Bolsa, mercados y cotizaciones

El acuerdo que podría cambiarlo todo para el petróleo es muy difícil pero no imposible

  • Un acuerdo entre Arabia Saudí y EEUU podría detener la sangría del crudo
  • Las conversaciones son reales, pero las opciones de acuerdo muy escasas
  • Las leyes antimonopolio de EEUU podrían hacer ilegal cualquier movimiento
Foto de un campo de petróleo con vacas pastando. Alamy

Bajo los tendencias que dominan ahora mismo el mercado del petróleo (sobreoferta creciente y demanda a la baja), el precio de esta materia prima está condenando a mantenerse en los niveles actuales o incluso por debajo, es decir, cerca de mínimos de 2003 y 2002. Sin embargo, en los últimos días ha comenzado a sobrevolar una idea entre algunos miembros de la Administración Trump y otros expertos en Texas que podría cambiarlo todo en el corto plazo para el crudo. Aunque todavía es muy improbable (y quizá ilegal), los contactos entre EEUU -mayor productor del mundo- y Arabia Saudí -mayor exportador- se están produciendo con el objetivo de analizar el desplome del petróleo y sus consecuencias sobre la economía. Un alianza (lo que sería un cártel) entre EEUU y Arabia Saudí (habría que sumar los países de la OPEP) supondría tener el control de más del 40% de toda la oferta global de crudo, con una influencia sobre los precios notable.

Lo que ha hecho hasta el momento EEUU, comprar millones de barriles para sumarlos a su Reserva Estratégica, solo tiene un leve y limitado impacto sobre el precio del crudo. La capacidad para acumular reservas es limitada y a la postre ese petróleo podría salir al mercado en algún momento. Esa estrategia equivaldría a poner un cubo debajo de una gotera, pero sin tomar medidas para arreglarla.

Las únicas opciones reales para detener la sangría pasarían por una recuperación milagrosa de la economía a corto plazo (poco probable), un acuerdo entre la OPEP y Rusia (poco probable hoy) o un acuerdo entre EEUU y Arabia Saudí (poco probable, pero las conversaciones existen y mueven los mercados de futuros del petróleo).

Estos escenarios podrían servir para reducir la sobreoferta en el mercado de forma directa. Entre EEUU y Arabia Saudí (OPEP) no solo suman unos 43 millones de barriles diarios de crudo, también se encuentra el país en el que más rápido ha crecido la producción en los últimos años gracias a la industria del shale oil (petróleo de esquisto).

La administración Trump ha designado a Victoria Coates como representante especial de energía para Arabia Saudí mientras que Washington busca formas de lidiar contra el colapso global del precio del petróleo que amenaza a los productores de energía de EEUU, según ha desvelado este lunes un funcionario del Departamento de Energía a la agencia Reuters.

Coates fue una de las asistentes en materia de seguridad más veteranas del presidente Donald Trump, y se mudó de la Casa Blanca en febrero para convertirse en asesora principal del secretario de Energía, Dan Brouillette. "Coates tendrá ahora su sede en Arabia Saudí para garantizar que el Departamento de Energía tenga una presencia notable en la región", aseguró el funcionario. "Aunque su asignación llega en un momento crucial para los mercados mundiales de petróleo, ha estado en proceso durante un tiempo".

Este movimiento se produce después de el presidente Donald Trump dejase entrever que su gobierno estaba dispuesto a tratar el tema (colapso del petróleo) "en el momento apropiado". Forjar una alianza petrolera entre EEUU y el principal productor de la OPEP, Arabia Saudí, es una de las "muchas, muchas ideas" que los políticas y expertos en energía están planteando en EEUU, pero no está claro si se convertirá en una propuesta formal, aseguró este lunes el secretario de energía de Estados Unidos a Bloomberg TV. "No sé si eso se presentará de manera formal ... como parte del proceso de políticas públicas", señalo a Bloomberg el secretario de Energía, Dan Brouillette, que insistió en que no se han tomado decisiones sobre "nada de esa naturaleza".

Por otro lado, la Comisión de Ferrocarriles de Texas, que regula la industria petrolera en el estado, habría estado examinando imponer límites temporales a la producción después de que varios ejecutivos petroleros hayan pedido ayuda por el riesgo de quiebra ante los bajos precios del 'oro negro'. La industria del shale oil (petróleo de esquisto) de EEUU necesita un petróleo por encima de los 46 dólares el barril para ser rentable. En estos momentos, el West Texas y el Brent se encuentran por debajo de los 30 dólares, lo que de prolongarse podría suponer la quiebra de una parte relevante del sector.

La dificultad reside en que en EEUU son las empresas privadas las que operan en este mercado, cada una con unos intereses particulares y unos costes de producción según su tecnología y la región en la que estén trabajando. Resulta complejo (poco ético, muy cuestionable y quizá ilegal en EEUU) coordinar a multitud de empresas estableciendo cuotas de producción. Esto resulta mucho más sencillo en los países de la OPEP o en Rusia donde los grandes productores son estatales o tienen una relación muy estrecha con el gobierno y controlan casi todo el mercado doméstico de petróleo.

Por ahora la situación sigue siendo crítica para el petróleo. Los analistas de Commerzbank señalan en una nota para clientes que "lo único que ayudará al precio del petróleo a largo plazo es una eliminación duradera del exceso de capacidad, un proceso que ya está comenzando".

"Ya se trate de compañías petroleras estatales, grandes corporaciones internacionales de energía o compañías petroleras de esquisto bituminoso en EEUU, todas ellas pronto (tendrán que) reducir masivamente sus inversiones. Las compañías de shale oil ya redujeron considerablemente su actividad de perforación la semana pasada: el número de plataformas petroleras disminuyó en 19 hasta las 664", concluye el analista del banco germano.

Para cerrar la gotera se necesita cerrar el grifo. Un acuerdo de recortes a gran escala entre EEUU y la OPEP podría ser una opción. Otra es esperar a que los bajos precios del petróleo barran a los productores más ineficientes, se produzcan quiebras y las empresas que sobrevivan exploten solo los pozos más rentables, algo similar a lo que ocurrió entre 2014 y 2016, en el anterior colapso del precio del petróleo.

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