
Con cerca de tres centenares de trabajadores a su cargo y más de 30 años de vida, Carmignac se ha convertido en uno de los principales protagonistas en el ámbito de las grandes gestoras de fondos. La firma, dirigida por el incombustible fundador y presidente Eduard Carmignac (72 años), se enfrenta a un 2020 que se presume clave ante el escenario al que se enfrenta, tanto en el plano macroeconómico, como en el ámbito más particular.
Sobre todo después de dos ejercicios en los que ha perdido cerca de 20.000 millones de dolares en activos bajo gestión. Y es que, desde 2018, éstos han pasado de 56.000 a cerca de 35.000 millones. "Como es normal, los principales perjudicados han sido los fondos más grandes de la gestora si hablamos en términos absolutos", aseguraba Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones estratégicas de la empresa gala en el evento internacional con medios celebrado la pasada semana en París.
"Después de un 2018 que fue decepcionante, miramos al futuro con confianza y siendo constructivos", asegura Saint-Georges mientras desde la entidad aluden a los tres principios en los que siguen confiando desde su nacimiento: espíritu emprendedor, perspicacia humana y encarar el mercado con elevada actividad.
Precisamente es en este tercer punto en el que más hincapié se hace en las últimas horas desde Carmignac para afrontar el futuro más inmediato en el mercado. Una estrategia con la que pretenden seguir dando continuidad a la recuperación en términos de rentabilidad que se ha visto en 2019 y que esperan así siga en 2020 y les permita volver, en lo que a gestión de activos se refiere, a cotas que ahora parecen lejanas pero en las que estaban hace apenas un par de ejercicios
"Los principales indicadores económicos apuntan a un claro rebote en la economía global en la primera mitad del año", aseguraba uno de los altos ejecutivos de la compañía en la presentación de las perspectivas de la entidad gala de cara a 2020 mientras señalaba también a factores que beneficiarían dicho repunte: los bajos tipos de interés a nivel global, el aumento en el crédito en China, la relajación de las tensiones comerciales entre las dos principales potencias económicas del mundo o la caída en los precios del petróleo, entre otros.
Sin embargo, de todo ellos se va a beneficiar más el Viejo Continente que EEUU, ya que para este país se atisba un menor crecimiento de la demanda en los próximos meses, algo que favorecería que su aportación al rebote global fuera inferior a la que otras regiones, como Asia o la ya mencionada Europa pueden tener.
Los bancos centrales, al rescate
Todo ello mientras "la inflación no debería ser un problema". Al menos así lo entiende Frédéric Leroux, director de Cross Assets en la firma francesa, quien afirma que esta falta de inflación presupuestaria permitirá a los bancos centrales un acercamiento a la archiconocida política de "esperar y ver", algo que, en teoría, "dejaría un entorno positivo para los activos de más riesgo". De hecho, desde la entidad se considera que la Fed se ha mantenido como uno de los principales sostenes del mercado.
En este sentido, desde Carmignac, Leroux espera un estrechamiento del hueco que se ha ido abriendo desde 2014 entre los flujos de caja destinados a renta fija y los de renta variable y un mejor comportamiento de los emergentes.