.
Sin embargo, la hecatombe de las bolsas y la caída del precio de los bonos en marzo ha provocado que una parte de los inversores recurra a ellos. Ya sea porque quieren reducir su exposición a mercado o, directamente, porque buscan preservar su capital, que en definitiva es el objetivo principal de estos productos. Algo que no todos han conseguido en este crash. Según datos de Morningstar, el 15% de los que se comercializan en España, e invierten a largo plazo, asume pérdidas de entre el 1% y 6% este año (ver gráfico).
Sus carteras se construyen con emisiones de renta fija de alta calidad, que tampoco han escapado de las ventas indiscriminadas que se han producido en marzo, y que se han visto aliviadas en los últimos días por el plan de emergencia lanzado por el Banco Central Europeo. Sirva como ejemplo la pérdida del 2% que sufre una cesta representativa de bonos a nivel global este mes, según los índices de Bloomberg y Barclays. Para casi todos los activos de renta fija, recuerdan en Unicorp, "marzo ha sido el peor mes en rentabilidad de los últimos 30 años". Ese es el caldo de cultivo que ha propiciado que el rendimiento de los fondos monetarios también sea negativo este año. Ceden un 0,65% de media, en línea con el comportamiento que tuvieron en 2018, cuando ni la bolsa ni la deuda sirvieron como refugio. Esas pérdidas del 0,65% son muy inferiores a las que se apunta hoy un inversor conservador: del 8%, y que en momentos puntuales de este mes han llegado hasta el 10%. Sin embargo, los números rojos de algunos monetarios sí que son más acusados y llegan hasta casi el 6% en el peor de los casos, según datos de Morningstar hasta el día 25. Sucede con Bankoa-Ahorro Fondo, que invierte en deuda pública y privada en euros de emisores y mercados de la OCDE.
"Los fondos monetarios no son una inversión muy realista en entornos de tipos de interés negativo, simplemente porque la rentabilidad que pueden llegar a ofrecer difícilmente es superior a las comisiones del fondo, por lo que en general acaban garantizando pérdidas", explica Josep Bayarri, director de análisis, inversión y productos de Arquia Banca, quien recuerda que sólo se materializarán en el caso de que el partícipe venda. Sin embargo, y pese a ello, "en estos momentos la oportunidad es clara tanto en los fondos de renta fija a corto plazo como en aquellos monetarios que más han caído, puesto que son los que se parecen más a un fondo de renta fija a corto plazo. Estamos hablando, sobre todo, de productos con emisiones de solvencia elevada y que han sufrido fuertes pérdidas por la parálisis del mercado de renta fija", añade.
Avalancha hacia monetarios
En marzo, mientras el dinero salía a espuertas de los fondos de inversión, con los mayores reembolsos mensuales desde la caída de Lehman Brothers, los monetarios nadaban a contra corriente y atraían 600 millones de euros, según los datos adelantados de Inverco. Ninguna otra categoría ha captado más. Aunque en realidad sus únicos rivales, en cuanto a suscripciones netas, han sido los fondos de bolsa internacional, que atraparon 89 millones en un mes en el que los inversores retiraron 5.100 millones de la industria.
Esas entradas de 600 millones de euros que logran los fondos monetarios en marzo rompen la racha de tres años consecutivos de reembolsos. En 2016, el año en que Mario Draghi disparó su bazooka y hundió los tipos de interés al 0% en Europa, fue el último en que estos productos consiguieron suscripciones significativas.
A nivel global la fotografía no es muy diferente. Los fondos monetarios registraron un nuevo récord de entradas de dinero por tercera semana consecutiva, con datos hasta el 25 de marzo, con la afluencia de 235.000 millones de dólares, según datos de EPFR recogidos por Jefferies, frente los reembolsos netos de 109.000 millones que hubo en los bonos y de 25.300 millones en renta variable.